En la capital del país es evidente que la movilidad social ascendente es mayor que en cualquier otra región del país, es decir, hay más personas pobres que a lo largo de su vida logran dejar de serlo.
El potencial de la Ciudad de México es que es una isla en el país, "pero hay desigualdad de oportunidades y no se trata de talento o esfuerzo; la desigualdad de resultados se debe a circunstancias sobre las que las personas no tienen control (...) En la Ciudad de México solo es el 40 por ciento, es menor, pero no es baja”, expresó el director ejecutivo del CEEY.
Ciudad de México, 10 de diciembre (SinEmbargo).- Las personas que habitan en la Ciudad de México tienen más probabilidades de dejar la pobreza en comparación con cualquier otra persona en otras regiones del país; una encuesta del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY) señala que son 59 de cada 100 mexicanos que nacen en condiciones de mayor desventaja, pueden mejorar. A nivel nacional son 26 de cada 100.
Aunque podría ser una noticia positiva, hay una desigualdad notoria en el acceso a esas oportunidades que está marcada por el género. La misma encuesta encontró que las mujeres que nacen pobres tienen menos probabilidades de dejar de serlo y que las mujeres de niveles económicos más altos, tienen mayores probabilidades de caer estratos, en comparación con los hombres.
En ambos casos es el acceso al mercado laboral es el que define estas oportunidades, ya que en la Ciudad de México, 80 de cada 100 personas excluidas del empleo son mujeres, la mayoría de ellas, pobres o ricas, por dedicarse al trabajo de cuidado de hijos, personas con discapacidad, adultos mayores y los maridos.
El informe "Movilidad Social en la Ciudad de México 2019", identifica el peso de las condiciones de origen de las personas en sus opciones de desarrollo. En la capital del país es evidente que la movilidad social ascendente es mayor que en cualquier otra región del país, es decir, hay más personas pobres que a lo largo de su vida logran dejar de serlo.
En esta región del país, cerca del 41 por ciento de la desigualdad económica no se deben a falta de esfuerzo o talento, sino por la desigualdad de oportunidades para salir adelante.
En la presentación de los resultados Roberto Vélez, director ejecutivo del CEEY, expuso que las oportunidades no están repartidas de manera equitativa en la población, “59 de cada 100 personas que nacen pobres, logran superar la pobreza en la etapa adulta. A nivel nacional son 59 contra 26. Nacer en la Ciudad, pobre, cambia por completo las posibilidades de superar la pobreza. Es el potencial de la Ciudad de México. Es una isla en el país, pero hay desigualdad de oportunidades y no se trata de talento o esfuerzo; la desigualdad de resultados se debe a circunstancias sobre las que las personas no tienen control. La pobreza, al menos la mitad, no es justa. En la Ciudad de México solo es el 40 por ciento, es menor, pero no es baja”.
Y en este sentido, cuando se trata de mujeres, el reto es mayor. Mónica Orozco, investigadora del CEEY, expuso que en la Ciudad de México, una mujer pobre tiene 9 por ciento de posibilidades de llegar a la educación profesional si sus padres no tienen estudios, mientras que un hombre tiene el 70 por ciento de probabilidades de concluirla, si tiene padres con esa educación.
“Las mujeres están condicionadas por las situaciones de origen. Aquí aunque hay oportunidades se distribuyen de manera desigual entre hombres y mujeres”, comentó.
El estudio arrojó que si una mujer nace en un hogar con riqueza tiene 11 por ciento menos de probabilidades que un hombre de mantenerse ahí y si una mujer nació en condiciones de pobreza, tendrá 14 por ciento menos probabilidades de salir de la pobreza, en comparación con un hombre.
De acuerdo con Orozco, la situación se debe al acceso al trabajo, “ahora es más fácil acceder a la educación básica, pero está el freno al acceder al mercado de trabajo. El 76 por ciento de los hombres trabajan frente al 46 por ciento de mujeres. Y solo el 38 por ciento de mujeres con hijos menores de seis años pueden hacerlo, es decir, hay un conjunto de factores que imposibilitan que una mujer pueda trabajar para salir de la pobreza y mejorar su condición”.
Agregó que la mitad de las mujeres que no tienen un trabajo remunerado, se debe a que están haciendo trabajos de cuidado a otras personas, por lo que sería urgente mejorar el sistema de cuidados a la población infantil, servicios educativos extendidos y protección de los derechos de las personas trabajadoras del hogar, por ejemplo.
Eva Arceo, doctora y profesora de la Universidad Iberoamericana, explicó que estas condiciones desfavorables de las mujeres, están ligadas al tipo de sociedad, “sí es un tope la inserción al mercado laboral, pero las que descienden es porque las leyes no protegen a las mujeres que no trabajan pero que dedicaron su vida matrimonial al cuidado de los hijos y los esposos. Por eso aunque sean ricas, al momento de divorciarse bajan su estatus porque no están protegidas y eso es discriminación”.
Mencionó otro factor que está siendo determinante: la inseguridad. Las agresiones contra mujeres son también un determinante para decidir si se estudia o trabaja y reduce las probabilidades de hacer alguna o ambas actividades, con tal de reducir el tiempo en el transporte público, donde se han registrado muchos de los casos de acoso y agresiones sexuales.