El paciente es ecuatoriano pero vive en Italia, no tiene síntomas y permanece aislado desde el 17 de abril.
Ciudad de México, 23 de julio (RT).- Desde mediados de abril para acá, un ecuatoriano ha dado positivo al coronavirus 15 veces. El caso se ha registrado en Linate, al norte de Italia, donde el hombre radica desde hace 20 años.
Según las pruebas PCR, Milko Mieles, de 49 años, tiene COVID-19 pero es asintomático. No obstante, puede contagiar a otras personas y por ello permanece aislado desde el 17 de abril, sin poder salir ni ver a su esposa e hijos. "Estoy desmoralizado", afirmó el hombre a medios locales.
Mieles asegura que ha llorado durante semanas, y que incluso tuvo un colapso emocional, debido a los constantes resultados que comprueban que aún no está libre del virus. Mientras tanto, debe permanecer en un centro administrado por la Cruz Roja Italiana, donde han realizado el seguimiento del caso.
"El tiempo pasa lentamente aquí. En la mañana camino por el jardín durante cinco kilómetros, siempre solo […] Luego leo las noticias por teléfono, veo televisión, hago videollamadas con mi esposa, que no he visto en tres meses, excepto a través de la pantalla del teléfono: la extraño mucho. Y también a mis hijos", expresó el paciente.
Mieles mencionó que incluso canceló su cuenta de Facebook porque "no podía soportar" que sus allegados le preguntaran sobre sus condiciones de salud y siempre tener que dar la misma respuesta.
NIÑA DE 4 AÑOS LLEVA ENCERRADA 120 DÍAS POR NO DAR PRUEBAS NEGATIVAS CONSECUTTIVAS
Una niña de cuatro años sufre los rigores del reglamento sanitario de Italia desde hace cuatro meses porque consta como enferma de COVID-19 pese a que no manifiesta síntomas, debido a que no ha dado negativo en dos análisis seguidos para que se considere que está curada.
Su madre explicó que se encuentra en esta situación desde marzo, pero no desea someter a la nena a más estrés porque por la noche "la atormentan pesadillas, de las que se despierta entre gritos en los que habla de monstruos y malos doctores".
La menor mostró los primeros síntomas de COVID-19 hace 120 días, tuvo fiebre alta y otros miembros de su familia también presentaron cuadros compatibles con esa enfermedad: a pesar de que ninguno fue hospitalizado, todos estuvieron "confinados en casa hasta principios de mayo".
El 14 de ese mes, a la pequeña le aparecieron manchas en las manos y a su madre le entró miedo por si tenía el síndrome de Kawasaki, pero en un centro sanitario descubrieron que tenía "un alto nivel de anticuerpos contra el virus".
ESTRÉS EN AUMENTO
Ese fue el comienzo de diversas pruebas durante las cuatro semanas siguientes, "cada una opuesta a la otra: débil, negativo, positivo". Cada procedimiento resultaba traumático, ya que tenían que inmovilizar a la paciente para insertarle los hisopos en la nariz y la boca.
La niña comenzó a manifestar trastornos de conducta, como miedo e inseguridad, y no quería que la tocaran ni subirse a un auto, así que su madre decidió no someterla más a esas situaciones y recurrió a las autoridades sanitarias locales y nacionales para buscar una solución.
FUTURO INCIERTO
"Todo el mundo" ha confirmado que la niña no puede propagar la pandemia, pero "nadie ha asumido la responsabilidad de liberarla" desde el punto de vista legal y, mientras aguardan ese momento, ya realiza una vida más o menos normal "sin objeciones" de ninguna autoridad, asegura su madre.
Sin embargo, esta incertidumbre podría impedir que la inscriban en la escuela, con lo cual esta mujer pide que "se evalúen otros elementos para el final de la cuarentena" porque su hija "tiene derecho a volver a vivir de manera legítima".