Gustavo De la Rosa
07/04/2020 - 12:02 am
Una carta a mis jóvenes alumnos
En esta ocasión, publico una carta que dirigí a mis alumnos de Derecho de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, con motivo de la llegada de las vacaciones programadas en el calendario escolar, y considero que esta carta puede extenderse a los jóvenes del país, considerando que muchos de ellos están saliendo a donde sus […]
En esta ocasión, publico una carta que dirigí a mis alumnos de Derecho de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, con motivo de la llegada de las vacaciones programadas en el calendario escolar, y considero que esta carta puede extenderse a los jóvenes del país, considerando que muchos de ellos están saliendo a donde sus posibilidades les permiten sin seguir las recomendaciones de resguardo debido al COVID-19, como se observa en los videos que circulan por las redes de caravanas de vacacionistas rumbo a las playas.
Compañeros:
Hoy es el último día de clases formales; durante las dos semanas pasadas hemos sostenido la clase en línea y ahora me piden que les permita descansar estas dos próximas semanas, como está reglamentado y no se trata de mi voluntad seguir trabajando o no en línea, formalmente nos veremos por aquí después del 20 de abril, pero quiero expresar mis opiniones respecto al concepto de las vacaciones.
No considero que estén en vacaciones, tal vez estén descansando del estrés de esperar un horario para trabajar en línea o de lo aburrido que suele resultar cuando las habilidades del profesor no son las mejores, pero definitivamente no son vacaciones, no son para que ustedes salgan a disfrutar o viajar a otro sitio o centro de diversión.
Ustedes viven en México, y México se encuentra en una emergencia de salud; las emergencias sanitarias son lo más grave que le puede suceder a una nación (estamos más alarmados por el contagio de ocho personas por el COVID-19 que por los 150 asesinatos que sucedieron durante el mes de marzo); los virus, a diferencia de los delincuentes, no tienen intencionalidad, de tal suerte que todos estamos expuestos.
Sin embargo, sabemos que los efectos del contagio no son los mismos entre los jóvenes que entre los mayores o personas con condiciones crónicas como la hipertensión, diabetes u obesidad; a ustedes los afecta en pocos casos, mientras que a los sectores vulnerables puede llevarnos a la muerte (pareciera que este virus vino a limpiarles el camino para que construyan el país que quieren con nuevas ideas, nuevos paradigmas y con ustedes como únicos actores).
Aun así, y aunque el COVID-19 sea asintomático en la mayoría de los jóvenes infectados, a través de ellos puede contagiar a terceros, como las personas con las que viven o con las que tienen algún trato, por eso es tan peligroso para la ciudadanía general que ustedes anden sueltos en las calles; acabarán por contagiarse sin darse cuenta, llevarán el contagio a sus familiares y afectarán a aquellos en el hogar mayores de 60 años o que sufren de alguna condición crónica. Si alguien irresponsablemente se contagia y después contagia a otra persona vulnerable, debe asumir su responsabilidad.
Hemos sido muy insistentes en que el Derecho como tal no existe autónomamente y precisado que los derechos de alguien son correlativos a los de otras personas, por eso deben tener claro que el derecho de los ancianos a la salud es correlativo a la obligación de ustedes de no contagiarse ni convertirse en trasmisores del virus.
En un acto de suma irresponsabilidad ustedes, que pueden ser la vía de contagio a sus padres, tíos o abuelos, no han querido aceptar que se han convertido en trasmisores del virus como los mosquitos lo son del dengue y el paludismo; en ocasiones las personas contagiadas por los mosquitos mueren y nosotros odiamos a los mosquitos por ello, generando políticas preventivas contra ellos, y nadie protesta contra esas campañas.
Quiero ser claro: si alguno de ustedes se contagia por tomar vacaciones, irse de antro o hacer fiestas privadas, si el contagio se manifiesta con una tos o cursa de manera asintomática, si al regresar a casa lo trasmiten a un familiar mayor de 60 años o que acarrea múltiples enfermedades, y si después éste falleciera a causa del virus, ustedes serían los responsables, porque no cumplieron con la obligación a su cargo de mantenerse en casa. Esta cadena de acciones equivale a ir manejando un carro en estado de ebriedad y atropellar a un transeúnte, es decir, si la persona muere el responsable de la muerte de manera culposa es el chofer.
Por esto les suplico, quédense en la casa, podemos entretenernos estudiando Introducción al Derecho si así lo quieren; aprovechemos el tiempo, repasemos el curso y preparémonos para los exámenes finales (podríamos hacer algunos exámenes de práctica), o si prefieren hacer otra cosa háganla, pero esto es totalmente independiente de su responsabilidad social, no salgan por lo que más quieran.
Me despido de ustedes no sin antes insistir que están obligados a quedarse en casa.
Atentamente, su profesor.
Gustavo de la Rosa Hickerson.
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