Artes de México

El ruido en el Silencio luminoso

02/02/2020 - 12:02 am

El ensayo cuenta con una serie de imágenes cargadas de una crudeza que deambulan entre lo cotidiano y lo profano (el cuerpo inerte sobre una cama impoluta y el otro que yace deformado por las sogas que lo atan en medio de la suciedad de la tierra). La artista transmite un mensaje concreto: mi cuerpo como letra. Lo denota al expresar que en el bagaje de huesos y carne que le tocó habitar está la misma lucha constante de reclamar todos los días ese cuerpo como suyo, esa lucha que se forma en cada una de las mujeres.

Por Silvia Andrea Castelán Huerta

Ciudad de México, 2 de febrero (SinEmbargo).- En el Silencio luminoso, Yamina del Real, fotógrafa, sexóloga y artista visual, acompañada de la pluma de la escritora Sandra Lorenzano, toma como recursos el cuerpo femenino, las sábanas blancas, el efecto blanco y negro y la supuesta pulcritud atribuida, para llevarnos por un sendero de sangre, carroña y hedor. En este magnífico ensayo fotográfico. Ambas artistas encuentran la forma de representar la realidad de México, la violencia ejercida contra la mujer.

Uno de los ejes que sostienen el panóptico artístico de Lorenzano y Yamina del Real es el cuerpo femenino y la carga semiótica alrededor de éste, marcando con fuerza su preocupación por pensamientos falsos y maquillados que se han erguido con el paso del tiempo hasta generar numerosos casos de violaciones y los feminicidios. Al abrir el libro El silencio luminoso (Artes de México, 2013), lo vemos así. Y entonces resulta obligatorio abrir una pestaña en nuestro buscador de cabecera para echarle un vistazo a la polémica pintura El origen del mundo, del llamado “Padre del realismo”, Gustave Courbet. Esta controvertida obra fue censurada durante casi una década por ser considerada como pornográfica y amoral. Lo que Courbet hizo fue retratar con pinceladas casi fotográficas el sexo femenino sin tapujos. Con su cámara, del Real homenajea este atrevimiento subvirtiéndolo, y su manera de llegar a esa subversión es la de ser ella misma la modelo que expone su cuerpo y al mismo tiempo la que retrata el cuerpo, convirtiéndose en la muñeca y en la mano que la hace jugar. En esta exposición de imágenes crudas y dolorosas, vuelve a poner el cuerpo propio como significado y significante para representar sus vivencias y las de todas las mujeres, trabajando nuevamente con el lema que no perderá vigencia nunca: lo personal es político. Por eso mismo elige cuidadosamente la forma, que no es sólo la delimitación cuadrada de una fotografía, sino también la del ensayo, una de las maneras que tenemos de recurrir al “yo” para abarcar lo otro.

Fotografía de Yamina del Real en: Yamina del Real y Sandra Lorenzano, El silencio luminoso. México, Artes de México, 2013.
Fotografía de Yamina del Real en: Yamina del Real y Sandra Lorenzano, El silencio luminoso. México, Artes de México, 2013.

El ensayo cuenta con una serie de imágenes cargadas de una crudeza que deambulan entre lo cotidiano y lo profano (el cuerpo inerte sobre una cama impoluta y el otro que yace deformado por las sogas que lo atan en medio de la suciedad de la tierra). La artista transmite un mensaje concreto: mi cuerpo como letra. Lo denota al expresar que en el bagaje de huesos y carne que le tocó habitar está la misma lucha constante de reclamar todos los días ese cuerpo como suyo, esa lucha que se forma en cada una de las mujeres.

Conforme avanza la lectura visual, se genera una atmósfera envolvente en blanco y negro. Luego nos encontramos con la piel del hielo bajo la piel de la mujer que nos recuerda a miles de casos de mujeres, el arrebato de tantas vidas dentro de una sociedad machista y violenta. Un vientre cóncavo que muestra la desnutrición y la ignominia que en las fotos es padecida por el cuerpo de la autora. Todo esto va mucho más allá: es una ignominia y una falta de nutrientes que sufren las mujeres en este país. Ese vientre ya de por sí significativo en sí mismo alcanza otra faceta de significación en el momento en el que la imagen muta alberga el cuerpo muerto de un pequeño pájaro reposando sobre él, pájaro que a primera vista deja un mensaje claro: la libertad nacida y muerta en el mismo cuerpo que la alberga.

Fotografía de Yamina del Real en: Yamina del Real y Sandra Lorenzano, El silencio luminoso. México, Artes de México, 2013.
Fotografía de Yamina del Real en: Yamina del Real y Sandra Lorenzano, El silencio luminoso. México, Artes de México, 2013.

Con un texto que sirve como antesala del ensayo fotográfico, Sandra Lorenzano cita a Pizarnik, poeta argentina, en un epígrafe que embona perfectamente al ser ella una escritora que encaraba todos los días la fragilidad y acariciaba el plumaje de Tánatos. Esa catarsis tan característica de la poesía de Pizarnik es tangible en El silencio luminoso, insertando con cada fotografía un binomio entre sentir como espectador una aguda incomodidad al estar mirando algo que no debería ser mirado y querer contemplar por largos minutos cada órgano del ensayo.

Hacer frente a un tema tan complejo y profundo a través de un ensayo fotográfico no es sencillo, sin embargo, del Real lo hace brutalmente, representando la cotidianeidad de la muerte en torno a la mujer, la fragilidad que hay en su cuerpo y el arrebato de propiedad que hace el sistema con su existencia como si fueran –y como explícitamente señala en sus fotos– muñecas esperando la mano externa para poder moverse, para que su existencia sea válida. La artista, acompañada por los atinados versos de Lorenzano, logra tocarnos el tuétano y hacernos reflexionar sobre la piel que cada una habita, citando con imágenes no sólo a artistas del calibre de Courbet, sino utilizando el cuerpo para citar el de otras mujeres y así, exponer el ruido que –oximorónico– habita el silencio luminoso.

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