Artes de México

La cartografía de los recuerdos: Jean-Claude Carrière

16/08/2020 - 12:02 am

Carrière hizo sus maletas y partió hacia aquellos sitios que significaron un hito en su vida y que, de muchas maneras, transformaron su modo de ver el mundo. Desde ahí mandó cartas a sus hijas, Iris y Kiara, para relatar su historia desde estos espacios y la manera en que se reconoció a sí mismo en ellos. Como resultado surgió el libro Sie7e cartas más una, editado por Artes de México en colaboración con la UNAM.

Por Alejandro León

Ciudad de México, 16 de agosto (SinEmbargo).- Después de veinte años de amistad, Natalia Gil le propuso al guionista francés Jean-Claude Carrière, uno de los últimos sobrevivientes de la Nouvelle vague, que escribiera sus memorias. El mundo tenía que saber cómo era la vida de ese hombre que colaboró con Luis Buñuel y ayudó a Peter Brook a montar sus obras más emblemáticas. La invitación le atrajo, pero él no quiso seguir una senda tan visitada y por eso tomó la idea de La conferencia de los pájaros, ese texto clásico sufí que nos propone volver a los lugares que nos han marcado para contar nuestra historia.

Carrière hizo sus maletas y partió hacia aquellos sitios que significaron un hito en su vida y que, de muchas maneras, transformaron su modo de ver el mundo. Desde ahí mandó cartas a sus hijas, Iris y Kiara, para relatar su historia desde estos espacios y la manera en que se reconoció a sí mismo en ellos. Como resultado surgió el libro Sie7e cartas más una, editado por Artes de México en colaboración con la UNAM. Las cartas que integran este volumen son una autobiografía y una muestra de la visión artística y espiritual del autor.

Las cartas que integran este volumen son una autobiografía y una muestra de la visión artística y espiritual del autor. Foto: Artes de México
Hay que caminar por los poblados menos visitados, sentarse a oír a los lugareños. Foto: Artes de México

La primera parada a la que nos lleva Carrière, aquella con la que todos podemos identificarnos, es el lugar de origen. Uno puede viajar o cambiar de residencia, pero siempre recuerda el sitio donde todo surgió. Para el autor este sitio es Colombières, pueblo que no sólo es su terruño, sino también el eterno recuerdo de sus padres y de los pueblos que fueron abandonados por las subsecuentes crisis económicas que siguieron a la Segunda Guerra Mundial. En su regreso estos sitios, habitados nuevamente, conservan los vestigios del desalojo y la historia bajo sus piedras.

Si el origen de Carrière es un pequeño pueblo francés, el nacimiento y desarrollo artístico transitarán por dos de las principales ciudades del mundo: Paris y Nueva York. En estos sitios Carrière aprendió, de la mano de los surrealistas y los hippies contraculturales, a tener una visión humanista y una actitud política ante la vida. Así, en las cartas escritas desde estas ciudades se nota el compromiso social del autor, pero también la desilusión al verlas transformadas en lugares llenos de odio y xenofobia.

En Irán, al igual que en la India, Carrière ha descubierto que es necesario quitarse el traje de turista para poder hallar la verdadera belleza de estos parajes. No son suficientes las noticias que vemos en la televisión o lo que dicen las revistas de viaje; hay que caminar por los poblados menos visitados, sentarse a oír a los lugareños y conocer los distintos ritos dedicados al mismo dios para comprender, sólo un poco, la grandeza cultural de esta región.

En Irán, al igual que en la India, Carrière ha descubierto que es necesario quitarse el traje de turista para poder hallar la verdadera belleza de estos parajes. Foto: Artes de México
En las cartas escritas desde estas ciudades se nota el compromiso social del autor. Foto: Artes de México

Si hay ciudades o países que nos marcan, también hay personas que lo hacen. Es innegable que la relación de Carrière con Luis Buñuel fue algo más que laboral. El aragonés le mostró a nuestro autor sus pequeños escondites en Toledo, a los cuales se escapaba cada fin de semana con Dalí y Lorca. Tiempo después Carrière comenzó a crear sus propias rutas y refugios.

De todo el mundo hay un país que fascina a Carrière, ese que Buñuel le enseñó y cuyo asombro se ha ido expandiendo con sus viajes y lecturas: México. Aquí ha descubierto un lugar lleno de máscaras y contradicciones. Encontró en un pequeño balneario de Michoacán un pedazo del paraíso, que al pasar de los días perdió su nombre y luego su presencia oculta en el pliegue de un cañón. México siempre ha sido para los extranjeros, y para quienes habitamos aquí, una pregunta difícil de responder.

En teoría, el libro está integrado sólo por siete cartas, pero hay una más. Una pequeña, escrita desde los confines de la imaginación, ese lugar donde todo artista tiene una residencia. En esta última carta Carrière habla de un país creado por él, habitado por personajes que se aproximan a un abismo junto con él y el paso del tiempo. No hay diferencia entre estos seres invisibles y él, que se describe como “una sombra buscando algo en vano”. Quizá todos somos sombras buscando algo.

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