Investigadores que analizaron 50 años de información demográfica y de comportamiento en Ruanda dijeron que a medida que aumenta la cantidad de gorilas en una familia, también aumenta la cantidad de peleas entre ellos.
Por Christina Larson
WASHINGTON, 4 de noviembre (AP) — Los gorilas son animales muy sociables... hasta cierto punto. Si hay muchos animales en una montaña, pueden tornarse más violentos, según los científicos.
Los gorilas de montaña se pasan la mayor parte del tiempo durmiendo, mascando hojas y tallos de apio o limpiándose la piel con sus largos dedos. Son simios vegetarianos, generalmente pacíficos. A menos que haya cerca otros gorilas rivales.
Investigadores que analizaron 50 años de información demográfica y de comportamiento en Ruanda dijeron que a medida que aumenta la cantidad de gorilas en una familia, también aumenta la cantidad de peleas entre ellos. Generalmente, los machos dominantes de espalda blanca son los más proclives a pelearse.
Algunos gorilas, sobre todo de corta edad, fallecen, lo que reduce el crecimiento de la población.
“Las peleas entre grupos pueden ser violentas. Los machos protegen a las hembras y los críos de su grupo, y para conseguir más hembras”, señaló Damien Caillaud, ecologista especializado en temas de comportamiento de la Universidad de California y coautor de un nuevo estudio publicado el miércoles en la revista Science Advances (Avances en la ciencia).
La frecuencia de las peleas depende no solo de la cantidad de animales en una familia, sino también de la cantidad de familias en una región, de acuerdo con el estudio.
Los gorilas de montaña son objeto de investigaciones y de campañas de protección desde fines de la década de 1960. Tras estar al borde de la extinción en los años 70, la población repuntó hasta llegar a mil animales, pero todavía sigue siendo una especie en peligro de extinción para los científicos.
“Normalmente, cuando se piensa en la conservación, los científicos se enfocan en cosas tangibles, ecológicas, como la disponibilidad de alimentos, la degradación del hábitat, la caza por parte de los humanos... Rara vez consideramos el impacto del comportamiento y de la estructura social en el tamaño de la población”, expresó Rich Bergl, primatólogo del Zoológico de Carolina del Norte, que no estuvo involucrado en el estudio.
“Pero resulta que deberíamos hacerlo”, agregó Bergl, “sobre todo con animales sociables como los gorilas”.
Los gorilas de montaña viven en parques forestales de zonas volcánicas de Ruanda, Uganda y la República Democrática del Congo, donde están prohibidas actividades como la minería y la tala de árboles.
“Todos quieren saber cuántos gorilas pueden vivir en una zona protegida. Y la respuesta depende de qué tipo de organización social tienen”, manifestó Tara Stoinski, primatóloga y coautora del nuevo estudio.
Durante viajes de trabajo a Ruanda, Stoinski dijo que observó cambios en el comportamiento de los gorilas a partir del 2007. Por esa época había tres grupos familiares grandes divididos en varias unidades más pequeñas y la población crecía.
Como consecuencia de ello, terminó habiendo 10 grupos familiares en la zona estudiada. Los grupos se esparcieron para ocupar más territorio en el Parque Nacional de Volcanes, pero las peleas violentas entre ellos se triplicaron. Y las muertes de gorilas pequeños se quintuplicaron, con lo que el crecimiento de la población mermó a la mitad.
La disolución de grandes grupos familiares –que llegaron a tener 65 animales– respondió probablemente a la muerte de líderes carismáticos, según Stoinski.
“Cuando estos gorilas líderes envejecen y mueren, los más jóvenes no logran mantener los grupos juntos”, manifestó. “Todavía no conocemos todos los factores que hacen que un gorila tenga condiciones de líder”.
El estudio se basó en información demográfica y de comportamiento de 400 gorilas de Ruanda recopilada entre 1968 y el 2017.