Alejandro Calvillo
11/02/2020 - 12:04 am
El mejor etiquetado
Los niños son los que están en mayor riesgo de salud por las proyecciones de obesidad y diabetes que hay para ellos si no se cambian las condiciones ambientales que llevan al alto consumo de chatarra y bebidas endulzadas.
Primero fue el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia, Unicef, y después las representaciones conjuntas de este organismo, la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud y la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, quienes dirigieron felicitaciones al Presidente López Obrador por la aprobación del nuevo etiquetado frontal de alimentos y bebidas en México, señalando que es uno de los más avanzados en el mundo. Es este el primer reconocimiento que recibe el actual Gobierno por parte de organismos internacionales por una política que ha decidido implementar.
Contrasta este reconocimiento con la intensa campaña de los organismos empresariales contra este etiquetado de advertencia. Contrastan, pero no extrañan, estas posiciones totalmente opuestas, mientras los organismos de Naciones Unidas reconocen al etiquetado como uno de los mejores del mundo, las cámaras empresariales señalan totalmente lo contrario. La contradicción viene por la naturaleza de cada uno de los actores, los organismos de Naciones Unidas tienen por misión proteger la salud, la alimentación, los derechos de la infancia; las cámaras empresariales las ganancias crecientes de las industrias. Esta es la naturaleza de unos y otros.
OPS/OMS, FAO y Unicef recomiendan la alimentación saludable, reconocen el daño que han hecho en el mundo la invasión de los alimentos y bebidas ultraprocesadas desplazando las dietas tradicionales; han estudiado y evaluado esta situación, los etiquetados de los alimentos y bebidas, su publicidad dirigida a la infancia, su presencia en las escuelas. A la vez, estos organismos han evaluado las mejores prácticas para enfrentar la epidemia de obesidad, que están dirigidas a reducir el consumo de estos productos y a recuperar los alimentos regionales y las culturas culinarias.
Por su parte, las grandes corporaciones buscan seguir expandiendo la venta de sus productos, que la gente consuma más de sus productos y que los que aún no los consumen, comiencen a consumirlos. Para ello es necesario mantener a los consumidores en la ignorancia sobre las características de sus productos, para ello es necesario mantener su publicidad con elementos altamente persuasivos a los niños –aprovecharse de su credulidad e inexperiencia-, para ello es necesario defender la presencia de sus productos en las escuelas y mantener y extender su penetración en todos los territorios, especialmente en las poblaciones más vulnerables.
El etiquetado frontal de advertencia aprobado en México es parecido al desarrollado en Chile, en Perú y Uruguay, sin embargo, es mejor. Puede decirse que es el mejor. Primero, advierte la alta presencia de azúcares, grasas saturadas, sal/sodio y calorías en los productos, de una forma que se ha probado es comprensible por parte de los grupos más vulnerables, sin importar el nivel educativo. Algo fundamental, este tipo de etiquetado en forma de octágonos negros con letras blancas es muy comprensible para los niños, como se ha probado en todos los países donde se ha implementado (Chile, Perú y Uruguay) o está por implementarse, como en México. Los niños son los que están en mayor riesgo de salud por las proyecciones de obesidad y diabetes que hay para ellos, si no se cambian las condiciones ambientales que llevan al alto consumo de chatarra y bebidas endulzadas. Se estima que uno de cada dos niños mexicanos va a desarrollar diabetes a lo largo de su vida, una perspectiva profundamente catastrófica. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico ya nos advirtió que estaremos perdiendo 4 años de nuestra esperanza de vida por la obesidad y 5 por ciento del Producto Interno Bruto.
Nuestro etiquetado sería mejor que el de Chile, Perú y Uruguay porque incluye una perspectiva de protección especial a los niños. Chile empezó su política sin referencias previas, sin experiencias similares en otros países, con un etiquetado de advertencia nuevo, con un perfil de nutrientes que tuvo que elaborar. En México partimos de la experiencia de Chile, de Perú y del inicio de esta regulación en Uruguay. Algo que ha ocurrido en estos países es que la industria, para no tener o reducir la cantidad de sellos de advertencia en sus productos, en vez de reducir el azúcar, ha reformulado de una forma no saludable, sustituyendo la azúcar por edulcorantes no calóricos.
