El empresario afirma que, si no se reparte la vacuna de forma equitativa, los países pobres podrían inmunizar solo al 14 por ciento de la población y sería una "catástrofe moral".
Por Ana Beatriz Micó
Ciudad de México, 1 de octubre (AS).- “La única forma de eliminar la amenaza COVID-19 en un solo lugar es eliminarla en todos los lugares”, ha planteado Bill Gates durante la Asamblea General de las Naciones Unidas, declaraciones que ha recogido Corriere della Sera. El fundador de Microsoft, y filántropo estadounidense con su Fundación Bill & Melinda Gates, afirma que la mejor manera para vencer a la COVID-19 es logrando una vacuna “segura y eficaz”, algo que se conseguirá a principio del próximo año, según sus previsiones. “De hecho, quizás haya más de uno. Gracias a este gran avance, el mundo finalmente tendrá la oportunidad de erradicar la amenaza de la pandemia y volver a la vida normal”, afirma sobre el fármaco.
Sin embargo, para acabar con la pandemia, se necesitará algo más que conseguir la vacuna: “La erradicación de la enfermedad no sucederá automáticamente. Para lograr este objetivo es necesario asegurar que exista la capacidad efectiva para producir miles de millones de dosis de la vacuna, encontrar el financiamiento para implementarla e identificar las estrategias más adecuadas para su distribución”.
LAS VACUNAS DEBEN SER PARA TODOS
Numerosos países, los más ricos, han firmado ya acuerdos con diversas farmacéuticas para adquirir millones de dosis tan pronto como aparezcan las vacunas. “Pero, ¿qué pasará con los países de ingresos medios bajos?”, se pregunta el empresario, quien vaticina que los países con menos poder adquisitivo solo podrían inmunizar, en el mejor de los casos, al 14 por ciento de su población.
En esta línea, Gates citó los nuevos modelos de pronóstico desarrollados por la Northeastern University, útiles para comprender qué ocurriría con una distribución de vacunas centrada en los países ricos. “Los investigadores analizaron dos escenarios posibles.
En el primero, las vacunas se distribuyen a todos los países en función del número de habitantes. En el segundo, nos encontramos con una situación muy cercana a lo que está sucediendo en estos días, es decir, que los cincuenta países más ricos del planeta dispondrán de los primeros dos mil millones de dosis de la vacuna. En este escenario, el virus seguirá propagándose sin control durante cuatro meses en tres cuartas partes del planeta. Y lo veremos duplicar el número de víctimas. Sería una catástrofe moral”.
Por eso, el filántropo insiste en la necesidad de “maximizar la capacidad de producir la vacuna en muchas partes del mundo”. “Solo así podremos proteger a todos, en todos los rincones del planeta”, sentencia. La solución que propone para lograr esto es que “además de apoyar la capacidad de producción, es necesario financiar los miles de millones de dosis de vacunas que se asignarán a los países más pobres”. Porque, según el filántropo, “las compañías farmacéuticas han trabajado para facilitar los pagos, renunciando a cualquier forma de lucro de las vacunas contra la COVID-19 y comprometiéndose a hacerlas accesibles para todos. Pero también se necesita inversión pública”.
Como ejemplo de esto último ha puesto al Reino Unido, destacando su buen trabajo al donar los fondos necesarios al Acelerador, una iniciativa impulsada para financiar vacunas, medicamentos y dispositivos de diagnóstico, con el fin de adquirir cientos de millones de dosis de vacunas para los países pobres. “El primer ministro italiano, Conte, fue uno de los primeros en reconocer la necesidad de una respuesta multilateral a la COVID-19, e incluyó con razón la respuesta justa y global a la pandemia entre las prioridades de la agenda italiana del G20 en 2021. Pero tenemos que hacer más e intervenir con más generosidad”, concluye.