Este martes se realizaron protestas pacíficas en calles de Estados Unidos; la multitud en Nueva York permaneció en las calles pese al toque de queda, desafiando así las advertencias de las fuerzas del orden público.
Por Zeke Miller y Tim Sullivan
Nueva York, Estados Unidos, 3 de junio (AP).- Las protestas del martes fueron en gran parte pacíficas y las calles de Estados Unidos tuvieron su jornada más tranquila en varios días, desde que la muerte de George Floyd desencadenó marchas que en ocasiones derivaron en violencia y destrucción, además de demandas de que que se detenga la violencia policial y la injusticia contra los afroestadounidenses.
Durante la noche se registraron robos aislados en la Ciudad de Nueva York, y para el miércoles de madrugada se habían registrado más de 9 mil detenciones en todo el país desde el inicio de las protestas tras la muerte de Floyd, el 25 de mayo en Minneapolis. Pero fue una noche considerablemente más tranquila que las anteriores, que en algunas ciudades incluyeron incendios y disparos.
Muchas ciudades habían reforzado sus toques de queda, y las autoridades en Nueva York y Washington ordenaron a la gente que despejara las calles cuando aún era de día.
Un día después de que manifestantes pacíficos fueran dispersados cerca de la Casa Blanca para que el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se tomara una foto en una iglesia cercana, miles de personas se congregaron a una cuadra de distancia de la residencia presidencial. Los inconformes se colocaron frente a las fuerzas de seguridad, alineados detrás de una valla metálica colocada durante la noche para bloquear el acceso al Parque Lafayette, ubicado frente a la Casa Blanca.
"Lo de anoche me llevó al límite”, dijo Jessica DeMaio, de 40 años de edad, quien asistió a una protesta por la muerte de Floyd el martes por primera vez. “Estar aquí es mejor que estar en casa sintiéndome impotente”.
La multitud siguió en el sitio después de que entró en vigor el toque de queda de la ciudad a las 19:00 horas, desafiando las advertencias de que la respuesta de las fuerzas del orden público podría ser incluso más enérgica. Pero la multitud reunida el martes se mostró pacífica e incluso educada. En un momento, dado la muchedumbre comenzó a abuchear cuando un manifestante se subió a un poste de luz y quitó un letrero de la calle. Comenzaron a corear: “¡Protesta pacífica!”.
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Trump, por su parte, redobló sus peticiones de mano dura del lunes, cuando amenazó con enviar al ejército para restaurar el orden si los gobernadores no lo hacían.
“CIUDAD DE NUEVA YORK, LLAMA A LA GUARDIA NACIONAL”, tuiteó. “La escoria y los perdedores te están destrozando. ¡Actúa deprisa!”.
Miles de personas seguían en las calles de la ciudad de Nueva York el martes por la noche, ignorando el toque de queda de las 20:00 horas, aunque para las primeras horas del miércoles, en la mayoría de las calles sólo se veía a policía patrullando. Midtown Manhattan quedó salpicado de escaparates rotos tras las protestas del lunes.
También hubo protestas en otros puntos del país, como Los Ángeles, Miami, St. Paul, Minnesota, Columbia, Carolina del Sur y Houston, donde el jefe de policía habló con manifestantes pacíficos y prometió reformas.
Más de 20 mil Guardias Nacionales han sido convocados en 29 estados para combatir la violencia. Nueva York no es uno de ellos, y el Alcalde, Bill de Blasio, ha dicho que no quiere al contingente. El Gobernador, Andrew Cuomo, describió el martes lo sucedido en la ciudad como “una desgracia”.
“La Policía de Nueva York y el alcalde no hicieron su trabajo anoche”, dijo Cuomo en una sesión informativa en Albany. Afirmó que el Alcalde había subestimado el problema y que no se habían desplegado suficientes agentes, aunque la ciudad dijo haber multiplicado su presencia por dos.
El martes fue la octava noche seguida de protestas, que comenzaron después de que un policía blanco de Minneapolis apretara su rodilla contra el cuello de Floyd cuando el hombre estaba esposado, en el piso y diciendo que no podía respirar. El Agente, Derek Chauvin, ha sido despedido y acusado de asesinato.
La madre de la hija de seis años de Floyd, Gianna, dijo que quería que el mundo supiera que su pequeña había perdido a un buen padre.
“Quiero que todo el mundo sepa que esto es lo que arrebataron esos agentes”, dijo Roxie Washington durante una conferencia de prensa en Minneapolis con su hija al lado. “Quiero justicia para él porque era bueno. No importa lo que piense nadie, era bueno”.
El Papa Francisco dijo el miércoles que había “presenciado con gran preocupación” la situación en Estados Unidos e hizo una llamada a la reconciliación nacional.
“Amigos míos, no podemos tolerar o hacer oídos sordos al racismo y la exclusión en ninguna de sus formas, y aún así atribuirnos la defensa de lo sagrado de cada vida humana”, dijo el Papa durante su audiencia semanal, advirtiendo que “con la violencia no se gana nada, y se pierde muchísmo”.
Algunos manifestantes plantearon el creciente movimiento como una necesidad tras una sucesión de muertes a manos de policías.
“Se siente como si hubiera una cascada infinita de hashtags sobre muertes de gente afroamericana, y parece como si en realidad nuestros líderes políticos no estuvieran haciendo nada para provocar un cambio real”, dijo Christine Ohenzuwa, de 19 años de edad, que asistió a una protesta pacífica ante el capitolio estatal de Minnesota en St. Paul. “Siempre habrá un punto de inflexión. Creo que ahora mismo, estamos viendo el punto de inflexión en todo el país”.
Mientras tanto, gobiernos y alcaldes, republicanos y demócratas por igual, rechazaron la amenaza de Trump de enviar al ejército. Algunos dijeron que las tropas no eran necesarias, mientras que otros cuestionaron que el Gobierno tuviera esa autoridad y advirtieron que esa medida podría ser peligrosa.
Un alto cargo de la Casa Blanca, en declaraciones bajo condición de anonimato, dijo que el Presidente no tenía prisa por enviar al ejército y que su objetivo era presionar a los gobernadores para que desplegaran a más miembros de la Guardia Nacional.
Ese empleo del ejército sería una llamativa intervención federal poco habitual en la historia moderna de Estados Unidos.