México

De casa en casa, la CdMx se lanza a aplicar pruebas a vulnerables en la batalla contra la COVID-19

18/06/2020 - 4:36 pm

Desde hace tres meses la Ciudad de México tiene brigadas de médicos y químicos que acuden a los hogares para extraer muestras y mandarlas al laboratorio para detectar casos de COVID-19.

Por Eduard Ribas i Admetlla

México, 18 jun (EFE).- Con 75 años, Rebeca pasa las horas postrada en el sofá de su casa porque le cuesta respirar y apenas puede caminar, por eso ha recibido la visita de una brigada médica de la Ciudad de México encargada de hacer pruebas de COVID-19 en los hogares de ciudadanos vulnerables con síntomas.

La capital mexicana anunció que redoblará los esfuerzos de rastreo del coronavirus SARS-CoV-2, ampliando de mil a 2 mil 700 las pruebas diarias para detectar una enfermedad que ya lleva casi 160 mil casos confirmados y 19 mil 080 fallecidos en el país.

Pero no todos los contagiados pueden desplazarse a los centros sanitarios, ya sea por su edad o estado de salud, y por eso la ciudad cuenta desde hace tres meses con brigadas de médicos y químicos que acuden a los hogares para extraer muestras y mandarlas al laboratorio.

DE CASA EN CASA, CON PRECAUCIÓN

Patsy Sánchez forma parte de una de las brigadas que rastrean el virus en la alcaldía Venustiano Carranza, en el oriente de la capital, y que a diario entran en unos siete domicilios bajo estrictas medidas de seguridad.

Al llegar a la vivienda de un paciente sospechoso de tener COVID-19, ella y los dos médicos que la acompañan invierten más tiempo en ponerse los cubrebocas, las máscaras, la bata y los guantes que en extraer la muestra.

Esta se obtiene rápidamente al introducir un largo hisopo en la boca y la nariz del paciente, algo que puede ser un poco molesto.

La capital mexicana anunció que redoblará los esfuerzos de rastreo del coronavirus SARS-CoV-2, ampliando de mil a 2 mil 700 las pruebas diarias para detectar una enfermedad que ya lleva casi 160 mil casos confirmados y 19 mil 080 fallecidos en el país. Foto: EFE.

"Ahorita las transportamos en un cultivo que conserva la toma de la muestra y al llegar las almacenamos a la temperatura correcta para mandarla al laboratorio y hacer la prueba", cuenta a Efe tras salir del domicilio de Rebeca, el tercer paciente que atiende en este día.

Al salir de la casa, deben retirarse minuciosamente el equipo de protección y desecharlo para evitar contagiarse.

El resultado de las pruebas se obtiene dos días después y la mayoría de casos se confirman. Patsy calcula que el 70 por ciento de los pacientes a los que ha tomado una muestra en los últimos tres meses han dado positivo a COVID-19.

Esto es así porque las visitas domiciliarias se hacen a personas que llaman al servicio de asistencia telefónica de la capital con indicios muy evidentes: "La sintomatología principal es la tos, la fiebre que no cesa y la dificultad para respirar", cuenta la química.

 Además son seleccionados aquellos que no pueden desplazarse a un centro médico que les haga la prueba y que tienen factores de riesgo como diabetes, obesidad o presión alta.

EL MIEDO INVADE A LOS PACIENTES

Rebeca ha recibido la visita de Patsy tras pasar estos filtros. Su hija Olga cuenta que en un inicio creyeron que era un resfriado pero hace cinco días que tose, casi no come y le cuesta tanto respirar que apenas puede dar unos pasos hasta el baño.

"Ella es muy animosa, es el centro de la familia. Más bien era la que nos cuidaba a los nietos e hijos pero ahorita está totalmente decaída, va comiendo poquito y se queda durmiendo en la mesa del agotamiento que tiene", explica.

Olga ha tenido que dejar a su esposo e hijos en su casa y mudarse estos días al humilde hogar de su madre, que vive sola, para cuidarla.

Las brigadas médicas tratan de verificar que los enfermos estén acompañados, dado que no pueden salir de casa, e informan a los familiares sobre los cuidados que hay que tener, ya que muchas veces desconocen las medidas higiénicas necesarias.

Se selecciona a personas que no pueden desplazarse a un centro médico. Foto: EFE.

Pero para Patsy lo más duro es llegar a un hogar y descubrir que el enfermo que avisó a emergencias "ya ha fallecido", o ver el temor en los ojos de las personas cuando les extrae la muestra.

"Se ven con miedo y preocupación. Generalmente se siente el miedo por la salud del paciente porque se puede deteriorar de un día para otro", explica.

EL RASTREO SIGUE POR TELÉFONO

Cuando una prueba arroja positivo de COVID-19, el servicio de asistencia telefónica de la capital llama a las personas que mantuvieron contacto con el enfermo en las últimas 72 horas para conocer su estado de salud.

Actualmente son 30 personas las que se dedican a estos rastreos, pero está previsto incorporar a 1.500 operadores dado que la ciudad quiere hacer "más y más muestras", cuenta Jorge Luis Pérez, director general de Operación Tecnológica en el Gobierno capitalino.

"Se presta mucho a la discriminación el estar enfermo de COVID, queremos evitar esa parte", explica al justificar que en sus llamadas nunca revelan la identidad de la persona que dio positivo.

En caso de que los contactos del enfermo presenten síntomas, se les invita a acudir a uno de los 117 centros de salud que hacen las pruebas o, de no ser posible, se les envía una brigada a su domicilio.

Es entonces cuando Patsy y su brigada entran de nuevo en acción.

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