Verde es el “código de salud” que indica que un usuario no padece síntomas, y es necesario mostrarlo para subir al metro, registrarse en un hotel o entrar a la ciudad de 11 millones de habitantes. Todavía existen restricciones para aquellos con símbolos amarillos o rojos.
Por Lori Hinnat y Robert Bumsted
PARIS (AP) — La carrera mundial para proteger a la población de los portadores involuntarios del coronavirus se intensificó el jueves, enfrentando a gobiernos por la compra de equipos de protección y generando nuevas dudas sobre quién debería llevar mascarilla, someterse a controles de temperatura e incluso salir de casa.
En la ciudad china de Wuhan, donde comenzó la pandemia en diciembre, un símbolo verde en sus smartphones dicta los movimientos de sus residentes. Verde es el “código de salud” que indica que un usuario no padece síntomas, y es necesario mostrarlo para subir al metro, registrarse en un hotel o entrar a la ciudad de 11 millones de habitantes. Todavía existen restricciones para aquellos con símbolos amarillos o rojos.
En el norte de Italia, que con más de 13 mil decesos es el país con mayor número de muertes por coronavirus del mundo, guardas armados con termómetros infrarrojos deciden quién puede entrar a los supermercados. En Los Ángeles, el Alcalde recomendó que sus cuatro millones de habitantes lleven mascarilla.
Un alto funcionario de salud del este de Francia, la región gala más afectada por la pandemia, dijo que los estadounidenses entraron a un aeropuerto chino para quedarse con un avión cargado de máscaras que habían sido encargadas por París.
"En la pista, los estadounidenses llegan, sacan dinero en efectivo y pagan tres o cuatro veces más por nuestros pedidos, por lo realmente que tenemos que luchar”, dijo Jean Rottner, médico de urgencias en Mulhouse, a la emisora RTL.
Un estudio elaborado por investigadores en Singapur estimó el miércoles que alrededor del 10 por ciento de los nuevos contagios podrían estar provocados por personas que portan el virus pero son asintomáticas.
En respuesta, los Centros para la Prevención y el Control de Enfermedades de Estados Unidos modificaron la forma en que definía los riesgos de infección, señalando ahora que esencialmente cualquiera puede ser portador, muestre o no síntomas. Pese al cambio, no varió su recomendación en contra de que todo el mundo lleve mascarillas.
Por otra parte, España batió el jueves un nuevo récord en víctimas por COVID-19, la enfermedad provocada por el coronavirus, con 950 decesos en 24 horas, pese a que el ritmo de contagios parecía ralentizarse. Los nuevos casos subieron cerca de un ocho por ciento hasta 110 mil 238.
Las autoridades sanitarias españolas afirmaron que los contagios pasaron de un promedio diario del 20 por ciento hasta el 25 de marzo, a menos del 12 por ciento luego de esa fecha, más de 10 días después del inicio del confinamiento.
El Gobierno ha reconocido que el número real de infectados podría ser mucho mayor debido al número limitado de pruebas que se realizan.
Más del 95 por ciento de las víctimas mortales por coronavirus en Europa tenían más de 60 años, explicó la Organización Mundial de la Salud el jueves.
Desde Nueva York a Los Ángeles, las autoridades estadounidenses advirtieron que lo peor está por llegar.
Las muertes por coronavirus en el estado de Nueva York se multiplicaron por dos en 72 horas a más de mil 900. El Gobernador de la región, Andrew Cuomo, ya había denunció que los estados estaban compitiendo entre ellos por la compra de material de protección y respiradores, o que perdían pujas en favor del Gobierno federal.
El Alcalde de Los Ángeles, Eric Garcetti, dijo que incluso “embozarse en un pañuelo” podría frenar la propagación del virus y recordar a la gente que debe mantener la distancia.
En Grecia, las autoridades pusieron a todo un campo de refugiados bajo cuarentena el jueves tras descubrir que un tercio de los 63 contactos de una mujer infectada habían dado positivo, sin que ninguno de ellos mostrase síntomas.
En total, cerca de 952 mil personas en todo el mundo han contraído la enfermedad, según el conteo de la Universidad Johns Hopkins. Más de 48 mil han fallecido de COVID-19 y otras 202 mil se han recuperado ya.
Se cree que las cifras reales son mucho más elevadas debido a la escasez de pruebas, la diferencias de criterios en el conteo de los muertos y los casos leves que no se reportan. Los críticos sostienen que algunos gobiernos han reportado menos casos de forma deliberada para evitar las críticas.
En la mayoría de los pacientes, el COVID-19 la enfermedad causada por el coronavirus, provoca síntomas leves o moderados, como fiebre y tos. Pero en otros, especialmente en mayores y personas con patologías previas, puede derivar enfermedades más graves, como la neumonía, e incluso la muerte.
Los mercados asiáticos tuvieron altibajos el jueves luego de que una advertencia de la Casa Blanca de que hasta 240 mil estadounidenses podrían fallecer por la pandemia sacudió Wall Street en la víspera. El Promedio Industrial Dow Jones perdió más de 970 puntos, más de 4 por ciento.
CÓDIGO DE SALUD EN CHINA
Desde que estalló el brote de coronavirus, la vida en China depende de un símbolo verde en la pantalla del smartphone.
