Los canadienses expresaron decepción de que su vecino aliado esté bloqueando envíos de las mascarillas desde Estados Unidos con el fin de garantizar que estén disponibles para su gente durante la pandemia del coronavirus.
TORONTO, Apr 5 (AP).- El Primer Ministro de una provincia canadiense que albergó a miles de pasajeros estadounidenses que quedaron varados luego de los atentados del 11 de septiembre de 2001 cuestionó el domingo la calidad humana del Presidente Donald Trump luego de que prohibió que Estados Unidos exporte las mascarillas N95 a Canadá.
El líder conservador de otra provincia comparó la acción con un familiar que tiene un festín mientras deja que otro muera de hambre. Y otro Primer Ministro dijo que le recordaba a 1939 y 1940, cuando Canadá formó parte de la lucha contra el fascismo mundial mientras que Estados Unidos se mantuvo fuera en los primeros años.
Los canadienses a lo largo y ancho del país expresaron dolor y decepción de que su vecino y añejo aliado esté bloqueando envíos de las mascarillas desde Estados Unidos con el fin de garantizar que estén disponibles para su gente durante la pandemia del coronavirus. Los trabajadores de salud canadienses, al igual que los estadounidenses, necesitan urgentemente las mascarillas, las cuales proporcionan más protección contra el virus que causa la enfermedad COVID-19.
El Primer Ministro de Terranova, Dwight Ball, dijo que una de las lecciones más grandes de humanidad es que en tiempos de crisis no dejemos de ser humanos.
“Decir que estoy furioso por las acciones más recientes del Presidente Trump de Estados Unidos es quedarse corto”, comentó Ball. “No puedo creer ni por un segundo que durante una época de crisis el Presidente Trump pudiera siquiera pensar en prohibir el envío de suministros médicos vitales a Canadá”.
Ball recordó que, en 2001, más de 6 mil 600 pasajeros descendieron en Gander, una localidad de 10 mil habitantes en Terranova, sin ningún aviso debido a que más de 200 vuelos fueron desviados a Canadá luego de los atentados en Estados Unidos.
Los miembros de las tripulaciones llenaron los hoteles de Gander, por lo que los pasajeros fueron trasladados a escuelas, estaciones de bomberos e iglesias. El ejército canadiense llevó 5 mil catres. Las tiendas donaron frazadas, cafeteras, asadores. Los residentes permitieron que los pasajeros se ducharan en sus casas y les dieron comida, ropa, juguetes y teléfonos para que pudieran llamar a sus hogares sin costo alguno.
“Terranova y Labrador nunca renunciarán a la humanidad. No dudaremos ni un segundo si tenemos que repetir lo que hicimos el 11 de septiembre. Lo volveríamos a hacer”, aseveró Ball.
“Este es un momento en el que necesitamos trabajar juntos para seguir protegiendo a nuestros residentes y mantenerlos a salvo del COVID-19 sin importar dónde vivan ni el pasaporte que tengan”, puntualizó.
Trump utilizó su autoridad bajo la Ley de Producción de Defensa de 1950 para instruir al gobierno que adquiriera el número “adecuado” de mascarillas N95 de la empresa 3M, con sede en Minnesota, y sus filiales.
Pidió también dejar de exportar ese tipo de mascarillas, aunque 3M emitió un comunicado en el que dijo que ello podría tener “implicaciones humanitarias significativas” para los trabajadores de salud de Canadá y Latinoamérica. La compañía señaló que una posible represalia por parte de otras naciones podría conllevar a una menor cantidad de mascarillas disponibles en Estados Unidos.
El Primer Ministro canadiense Justin Trudeau asumió un enfoque más diplomático y dijo el domingo que confía en que Canadá aún podrá importar mascarillas N95 desde Estados Unidos pese a la prohibición a las exportaciones, e indicó que hablará con Trump en los próximos días.
El premier dijo previamente que Ottawa no aplicará represalias ni medidas punitivas contra Washington.
“Confío en que vamos a poder solucionar esto y espero hablar con el Presidente en los próximos días”, afirmó.