ATENCIÓN: ESTA NOTICIA CONTIENE SPOILERS
El filme gira sobre dos mundos muy distintos que terminan chocando, comercios de barrio, pasadizos secretos y una gran mansión son los escenarios que conforman la cinta y que no existen.
Por Andrés Sánchez
Seúl, 12 febrero (EFE).- Comercios de barrio, pasadizos subterráneos, un gigantesco estudio para escenas acuáticas o una mansión a las afueras de Seúl que en realidad no existe integran la anatomía escénica de Parasite, la gran película triunfadora de los Óscar este año.
"Querían alquilar el local durante tres días, aunque al final debido a la lluvia estuvieron una semana rodando", cuenta pegada al calentador Kim Kyung-soon mientras muestra a Efe fotos que tomó del director Bong Joon-Ho o de la actriz Park So-Dam.
Kim es dueña de una tienda de alimentación agazapada en una de las muchas esquinas del enrevesado barrio de Ahyeon, en Seúl, y estos días recibe muchas visitas; en su bazar se filmó la secuencia en la que los personajes de Ki-Woo y Min comparten una botella de soju, el destilado coreano por excelencia, al inicio de la cinta.
Otros locales modestos de los barrios de Noryangjin (donde está la pizzería para la que los Kim ensamblan cajas) o Mangwon (que alberga el "bufet para conductores" donde almuerza esta familia) le sirvieron a Bong para terminar de componer uno de los dos universos que conviven en Parasite.
PELDAÑOS Y ESCALINATAS AL ÉXITO
El filme, ganador de cuatro Óscar -incluyendo Mejor Largometraje y Director-, gira sobre estos dos mundos muy distintos que convergen y acaban chocando, dos espacios ligados por infinidad de peldaños y escalinatas -una de las cuales, por cierto, se encuentra junto a la tienda de la señora Kim- manifiestamente alegóricos.
La enorme escalera que conduce al pasadizo subterráneo de Jahamun se usó a su vez para filmar esa suerte de bajada a los infiernos que protagonizan los Kim mientras les jarrea la tormenta.
Todo para poner en escena una metáfora que tiene mucho de realidad en Seúl, ciudad en la que es común que la gente con alto poder adquisitivo viva en las soleadas colinas desde las que se divisa el resto de la urbe, donde la luz natural es un bien más escaso.
LA MANZANA DE LOS PARK
Una de estas lomas, situada en el exclusivo barrio de Seongbuk, sirvió para filmar los exteriores de la manzana donde supuestamente viven los acaudalados Park.
La zona acoge restaurantes y galerías de arte ajardinados y con amplios estacionamientos, además de embajadas y residencias en las que los pinos que brotan por encima de las elevadas verjas aparecen exquisitamente podados.
Aquí el tráfico es esporádico, se escucha el canto de los pájaros y apenas se ven las máscaras que se han hecho omnipresentes en otras zonas de Seúl desde que irrumpió el coronavirus, tal vez porque los pocos vecinos que asoman por las calles de Seongbuk, al igual que la familia Park en el filme, hace años que no toman el metro.
CUATRO DECORADOS DIFERENTES
No obstante, los verdaderos núcleos de estos dos universos que retrata Parasite se construyeron en cuatro decorados diferentes.
La primera planta de la mansión Park, incluyendo el jardín, se levantó en realidad cerca de Jeonju (200 kilómetros al sur de Seúl), ya que Bong tenía muy claro lo que quería: un espacio diáfano pero a la vez hitchcockiano (el gran ventanal actúa como una suerte de ventana indiscreta en el salón, donde no hay televisor) y lleno de recovecos.
El caserón, que es casi un personaje más, se completó en dos platós de sonido en los que se construyeron la segunda planta y los sótanos.
Tampoco existen el semisótano y la calle en la que viven los Kim, que se edificaron dentro del Aqua Studio -donde se han filmado cintas coreanas como The Admiral y Oda a mi padre- en Goyang, ciudad dormitorio al noroeste de Seúl, por el simple hecho de que debían anegarse por completo.
El director de producción, Lee Ha-Jun, se inspiró en un departamento en el que vivió siendo estudiante (incluido el abigarrado retrete, típico en este tipo de viviendas en Corea del Sur) y junto a su equipo recolectó materiales de barrios en ruinas para armar la calle entera, la cual luego salpicó de bolsas con basura orgánica de verdad.
El resultado: la mayoría de espectadores surcoreanos pensó que la vivienda y el callejón eran uno de tantos de los que comúnmente se encuentran en Seúl.