Durante la balacera que se registró el día de ayer en Culiacán Sinaloa, tras la captura de Ovidio Guzmán, el hijo de «El Chapo Guzmán, habitantes y tiendas departamentales mostraron solidaridad con las personas vulnerables que se encontraban cerca del lugar.
Por Antonio Olazábal
Culiacán, Sinaloa, 18 de octubre (Noreste).– «Métase aquí, métase aquí» le dice un hombre dentro de un negocio ubicado en las cercanías de la Fiscalía a una mujer que va corriendo con su hija en los brazos huyendo de las balas que se disparan entre hombres de los hijos de Joaquín Guzmán Loera y las autoridades de seguridad pública federales en Culiacán.
Como esa escena se vieron muchas ayer en la capital del Estado. Las detonaciones no cesaron durante más de dos horas, y eso convirtió a Culiacán como una tierra de nadie, sin reglas, y con su gente llena de miedo.
En el centro de la ciudad había gente que caminaba sin rumbo, realmente no sabían qué hacer, tomaban su teléfono pero las manos les temblaban, las palabras no salían fácil, y lo poco que alcanzaban a articular, era para pedir a sus seres queridos que no salieran de sus casas «hay una balacera ‘mija’, dile a tu hermano que no salga por favor de la casa, los quiero mucho», dijo una mujer angustiada.
Así como esta señora, habían muchas personas sin saber qué hacer, nadie daba explicación de nada, el único mensaje que recibían eran el de las armas que no dejaban de disparar, y que por instinto de supervivencia, hacían que la gente tratara de salvar su vida.
La Avenida Álvaro Obregón quedó con coches sin choferes, poco les importó quedarse ahí al escuchar los estruendos de las armas de alto calibre. Sin embargo para beneficio de ellos, sobró quienes abrieran las puertas de sus negocios, y casas para salvaguardarse.
Sí, la mayoría de las tiendas departamentales sirvieron de albergues, Walt Mart, Bodega Aurrerá, Casa Ley, Coppel entre otros muchos negocios más, permitieron que la gente se quedara dentro de sus instalaciones, pero también la ciudadanía, era tal el miedo, que la empatía sobró en los culiacanenses, la gente abrió sus hogares a quienes huían despavoridos de las balas.
Los videos en redes sociales desnudaban lo que pasaba en Culiacán, no había certeza de lo que realmente estaba pasando, pero sí era totalmente claro que no había que salir de donde ya estaban seguros.
Las horas pasaron, y el Gobierno del Estado sólo salió a decir que ya se estaba controlando la situación, y llamó a la gente a protegerse y salvaguardarse, la mayoría de los ciudadanos ya lo estaba haciendo.
Los servicios de transporte público y privados se suspendieron, la mayoría de las empresas pararon labores y se abocaron en la seguridad de sus trabajadores. Eran las 20:00 horas y nadie sabía con certeza qué pasaba afuera en las calles, sólo veían en videos como había carros en llamas en toda la ciudad, los helicópteros sobrevolando Culiacán, no, simplemente la gente quedó a merced del miedo, de la incertidumbre.
Sin embargo en esa incertidumbre, quien les tendió la mano no dejó de hacerlo, muchas empresas, como lo fue Walt Mart y Bodega Aurrera y Coppel permitieron a sus empleados y a quien no lo era, a permanecer en sus instalaciones, en algunos lugares se les dio comida, colchonetas, algo con qué mitigar el frío, estuvieron a la altura de la tragedia sin cobrar un peso.
Hoy a primeras horas Culiacán no lucía como un viernes por la mañana, la capital del Estado estaba desolada, muy pocos autos, pocos negocios abiertos, el centro de la ciudad sin peatones buscando llegar temprano a su trabajo, la vida laboral no fue normal el día de hoy.
Empresas como Coppel dieron el día a sus empleados, dado que no había una certeza de lo que pasaba en Culiacán. El Gobierno del Estado afirmaba que hay seguridad, que ya se tomó el control de la ciudad, sin embargo, Diego Castro Blanco, presidente de la Cámara Nacional de Comercio y Servicios de Turismo de Culiacán informó que al momento sólo están abiertos el 15 por ciento de los negocios en la ciudad, así que más allá de lo que diga Quirino Ordaz Coppel, la gente no se siente segura, ni los empresarios.