“El joven estuvo 17 días intubado, cayó en coma y requirió de varias modificaciones en su tratamiento hasta que comenzó a recuperarse”, informó elInstituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en un comunicado.
Ciudad de México, 25 de julio (SinEmbargo).– Joel es un adolescente de 13 años. Va a la secundaria y vive en Tijuana, Baja California, con su padre y una hermana de ocho años. “Hasta el 21 de junio, en su casa no se le dio mayor importancia a la emergencia sanitaria por la COVID-19”, dice el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), pero luego todo cambió.
Tres días antes de ese 21 de junio, el 18, Joel amaneció con molestias de garganta, un leve dolor de cabeza y fiebre. Al mediodía continuaron los síntomas, atribuidos a una gripe común. Siguieron dos días de inyecciones y algunos medicamentos orales para contrarrestar el malestar físico, relata el IMSS en un comunicado publicado este día.
A pesar de las inyecciones y los medicamentos, Joel no pudo recuperarse. Su padre contó al IMSS que no se podía ni mover de la cama.
“Con la ayuda de un vecino lo subieron a un automóvil para buscar ayuda médica. Acudieron a varias clínicas particulares, en donde rechazaron atenderlo”, de acuerdo con el IMSS.
“Sólo en un hospital me lo recibían si pagaba por adelantado poco más de 50 mil pesos. No tenía ese dinero. Hablé con el doctor de la familia y me dijo que lo llevara al Hospital número 20 del IMSS, especializado en el coronavirus”, contó el padre del menor.
El joven fue después recibido y atendido en el Hospital General Regional No. 20 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Tijuana. Para ese momento la situación ya era grave.
Fue atendido por médicos internistas, neumólogos, pediatras y el equipo de enfermería del área COVID-19 del Hospital, con un pronóstico reservado.
“En la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) requirió ser intubado de inmediato, sus niveles de oxigenación eran muy bajos y sus pulmones estaban completamente congestionados. En ese momento y durante dos semanas fue catalogado como el paciente más grave del área”, cuenta el IMSS.
“Yo sabía que mi hijo estaba en peligro de muerte, estaba desesperado, pero no perdimos la esperanza. La atención que tenía de los doctores y las enfermeras era excelente. Me mantuvieron todo el tiempo informado”, relató el padre de Joel.
El joven estuvo 17 días intubado, cayó en coma y requirió de varias modificaciones en su tratamiento hasta que comenzó a recuperarse. El esfuerzo del personal médico estaba dando resultados, señaló el IMSS.
Casi un mes después de ingresar, el muchacho fue dado de alta. No recuerda detalle alguno de su gravedad, sólo que despertó en su cama del hospital con una mascarilla de oxígeno, suero en el brazo y prácticamente sin molestia alguna. Estuvo cinco días más en observación y regresó a su hogar, contó el IMSS.