El “código de salud” de color verde que indica que el usuario no tiene síntomas hace falta para subir al metro, registrarse en un hotel o simplemente entrar en Wuhan, la ciudad en el centro del país, de 11 millones de habitantes, donde comenzó la pandemia en diciembre.
El sistema se basa en la penetración casi universal de smartphones en China y en la apuesta del Partido Comunista por el “big data” para ampliar sus sistemas de vigilancia y control sobre la sociedad.
Al llegar el miércoles a una estación de metro de Wuhan, Wu Shenghong, gerente de una planta textil, utilizó su smartphone para escanear un código de barras en un cartel, que activó su aplicación de salud.
En la pantalla apareció un código verde y parte de su identificación. Un guardia con mascarilla y gafas protectoras la dejó pasar.
Si el código hubiera sido rojo, habría indicado al guardia que se había confirmado que Wu estaba infectada o estaba a la espera de recibir diagnóstico por síntomas como fiebre.
Un código amarillo indicaría que tuvo contacto con una persona infectada y no había completado su cuarentena de dos semanas, por lo que debería estar en un hospital o haciendo cuarentena en casa.
El sistema ha ayudado a darle tranquilidad tras dos meses de confinamiento que dejaron desiertas las calles de Wuhan, dijo Wu, que se dirigía a visitar a varios minoristas tras regresar al trabajo esta semana.
La gente con códigos rojos o amarillos “definitivamente no están correteando fuera”, dijo Wu, de 51 años. “Me siento segura”.
El uso intensivo del código de salud forma parte de los esfuerzos de las autoridades por reavivar la economía china al tiempo que impiden un repunte de las infecciones cuando los trabajadores regresen a fábricas, comercios y oficinas.
Casi todo el acceso a Wuhan, el núcleo manufacturero de China central, quedó suspendido el 23 de enero para combatir el coronavirus.
El bloqueo se amplió a las ciudades cercanas en la provincia de Hubei y después se ordenó a la gente en todo el país que se quedara en casa, en las medidas de control de enfermedades más grandes jamás aplicadas. Se esperaba que las últimas restricciones sobre Wuhan se levantaran el 8 de abril.
Otros gobiernos deberían considerar la introducción de sistemas similares de “rastreo de contacto digital”, según recomendaron expertos de la Universidad de Oxford en un reporte publicado el martes en la revista Science.
El virus se expande demasiado rápido para los métodos tradicionales de monitorear infecciones, “pero podría controlarse si este proceso fuera más rápido, más eficiente, y ocurriera a escala”, indicaron los investigadores.
Una vez en el metro, Wu y otros pasajeros utilizan sus celulares para escanear un código que registra el número de vagón en el que viajan, en caso de que las autoridades necesiten localizarles después.
Un asistente lleva un cartel con el mensaje: “Por favor, lleve mascarilla durante su viaje. No se acerque a los demás. Escanee el código antes de bajar del tren”. Los asientos están marcados con puntos que indican dónde deben sentarse los viajeros para mantener la distancia entre ellos.
La rutina es similar en centros comerciales, edificios de oficinas y otros espacios públicos en Wuhan. La gente muestra su código de salud y guardias con guantes y mascarillas comprueban su temperatura corporal antes de permitirles pasar.
El sistema de códigos se suma a un creciente entorno de vigilancia de alta tecnología que registra lo que hacen los ciudadanos chinos en público, en internet y en su trabajo. Millones de cámaras cubren las calles, desde las grandes ciudades a pueblos pequeños. Los censores monitorean la actividad en internet y medios sociales. Las teleoperadoras estatales pueden rastrear los movimientos de los clientes de telefonía móvil.
El amplio sistema, conocido popularmente como crédito social, pretende reforzar la obediencia a las normas oficiales. La gente con demasiados deméritos, por infracciones que van desde delitos menores a dejar basura en la calle, pueden ver vetado su acceso a pasajes de avión, préstamos bancarios, empleos para el Gobierno o a salir del país.
Un comunicado del Gobierno municipal de Tianjin, una ciudad portuaria de 16 millones cercana a Beijing, indicó que los códigos de salud eran temporales, pero no aclaró cuándo dejarían de utilizarse.
Los códigos llegan a través del popular servicio de mensajería WeChat de la gran operadora de internet Tencent Ltd. y el servicio de pagos electrónicos Alipay de Alibaba Group, la empresa de comercio electrónico más grande del mundo.
Unos 900 millones de personas utilizan el sistema en WeChat, según el diario Beijing Youth Daily y otros medios. No se ha reportado el total de Alipay.
Recibir el código es sencillo: los usuarios rellenan un formulario electrónico con sus datos personales, su dirección y si tienen tos o fiebre. El sistema no incluye pasos para confirmar si un usuario está sano.
Las autoridades han advertido que “se tratará severamente” a los infractores, aunque por el momento no se han detallado las sanciones.
Según las normas, los que intentan viajar con un código rojo serán penalizados en el sistema de crédito social.
“El fraude, el engaño y otros comportamientos” suponen sanciones que “tendrán un enorme impacto sobre su vida y trabajo en el futuro”, según un comunicado del Gobierno provincial de Heilongjiang, en el nordeste del país.