Ningún laboratorio tiene capacidad para producir los millones de dosis de vacuna necesarias para responder a esta pandemia y, por lo tanto, MSF está pidiendo que se licencien las vacunas con patentes abiertas, para que todos los laboratorios con capacidad puedan fabricar esta potencial vacuna, una vez sea probada su seguridad y eficacia.
Por Médicos Sin Fronteras
Ciudad de México, 20 de septiembre (OpenDemocracy).- Las actitudes nacionalistas en las que cada país consigue la futura vacuna por su cuenta no funcionan, ya que o estamos todos protegidos, o nadie lo está realmente.
En los últimos meses se ha hablado sin descanso sobre los diversos ensayos para lograr una vacuna que pueda inmunizar a todo el mundo contra la COVID-19. La organización Médicos Sin Fronteras ve con preocupación la prevalencia de actitudes nacionalistas, la falta de transparencia de las corporaciones farmacéuticas y la pobre cooperación internacional para garantizar un acceso equitativo a la vacuna contra el COVID-19.
El desarrollo de la vacuna cuenta con una amplia financiación pública y de instituciones de filantropía, en torno a 4.000 millones de euros. Pero es necesario que estas donaciones de los gobiernos vayan acompañadas de mecanismos de control y transparencia. La ciudadanía debe saber cuánto cuesta en realidad la investigación y la producción de las vacunas, para poder fijar un precio razonable, algo que debe hacerse desde ahora.
Felipe Carvalho, coordinador de la campaña de Acceso de Médicos Sin Fronteras (MSF) para América Latina, señala que “las empresas farmacéuticas siempre dicen que las vacunas deben de tener un precio alto para recuperar la inversión que hicieron en investigación y desarrollo. En este caso ese planteamiento es incoherente, ya que han recibido recursos públicos para los desarrollos. Tenemos que tener en cuenta que, en este caso, no necesitan recuperar una gran cantidad de inversión”.
Los antecedentes con otras vacunas, como la del neumococo y el ébola, dicen que una vez que las farmacéuticas han recibido estas donaciones sin un mecanismo de control y transparencia adjunto, ha sido imposible bajar los precios de la vacuna.
Josefina Matorell, Directora de MSF para América del Sur de habla hispana señaló que “en tanto los derechos de propiedad intelectual de las vacunas Covid-19 pertenezcan a corporaciones farmacéuticas, seguirán siendo vacunas patentadas en lugar de un bien global. Las empresas farmacéuticas por sí solas no deberían decidir quién tiene acceso a las vacunas COVID-19 que han sido en parte financiadas por fondos públicos”.
Ningún laboratorio tiene capacidad para producir los millones de dosis de vacuna necesarias para responder a esta pandemia y, por lo tanto, MSF está pidiendo que se licencien las vacunas con patentes abiertas, para que todos los laboratorios con capacidad puedan fabricar esta potencial vacuna, una vez sea probada su seguridad y eficacia. Carvalho afirma que “para que la vacuna llegue a Latinoamérica hay un escenario complejo. Hay un intento de cooperación internacional que no está completo porque falta que los países se comprometan y faltan los recursos financieros y transparencia sobre cómo funcionará esta iniciativa internacional. Sin embargo, sería el camino para que todos los países del mundo tengan al menos 20% de sus poblaciones cubiertas”.
En el contexto de una pandemia sin precedentes, todos parecen estar de acuerdo en que no podemos aplicar los principios habituales de negocios aquí, un principio en el que los mejores postores pueden proteger a la ciudadanía de esta enfermedad primero, mientras que el resto del mundo se queda atrás. Las actitudes nacionalistas en las que cada país consigue la vacuna por su cuenta no funcionan, ya que o estamos todos protegidos, o nadie lo está realmente.
Carvalho señala que “toda la capacidad inicial de producción de la vacuna de Pfizer ya está reservada para abastecer únicamente a Estados Unidos. Con la vacuna de Oxford y la farmacéutica AstraZeneca ya hay cantidades reservadas para el Reino Unido y Estados Unidos, y un restante a distribuir entre otros 90 países. Es preocupante que haya este nacionalismo en contra de un consenso multilateral con criterios de priorización que tenga en cuenta la situación epidemiológica de cada país y la cantidad de población vulnerable."
A Médicos Sin Fronteras le preocupa que esta forma de operar –tanto de las farmacéuticas, como la falta de control por parte de algunos gobiernos– deje a los países más vulnerables, e incluso de ingresos medios, sin acceso a estos recursos.
A esta preocupación se añade que, como dice Carvalho “que en Latinoamérica todo nos llega tarde porque somos países de ingreso medio, con cifras de países subdesarrollados. Un ejemplo es lo que pasó con la vacuna del H1N1 que llegó ocho meses tarde a esta región. Así nos pasa con las vacunas de la Covid-19; somos demasiado pobres para poder comprar las de marca y demasiado ricos para comprar las genéricas como las que ya se están produciendo en Pakistán e India, pero que tienen prohibido vender a países como Brasil y Colombia”.