Desde las praderas de Missouri hasta el desierto de Chihuahua, las memorias de Susan Shelby Magoffin guardan testimonio del paisaje, sus habitantes y la vida cotidiana en medio de una tensión diplomática que cercenó gran parte del territorio mexicano.
La autora, nacida en Kentucky en 1827, configura una de las primeras obras sobre la zona de Ciudad Juárez-El Paso. La investigadora Stella Drumm, quien recuperó el texto, señala el inusual encanto narrativo que su pluma alcanza en relación con otros diarios de la época.
Por Claudia Chacón
Ciudad Juárez, Chihuahua, 13 de junio (JuaritosLiterario).- La pluma de una joven mujer atestiguó –durante quince meses y casi tres mil kilómetros de viaje en el ahora extinto norte de México– una guerra entre el expansionismo norteamericano y una nación que desatendía sus fronteras.
Desde las praderas de Missouri hasta el desierto de Chihuahua, las memorias de Susan Shelby Magoffin, compuestas a mediados del siglo XIX, guardan testimonio del paisaje, sus habitantes y la vida cotidiana en medio de una tensión diplomática que cercenó gran parte del territorio mexicano.
El Diario de Susan Shelby, nacida en Kentucky en 1827, configura una de las primeras obras con intenciones literarias sobre la zona de Ciudad Juárez-El Paso, cuando ambas riberas eran un mismo espacio habitado por mexicanos. Su texto incluso es anterior a Cension, un boceto de Paso del Norte (1896), novela escrita por Maude Mason Austin medio siglo después, y de la que pronto me ocuparé en una futura reseña.
La travesía del matrimonio Magoffin comenzó en junio de 1846 cuando una extensa caravana –conformada por sus sirvientes, aparejos, mercancía y animales–, abandona Independence, en Missouri, para emprender la Ruta de Santa Fe (Santa Fe Trail) con fines comerciales. El viaje concluyó en septiembre de 1847, en Cerralvo, Nuevo León. Desde la primera página, la narradora adquiere consciencia de la particularidad de su escrito; ella misma pasaría a la historia con el título de la primera mujer blanca en descender por el antiguo Camino Real de Tierra Adentro. Susan Shelby Magoffin incursionó a nuestro país desde el septentrión continental, al mismo tiempo que el ejército norteamericano ganaba espacio en territorio nacional. “Esta noche, mi diario cuenta una historia esta diferente a lo que se ha hecho antes. Ahora, el telón se levanta con una escena inédita”.
Cuando la caravana cruza el Río Arkansas, una gastronomía distinta y los sonidos del español, incluidos en la propia narrativa, acentúan la entrada a la nación vecina del sur. Los anglófonos arriban a los pueblos con fuertes prejuicios sobre sus habitantes; sorprende que los discursos de racismo y xenofobia, presentes en nuestra actual sociedad, tengan una raíz tan lejana: “Pensé que los mexicanos carecían de refinamiento, sin juicio como los animales, hasta que escuché a uno de ellos decir: «¡Bonita muchacha!» Ahora tengo certeza de que es gente muy ágil e inteligente”.
En el entronque de la Ruta de Santa Fe con el Camino Real de Tierra Adentro, la caravana se enfiló hacia el sur. La estadía de los Magoffin en El Paso del Norte ocurre durante febrero de 1847, a un par de meses de la toma del poblado por parte del ejército estadounidense. Un año después, la firma del tratado de Guadalupe Hidalgo estableció al Río Grande-Río Bravo como la línea divisoria en los nuevos límites de ambos países.
Al igual que otros diarios escritos en tiempos de guerra, la perspectiva de las personas que viven en carne propia el conflicto logra un efecto humanizador en contraste con la visión fría y lejana que registra la Historia oficial. En El Paso del Norte, el matrimonio espera noticias del hermano James, arrestado por autoridades chihuahuenses, y reciben hospedaje con la familia del padre Ramon Ortiz, prisionero del ejército norteamericano. Es época de tensiones cruzadas. La convivencia desarrolla un ambiente de intimidad y comprensión fraternal donde, a pesar de la nacionalidad y la religión, la familia Ortiz y la Magoffin comparten un mismo pesar ocasionado por la guerra. Los días se suceden ante la zozobra de la incertidumbre.
En los momentos más aciagos, Susan abraza al catolicismo (una fe extranjera) en su búsqueda por Dios. Falta de agua, fiebres, noches en vela, un accidente en coche y un aborto espontáneo configuran algunos de los episodios más turbulento física y emocionalmente que atraviesa durante el viaje. Estos pasajes provocan la reflexión sobre su propia fe –la evangélica– y el valor de morir en nombre de su patria. Un amigo cercano al matrimonio, teniente coronel norteamericano muerte en el frente de batalla, “ha dejado un nombre atrás para desaparecer pronto de los anales de nuestro país. ¿De qué le sirve ese nombre ahora? ¿Le ha traído una corona en el cielo, o ganado un asiento a los pies del Salvador? Si no, puede ser que ese mismo nombre lo haya arruinado”.
El Diario salió a la luz en 1926, gracias al trabajo editorial de la investigadora Stella Drumm, quien recuperó el texto mediante la familia Magoffin y documentó el derrotero geográfico (por la Ruta de Santa Fe y hacia México) e histórico del texto, bajo el título de Down the Santa Fe Trail and into Mexico: The diary of Susan Shelby Magoffin. En la introducción, señala el inusual encanto narrativo que la autora alcanza, pese a las incomodidades del viaje. En relación con otros diarios de la época, afirma la estudiosa, la prosa de Shelby tiene un valor distinto con respecto a la cantidad de detalles contenidos en las descripciones de escenas y eventos. Si bien para la primera mitad del siglo XIX la publicación de esta escritura tan íntima apenas se consolidaba, para cuando la obra fue editada, los diarios ya eran considerados un género arraigado dentro de la literatura.
Además del valor histórico de la pieza, el Diario de Susan Shelby Magoffin puede ser leído en nuestros días más allá de los prejuicios sobre la nacionalidad de quienes se mueven entre sus páginas, ya que, al mismo tiempo, también configura el estereotipo de una mujer bien anclada a su época, religión y máxima convicción: el matrimonio. Para ella, según sus propias palabras, su marido era el mundo entero; no obstante, su ejercicio escritural muestra la inteligencia, determinación y valentía femeninas de una figura para quien la escritura constituyó el único refugio y medio de mantenerse perceptiva y crítica a un entorno inédito –nuestra frontera norte–, que parece soportar, desde antaño, la adversidad.