El puente, de unos 20 metros (65 pies) de ancho y el doble de largo, conecta la reserva biológica de Poco de Dantas, en la municipalidad de Silva Jardim, del estado de Río, con una finca que la Asociación del Tamarino León Dorado (AMLD por sus siglas en portugués) adquirió para convertirla en un parque ecológico.
Por Marcelo de Sousa y Mario Lobao
Río de Janeiro, 7 de agosto (AP) — Un puente sobresale de la selva y cruza una carretera de cuatro carriles en una zona rural en las afueras de Río de Janeiro. Es para unos usuarios muy especiales: tamarinos leones dorados, unos pequeños primates color naranja que por décadas han estado en peligro de extinción.
El hábitat de estas criaturas, cuyo nombre deriva del mechón de pelo naranja que rodea su cabeza como si fuera una melena, ha esta decreciendo debido a la deforestación. Los traficantes de animales también han atrapado durante décadas a estos monos de color brillante.
Cediendo a la presión de una asociación ambiental —y en acatamiento a una orden judicial— el administrador de la carretera concluyó a finales de julio la construcción del paso elevado que tiene como propósito contribuir a la conservación de la especie.
El puente, de unos 20 metros (65 pies) de ancho y el doble de largo, conecta la reserva biológica de Poco de Dantas, en la municipalidad de Silva Jardim, del estado de Río, con una finca que la Asociación del Tamarino León Dorado (AMLD por sus siglas en portugués) adquirió para convertirla en un parque ecológico.
Los árboles recién plantados sobre el puente miden apenas unos centímetros, pero se espera que en un par de años alcancen una altura tal que permita a los monos cruzar de una franja de la selva a otra.
Pueden verse algunos monos, que pesan alrededor de medio kilogramo (una libra), en los árboles de la selva cercana.
“Nuestro objetivo es consolidar un panorama de conservación para los monos. El mayor problema es la fragmentación de los bosques, que ya estaban muy deforestados debido a la expansión de los centros urbanos”, declaró Luiz Paulo Ferraz, geógrafo y secretario ejecutivo de la AMLD. Conectar las selvas significa más espacio para que los primates deambulen y se reproduzcan, y así conservar la diversidad genética, agregó.
Antes de la colonización, el bioma de la selva de litoral atlántico abarcaba más de 130 millones de hectáreas (330 millones de acres) cerca y a lo largo de la costa de Brasil, de la que más de 85 por ciento fue desmontada, lo que amenaza a plantas y animales, según el grupo ambientalista The Nature Conservancy.
Más de 70 por ciento de la población de Brasil vive en zonas que son o alguna vez fueron bosques en el litoral atlántico, según Rafael Bitante, director de restauración selvática de la Fundação SOS Mata Atlântica.
Y aunque pocos brasileños han visto en persona un tamarino león dorado, prácticamente todos han tenido uno en sus manos: se encuentra en los billetes brasileños de 20 reales. Esta criatura se ha convertido en símbolo de la preservación de la vida silvestre en Brasil y más allá.
En la década de 1970, cuando los científicos emprendieron programas de conservación, existían sólo 200 ejemplares, según la AMLD. La creación de la reserva Poco de Dantas en 1974 fue el punto de partida para recuperar la población y el hábitat de estos animales en el interior del estado de Río. En 2003, la categoría de conservación internacional de este primate mejoró al pasar de especie “críticamente en peligro” a especie “en peligro”.
El número de tamarinos leones dorados alcanzó tres mil 400 en 2014, el año del censo más reciente de AMLD. Un brote de fiebre amarilla en 2016 y 2017 causó la muerte de unos 900 ejemplares, el mayor golpe a esta especie desde el comienzo de las tareas de conservación.
Estos primates necesitan más hábitat para aumentar su número, según Carlos Alvarenga Pereira, coordinador del programa de restauración selvática de AMLD.
“Es un desafío local, y se necesita la participación de las comunidades rurales, convencer a los agricultores de reconvertir las tierras agrícolas improductivas en bosques recuperados”, dijo Pereira.
Los fiscales tuvieron que acudir a tribunales para conseguir una orden judicial que obligara al operador de la carretera a construir el puente, una condición incluida en la licitación pública para concesionar la carretera.