Un equipo internacional de investigadores publicó hoy en la revista Science el primer mapa mundial de esos hundimientos, en el que se identifican las zonas del mundo más proclives a sufrir esos efectos, y cita entre ellas Yakarta, Venecia, Tokio, Ciudad de México, Irán, China y Holanda.
Madrid, 31 diciembre (EFE).- La sobreexplotación de los acuíferos, con la extracción de cantidades de agua superiores a las que son capaces de recargar de forma natural, amenaza con hundir el terreno sobre el que se asienta el 19 por ciento de la población mundial.
Un equipo internacional de investigadores publicó hoy en la revista Science el primer mapa mundial de esos hundimientos, en el que se identifican las zonas del mundo más proclives a sufrir esos efectos, y cita entre ellas Yakarta, Venecia, Tokio, Ciudad de México, Irán, China y Holanda.
Este problema "lento y gradual" -conocido por los geólogos como "subsidencia"- motivó que la Unesco impulsara en 2017 la Iniciativa Internacional de Subsidencia; y que el representante español en ese grupo, Gerardo Herrera-García, del Instituto Geológico y Minero de España, propusiera hacer un mapa global de esos hundimientos para avanzar en una investigación que se había ceñido a ámbitos locales.
Así, el equipo de investigadores escudriñó la literatura científica sobre este tema para encontrar un patrón común a todas las áreas afectadas por este problema y consiguieron elaborar un mapa mundial que define las zonas susceptibles de sufrir esas deformaciones y hundimientos.
El investigador Pablo Ezquerro alertó de las graves consecuencias económicas y sociales, ya que dispara la inundabilidad de las tierras más bajas, sobre todo en cuencas fluviales y regiones costeras, y advirtió de que en algunos lugares, como Yakarta, el hundimiento del terreno es ya de unos 28 centímetros al año.
En las zonas con más probabilidad de sufrir subsidencia habitan mil 200 millones de personas y se asientan el 21 por ciento de las ciudades más importantes del mundo, observaron los investigadores, que incidieron en que este proceso "silencioso" genera a medio plazo graves desperfectos en viviendas, construcciones o infraestructuras, así como una importante alarma social.
Herrera-García, primer firmante del estudio, explicó que la deformación y hundimiento del terreno puede ser de pocos milímetros o de muchos centímetros y afectar a grandes extensiones de terreno (desde 1 kilómetro cuadrado hasta varios miles).
Los investigadores apuntaron cuáles son los países más amenazados por la "subsidencia": China, Estados Unidos, Japón, Egipto, India, México, Países Bajos, Italia y Myanmar; y situaron a España entre los 25 más expuestos a este problema, debido, sobre todo, a la agricultura intensiva por irrigación y a un clima marcado por largos periodos secos.
De hecho, comprobaron que la "deformación" del terreno más importante de Europa es la que se está registrando en la cuenca de Lorca (este de España), donde han comprobado un hundimiento del terreno de hasta 15 centímetros por año.
Herrera-García explicó a EFE que la cuenca mediterránea y la península Ibérica se van a enfrentar, a causa del cambio climático, a crecientes y más intensos periodos de sequía que van a desencadenar una mayor sobreexplotación de los acuíferos, lo que puede provocar mayores deformaciones y hundimientos del terreno.
Y señaló que el mismo problema se puede producir en numerosos países del hemisferio sur (en África y América del sur) en los que aumentará la extracción de agua durante las próximas décadas a causa del aumento demográfico, de los desarrollos urbanos y de la menor disponibilidad de agua en la superficie.
Los mapas diseñados por el equipo de investigadores predicen para cada kilómetro cuadrado del mundo las probabilidades de sufrir esas deformaciones a causa de la sobreexplotación de los acuíferos.
Los resultados que se exponen en ellos permiten -concretó Herrera-García- mejorar el conocimiento de esas deformaciones del terreno en zonas ya conocidas, descubrir nuevas áreas de riesgo e identificar con precisión los lugares donde puede aumentar el riesgo de inundaciones.
El investigador destacó la importancia de monitorizar de forma continua esas deformaciones del terreno desde satélites, de inventariar sistemáticamente los daños en edificios o infraestructuras.
Además, hizo hincapié en la importancia de adoptar medidas de mitigación y de adaptación, entre las que citó la regulación de las aguas subterráneas, buscar alternativas para el suministro de agua o recargar de forma artificial los acuíferos.