Artes de México

Habitantes de la ciudad a blanco y negro

19/04/2020 - 12:01 am

La autora, a través de fotografías en blanco y negro capturadas en diversas ciudades del mundo, emula lugares descritos en el libro que tomó como inspiración. ¿Qué hay que decir de un libro de fotografías? Todo. En sus páginas se encuentran las ciudades desiertas cuyos edificios están ahí, pero que nadie los habita, son sólo elementos que adornan el contexto más inmediato.

Por Adonai Uresti

Ciudad de México, 19 de abril (SinEmbargo).- Otras ciudades invisibles, libro de Lorena Campbell y prologado por Óscar de la Borbolla, responde de manera necesaria al hueco que, décadas atrás, dejaría Italo Calvino con Ciudades invisibles. Si recordamos, cada ciudad descrita por Calvino traía consigo un sinfín de imágenes aleatorias de lugares reconocibles y otros (en su mayoría), que solo podíamos idealizar por sus particulares características.

La autora, a través de fotografías en blanco y negro capturadas en diversas ciudades del mundo, emula lugares descritos en el libro que tomó como inspiración. ¿Qué hay que decir de un libro de fotografías? Todo. En sus páginas se encuentran las ciudades desiertas cuyos edificios están ahí, pero que nadie los habita, son sólo elementos que adornan el contexto más inmediato. En otras, vemos a las personas que avanzan en fila, queriendo llegar a lugares que ellos mismos desconocen, buscando encontrarse con personas que conocen sólo un poco más. Se dice que, al llegar a una nueva ciudad, el viajero encuentra un pasado que no sabía que tenía, éstas ciudades no son diferentes, pues los que llegan a habitarlas se encuentran con monumentos que desconocen, los recuerdos se van desdibujando ¿o formándose? conforme más imágenes llegan a sus mentes.

Lorena Campbell, Rabat, Marruecos, 2007. En Lorena Campbell y Oscar de la Borbolla, Otras ciudades invisibles, México: Artes de México, 2017.

Hay otras ciudades en las que las palomas son espectadoras y no observadas, no existe el vuelo de emergencia que ocurre al presentir peligro, quienes las rodean son entonces los extraños, caminan con las cabezas agachadas y las manos en los bolsillos, deseando no llamar demasiado la atención.

Se vuelven invisibles, otra vez, aquellos lugares en los que de fondo queda el mar, uno en el que el agua solo es un adorno, un pretexto para una mejor fotografía. Un mar no es mar si tiene ausencia de color, así como una ciudad no existe sin sus habitantes.

Las ciudades que Campbell funda a partir de un disparo, no tienen fecha de vencimiento, se van reinventando conforme son vistas por visitantes y por locales, se reproducen en lugar de gastarse, como normalmente sucede con las ciudades que descansan sobre tradiciones antiguas que preceden a los habitantes actuales.

Lorena Campbell, Manhattan, N. Y, Estados Unidos, 1993. En Lorena Campbell y Oscar de la Borbolla, Otras ciudades invisibles, México: Artes de México, 2017.

En ellas hay dos personas que se besan frente a un anciano, una de las fotografías con más elementos añadidos. De fondo, un edificio que todo lo observa, los novios que se acercan bailando con la música que sale de —otra vez— las palomas mientras gorjean, observadas a su vez por otros invasores bienvenidos en sus terrenos. El anciano sólo observa el conjunto, no se sabe como un elemento más, y qué bueno.

Otra ciudad, tan similar en aspecto como en historia a la de Calvino, es la ciudad de los paraguas. En ella, no puede verse nada de lluvia, ¿de qué protege si no de la lluvia tal objeto en manos del hombre? Podría ser de la mirada que nuestra autora lanza hacia ellos. También está aquella ciudad en la que una mujer solitaria y con prisa camina sobre la acera. Dos líneas claramente dividen a los peatones y a los carriles, lugar donde no son bien recibidos tanto unos como otros, los contrarios. Al fondo, hombres trabajadores la ven andar mientras se cubre, igual que el resto, de alguna lluvia que la persigue.

Aunque al hacer una lectura de todo el libro, con sus fragmentos que nos recuerdan a las ciudades de Calvino, y las fotografías de Lorena, no es tan difícil saber que entre ciudad y ciudad, entre foto y foto, se encuentran sitios específicos que, con buen ojo, uno puede intuir o adivinar. Aunque realmente, de entre todas las fotografías que nos presenta, son poco más de diez lugares las que complementan las ciudades invisibles y dejan de ser otras para convertirse en una sola.

Lorena Campbell, La Habana, Cuba, 1995. En Lorena Campbell y Oscar de la Borbolla, Otras ciudades invisibles, México: Artes de México, 2017.

Se distinguen, por ejemplo, los barrios mexicanos en los que siempre está presente, quién sabe cómo, algún can sin hogar de huesos asomados y lengua cansada, cola agachada y cabeza en alto. O, del mismo modo, los monumentos que nos recuerdan la Roma antigua que no es muy diferente de la actual. También las caras alegres de Cuba o los paisajes bogotanos, la oscuridad del Bronx y el minimalismo de Kioto

Otras ciudades invisibles no es una muestra azarosa de fotografías, son lo que necesita un discurso para estar completo, la explicación necesaria que resuelve dudas sobre lo ya conocido. No es casualidad, tampoco, el tamaño que tiene cada fotografía, las divisiones marcadas, los colores ignorados. Cada fotografía forma parte de un todo.

Rostros sonriendo, ignorando, cantando, caras llanas, redondas, desdentadas, blancos, negros, mestizos, folklor, fiesta, cultura, historia, calles, automóviles, ruido, silencio, vida, amor y muerte, se compaginan para dar sentido y reconciliarse con historias que no sabíamos que conocíamos al visitar una ciudad, esas otras ciudades que, en realidad, son todas, las diferentes a las nuestras. Así como, naturalmente, la nuestra es la otra ciudad que tarde o temprano tendrá que ser completada por el visitante oportuno.

Otras ciudades invisibles es una publicación de Artes de México, consíguela a través de su página oficial https://catalogo.artesdemexico.com/productos/otras-ciudades-invisibles/

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