En un estudio de muestras de tejido normal y canceroso, los investigadores descubrieron que aproximadamente el 30 por ciento de las personas que aún producen proteínas Siglec-12 tienen más del doble de riesgo de desarrollar un cáncer avanzado durante sus vidas, en comparación con las personas que no pueden producir Siglec-12.
Madrid, 13 de diciembre (EuropaPress).- En comparación con los chimpancés, nuestros primos evolutivos más cercanos, los humanos son particularmente propensos a desarrollar carcinomas avanzados (el tipo de tumores que incluyen cáncer de próstata, mama, pulmón y colorrectal) incluso en ausencia de factores de riesgo conocidos, como la predisposición genética o el consumo de tabaco. Ahora, un estudio dirigido por investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de California en San Diego y del Centro Oncológico Moores (Estados Unidos) ha ayudado a explicar por qué.
El estudio, publicado en la revista científica FASEB BioAdvances, sugiere que una mutación genética evolutiva exclusiva de los humanos podría ser, al menos en parte, la culpable. «En algún momento de la evolución humana, el gen Siglec-12 (y más específicamente, la proteína Siglec-12 que produce como parte del sistema inmunológico) sufrió una mutación que eliminó su capacidad de distinguir entre el ‘yo’ y los microbios invasores, por lo que el cuerpo necesitaba deshacerse de él. Pero no ha desaparecido por completo de la población… parece que esta forma disfuncional de la proteína se ha vuelto un problema y ahora se ha convertido en una desventaja para la minoría de personas que todavía la producen», argumenta el autor principal del estudio, Ajit Varki.
En un estudio de muestras de tejido normal y canceroso, los investigadores descubrieron que aproximadamente el 30 por ciento de las personas que aún producen proteínas Siglec-12 tienen más del doble de riesgo de desarrollar un cáncer avanzado durante sus vidas, en comparación con las personas que no pueden producir Siglec-12.
Normalmente, los genes que codifican estas proteínas disfuncionales son eliminados por el cuerpo con el tiempo, y aproximadamente dos tercios de la población humana global ha dejado de producir la proteína Siglec-12. En los casos en que el gen todavía está presente en los humanos, durante mucho tiempo se pensó que no tenía relevancia funcional, y ha habido muy pocos estudios de seguimiento durante las dos décadas desde que fue descubierto. Mientras tanto, los chimpancés siguen produciendo Siglec-12 en funcionamiento.
Cuando el equipo se propuso detectar el Siglec-12 en muestras de tejido no canceroso utilizando un anticuerpo contra la proteína, aproximadamente el 30 por ciento de las muestras dieron positivo, como se esperaba de la información genética. En contraste, la mayoría de las muestras de cáncer avanzado de las mismas poblaciones dieron positivo a la proteína Siglec-12.
Al observar una población diferente de pacientes con cáncer colorrectal en etapa avanzada, los investigadores encontraron que más del 80 por ciento tenía la forma funcional del gen Siglec-12, y esos pacientes tuvieron un peor resultado que la minoría de pacientes que no lo tenían. «Estos resultados sugieren que la minoría de individuos que aún pueden fabricar la proteína tienen un riesgo mucho mayor de tener un cáncer avanzado», detallan.
Los investigadores también validaron sus hallazgos en ratones introduciendo células tumorales diseñadas para producir Siglec-12. Los cánceres resultantes crecieron mucho más rápido y activaron muchas vías biológicas que se sabe que están involucradas en los cánceres avanzados, en comparación con las células tumorales de control sin Siglec-12 en funcionamiento.
Según los científicos, esta información es importante porque podría ser aprovechada para futuros diagnósticos y tratamientos. El equipo dio un salto inicial desarrollando una simple prueba de orina que podría ser usada para detectar la presencia de la proteína disfuncional. «Y también podríamos ser capaces de usar anticuerpos contra Siglec-12 para administrar selectivamente las quimioterapias a las células tumorales que transportan la proteína disfuncional, sin dañar las células no cancerosas», concluyen.