Según Naciones Unidas, la crisis climática está haciendo que los países más pobres del mundo se hagan aún más pobres y amenaza con hacer caer en la pobreza a millones de personas en los próximos diez años si no se toman medidas.
Por Mario Villar
Naciones Unidas, 21 ene (EFE).- La desigualdad en el mundo sigue aumentando y se sitúa en máximos históricos, una situación que amenaza el desarrollo social, frena el crecimiento económico y puede provocar más inestabilidad política, advirtió este martes la ONU.
En su Informe Social del Mundo 2020, Naciones Unidas llama la atención sobre la creciente brecha entre ricos y pobres y avisa de que la desigualdad está creciendo de nuevo incluso en países que habían logrado disminuirla en las últimas décadas, entre ellos Brasil, Argentina o México.
En total, más de dos tercios de la población mundial viven en países donde la desigualdad está al alza, señala el documento, elaborado por el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU.
Frente a esa situación, el economista jefe de la ONU, Elliot Harris, recordó en una conferencia de prensa que reducir las desigualdades es una "condición clave para construir el futuro que queremos", tal y como figura en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, la gran hoja de ruta de Naciones Unidas.
Harris insistió en que, a pesar de que las cosas no van en la dirección deseada, el mundo está a tiempo de cambiar de curso si se adoptan las políticas adecuadas, sobre todo a la hora de responder a grandes desafíos como el cambio climático, las nuevas tecnologías y los movimientos de población.
DESIGUALDAD INTERIOR Y EXTERIOR
El problema de la desigualdad, apunta Naciones Unidas, se da tanto entre los ciudadanos de un mismo país como entre naciones.
En el primer caso, la disparidad de ingresos aumentó entre 1990 y 2016 en la mayoría de los países ricos y también en algunas economías emergentes, incluidas China y la India.
Entre 1990 y 2010, los países de Latinoamérica experimentaron la reducción de la desigualdad más rápida vista nunca, pero ahora esta vuelve a crecer en varios de ellos.
Mientras, la desigualdad entre naciones se ha reducido en términos relativos, pero en términos absolutos la brecha entre la renta per cápita promedio de los países ricos y los pobres se ha duplicado desde 1990.
Esas disparidades llevan y llevarán inevitablemente a los ciudadanos a migrar, un fenómeno que, bien gestionado, puede ayudar a reducir la pobreza y la desigualdad, según el informe.
UNA REVOLUCIÓN TECNOLÓGICA CON GANADORES Y PERDEDORES
Los rápidos cambios tecnológicos de las últimas décadas, por ahora, han contribuido a aumentar las desigualdades, creando claros "ganadores" y "perdedores", según la ONU.
Así, las nuevas tecnologías están ofreciendo nuevas oportunidades a profesionales cualificados, pero dejando atrás a muchos otros, sobre todo trabajadores manuales.
Además, la falta de acceso de muchas personas a las nuevas plataformas, está creando "brechas digitales", como ilustra el hecho de que un 86 por ciento de los ciudadanos de países ricos tienen internet, frente a un 19 por ciento en los menos desarrollados.
EL CAMBIO CLIMÁTICO, OTRO FACTOR
El calentamiento del planeta, aunque global, tampoco afecta de igual manera a todos los habitantes del mundo.
Según Naciones Unidas, la crisis climática está haciendo que los países más pobres del mundo se hagan aún más pobres y amenaza con hacer caer en la pobreza a millones de personas en los próximos diez años si no se toman medidas.
Además, el informe avisa de la necesidad de que esas acciones para controlar la subida de las temperaturas protejan a los hogares más desfavorecidos y no terminen por empeorar su situación aún más.
DESCONFIANZA EN LOS GOBIERNOS
La creciente desigualdad beneficia a los más ricos y poderosos y, como consecuencia, tiende a preservar o incluso hacer aumentar la distancia entre ellos y el resto de la sociedad, apunta la ONU.
La consecuencia, señala, es que las clases pudientes tienen más influencia política y, por tanto, se ven beneficiadas.
Un ejemplo son los impuestos. Según recuerda el informe, en los países desarrollados, el tipo marginal -el máximo que pagan las rentas más altas- se ha reducido desde el 66 por ciento en 1981 al 43 por ciento en 2018.
A cambio, se produce una erosión de la confianza en las instituciones públicas en el resto de la población, que no cree que los Gobiernos se preocupen de las necesidades de la mayoría, explica el documento.
Así, el descontento popular se mantiene alto en muchos países, incluso en aquellos que han superado plenamente la última crisis financiera y puede dar pie a más inestabilidad política.