Este título, producido por las empresas de las dos actrices, se estrenó en Estados Unidos en la plataforma de streaming Hulu obteniendo una buena aceptación del público y críticas mayoritariamente positivas, aunque no excelentes, por parte de la prensa especializada.
Por Alicia Civita
Miami, 28 de marzo (EFE).- Reese Witherspoon y Kerry Washington exploran brutalmente la maternidad y el racismo entre las mujeres en la adaptación para televisión del éxito literario Pequeños fuegos por todas partes, de la escritora estadounidense Celeste Ng.
Al igual que en el libro, esta serie logra transmitir con éxito los enfrentamientos que muchos han definido como mommy wars (guerra entre madres), pero especialmente aquellos referidos a los estilos de crianza.
Además, la producción va aún más allá con los problemas raciales. En el caso de estas mujeres, que se ven a ellas mismas como liberales, estos se dejan ver en microagresiones representadas en miradas, comentarios insidiosos y saboteos que van aumentando en importancia.
Esta serie, producida por las empresas de las dos actrices, se estrenó en Estados Unidos en la plataforma de streaming Hulu obteniendo una buena aceptación del público y críticas mayoritariamente positivas, aunque no excelentes, por parte de la prensa especializada.
LA WITHERSPOON DE SIEMPRE
Little Fires Everywhere no ha logrado los aplausos unánimes que tuvieron Big Little Lies en HBO y The Morning Show en Apple TV+, las dos producciones anteriores de Witherspoon, por fallas en actuación, dirección, producción, fotografía o guión. De hecho, en todos esos aspectos se lleva una "A".
El problema es que se siente más de lo mismo en el caso de Witherspoon.
Su personaje de Elena Richardson es, en la superficie, demasiado parecido al de Madeline McKenzie en Big Little Lies. Ambas son rubias, ricas y fascinadas con la cultura de "vivir bonito", aunque Little Fires Everywhere esté anclada a finales de los 90, cuando Instagram no era si quiera el embrión de una idea.
Ese parecido superficial es suficiente como para que se tracen similitudes entre las dos producciones, como que la acción discurra en comunidades suburbanas de clase alta o media alta o que explore las diferentes maneras de ser madres, que se sienta la tensión entre las residentes de años con la recién llegada y que la imagen de perfección esconde una terrible fealdad.
Eso no quiere decir que la serie sea mala.
LO QUE NECESITABA
Tal vez si la producción hubiese salido más más adelante, habría sido más fácil apreciar la habilidad de Witherspoon para encarnar a una mujer tan dominada por "lo que debe ser", que se ha convencido a sí misma de que no es tan racista, clasista y estirada.
Y, sobre todo, que no entiende cómo va ofendiendo con sus agresiones pasivas, hasta que explota una bomba social que amenaza con su matrimonio y termina con el incendio de su casa.
¡No es spoiler! La serie empieza así.
Por su parte, Washington lleva con ella tanto la dignidad como la fuerza, dos cualidades rescatables de Olivia Pope, el personaje que la hizo una estrella internacional en su serie Scandal.
La actriz, que interpreta a Mía, crea momentos mágicos en la relación de su personaje con su hija Pearl (Lexi Underwood) y transmite a la perfección esa indignación callada de los que han sido abusados y subestimados por años.
Desde que se ve a Washington por primera vez y, sin que abra la boca, es evidente que Mía lleva un gran peso sobre sus hombros.
Toda la acción en Little Fires Everywhere gira en torno a la relación entre Elena y Mía, que comienza con intentos de ambas de subsanar la antipatía que se tuvieron inicialmente y las lleva a una cercanía con resultados catastróficos.
El detonante de la historia aparece con una pareja anglo, ambos cercanos de Elena, que espera que se haga oficial la adopción de una bebé china abandonada y una amiga de Mía, una inmigrante indocumentada que la dejó en medio de una crisis de depresión postparto y madre de la bebé.