Empresas como Coca Cola, de hecho, se convirtieron en las que menos se opusieron al modelo de etiquetado chileno, porque en ese país reformuló sustituyendo el azúcar en sus productos por edulcorantes no calóricos. De esta manera, se mantuvo la estrategia de habituar a los niños a hidratarse con bebidas altamente dulces y a consumir alimentos también excesivamente dulces. Este hábito que mantiene el gusto por lo dulce es uno de las causas principales del deterioro de los hábitos alimentarios que por un lado lleva a la obesidad y a la diabetes y, por otro, altera el gusto de los niños, los condiciona desde pequeños, desplazando el consumo de frutas, verduras, cereales integrales, es decir, afectando el consumo de los bien llamados “alimentos de verdad”.
Además de deformar los gustos hacia alimentos excesivamente dulces, existe sobre los efectos metabólicos de estos edulcorantes al registrarse, por ejemplo, una alteración en la llamada hormona de la saciedad, la Leptina. Un estudio realizado con niños en el Hospital Infantil de México encontró que tras consumir bebidas con algunos de estos edulcorantes se presentaba una alteración en los niveles de Leptina y de otra hormona, la Grelina, también relacionada con la regulación del apetito, lo que induciría a un mayor consumo de alimentos. Estos efectos, y otros señalados sobre la microbiota intestinal, pueden explicar porque no se ha registrado que los edulcorantes no calóricos estén disminuyendo el peso en estudios en poblaciones que han aumentado su ingesta y disminuido la de azúcares.
Por todo lo anterior, es que la reformulación de productos hacia edulcorantes no calóricos no es una alternativa saludable y representa riesgos sobre los cuales debemos proteger, en especial, a la población infantil. La incorporación de una leyenda de advertencia en los productos que contienen edulcorantes no calóricos señalando que no son recomendables para niños, es un avance muy importante del nuevo etiquetado frontal de México, un avance que es reconocido por los organismos internacionales.
Otro elemento muy importante en el nuevo etiquetado es la leyenda de advertencia cuando los productos tengan añadida cafeína, señalando que no se recomienda en niños. Esto se aplicará, principalmente, en las bebidas de cola que tienen uno de los mayores consumos del mundo entre los mexicanos y, por lo tanto, representan un muy alto consumo entre los niños, incluso en niños en etapa lactante en algunas regiones del país. Para los niños pequeños el consumo de cafeína no es recomendado porque provoca inquietud, aceleración del ritmo cardiaco, incrementa la tensión arterial y genera dificultad para conciliar el sueño. De hecho, hay un efecto sinérgico en el consumo de cafeína y azúcar, es decir, sus efectos en salud se potencian. El tema, por su importancia, requiere de un abordaje especial que haremos posteriormente.
El otro punto a destacar del nuevo etiquetado es que establece que cuando un producto tenga un sello o una leyenda de advertencia no podrá portar personajes, promociones, concursos y otras estrategias en sus etiquetados que estén dirigidos a la infancia. Algunos de los peores productos ultraprocesados son, justamente, los que se dirigen a niños. Los cereales que tienen en sus etiquetas personajes como el Tigre Toño, Melvin el elefante, botanas con el guepardo de Cheetos, los múltiples personajes de los productos de Nestlé, el gansito de Marinela, y cientos de otros personajes, están estratégicamente dirigidos a los niños, junto con promociones, para que demanden la compra del producto. Al mismo tiempo, los padres suelen considerar que un producto que está dirigido a los niños debe ser saludable, inofensivo. Desgraciadamente, no es así, suelen ser los más dulces, los que más azúcar o edulcorantes tienen, los que menos fibra contienen, los que más colorantes, saborizantes y aromatizantes artificiales presentan.
Estas son las principales razones, aunque no todas, por las cuales el nuevo etiquetado es calificado por organismos internacionales, como uno de los mejores. También son las razones por las cuales las grandes corporaciones globales de alimentos, y las cámaras empresariales a su servicio, se oponen al nuevo etiquetado, desean seguir por la vía libre, actuando como lo han hecho hasta hoy: manteniendo en la ignorancia a los consumidores, invadiendo con su publicidad y sus productos los entornos infantiles, reclamando espacios para rediseñar sus productos a través de compuestos no saludables.
Las grandes corporaciones tienen todos los recursos y la infraestructura para llevar alimentos y bebidas mínimamente procesados a los consumidores, alimentos más saludables. Y en nuestro país tenemos una gran diversidad de alimentos y un potencial enorme para recuperar nuestros mercados locales, favoreciendo a las economías regionales y formas de agricultura sostenibles. Con ello cuidamos la salud, la economía y el planeta.
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