RESEÑA | Stephen King, el maestro del suspenso, imagina un imposible: evitar el asesinato de J. F. Kennedy

05/10/2019 - 12:01 am

Con un viajero en el tiempo como protagonista, 22/11/63 es una novela basada en la meticulosa investigación documental de uno de los puntos clave en la historia de Estados Unidos: el asesinato de J. F. Kennedy, aquella tarde del 22 de noviembre de 1963, mientras encabezaba un desfile en Dallas, Texas, a bordo del emblemático Lincoln Continental color negro.

Por Ismael Martínez

Ciudad de México, 5 de octubre (LangostaLiteraria).- Hace seis años, el 31 de julio de 2013, The New York Times Magazine publicó un interesantísimo artículo que abunda sobre la peculiar familia de Stephen King, el maestro del horror americano, apostado tiempo atrás en el estado de Maine, junto a la costa este de Estados Unidos.

El texto, firmado por Susan Dominus, se centra en cómo casi todos los miembros de aquella familia son también escritores —su esposa, dos de sus tres hijos, y la cónyuge del menor de éstos, Owen—, pero abre con una píldora anecdótica que se me antojó reveladora: el rey del terror lleva ya cierto tiempo disfrutando de sus lecturas en formato audiolibro.

Yo, para cuando encontré el artículo, ya llevaba bastante adelantada la lectura, y sin embargo me dije: ¿por qué no probamos lo mismo? Es así que diez horas después, aquí estamos, listos para reseñarles 22/11/63, otra joya del mago del suspenso que implicó un nuevo reto —de ser eso posible— para el incansable escritor: el de la puntillosa investigación documental entorno a uno de los puntos clave en la historia de la América profunda: el asesinato de J. F. Kennedy, aquella tarde del 22 de noviembre de 1963, mientras encabezaba un desfile en su honor en la ciudad de Dallas, Texas, a bordo de aquel emblemático Lincoln Continental de color negro reglamentario.

J. F. Kennedy en Dallas, Texas, minutos antes del asesinato. Foto: Especial

Digo que es un momento clave en la historia americana porque dicho magnicidio cimbró para siempre la política del país más poderoso del planeta. Y no soy el único en creerlo. También lo cree así Al Templeton, un humilde parrillero oriundo de Nueva Inglaterra que descubrió, por azares insospechados del destino, que el remolque donde pretendía establecer su hamburguesería —tras años de rodar después de retirarse del cuerpo de marines— no era sólo un pletórico armatoste por muchos odiado, sino también la increíble e improbable sede de un agujero espacio-temporal, un portal directo, y perpetuo, al Maine del 9 de septiembre de 1958.

Joe Hill en el Comic Con International, San Diego, 2014. Foto: Especial

Joe Hillstrom King, primer hijo varón de Stephen, quien es mejor conocido por su nombre de pluma, Joe Hill (elegido precisamente, y de forma inicial, para demostrarse que era capaz de forjarse un camino sin la ayuda/sombra de su titánico padre), en un video que realizara para una de sus editoras en EU, explica la dinámica —el éxito— del suspenso/suspense en breves palabras con un ejemplo muy concreto: supongamos que te encuentras en una calle cualquiera de ciudad, al borde del camino; entonces levantas la mirada y observas cómo un sujeto parece estar intentando salvar la vida de un niño pequeño en plena calle, ¿serías capaz de voltear la mirada? No. No se puede. Es simplemente imposible.

Pues nuestro querido parrillero Al Templeton tampoco pudo retirar de su cabeza una idea tras probar en carne propia las implicaciones de un viaje en el tiempo.

Porque visitar el pasado no sólo sirve para atestiguar con nostalgia cómo entonces los críos eran verdaderamente respetuosos con sus mayores, sino también (¡sobre todo!) para cambiar las cosas que han hecho de este mundo un nido de rufianes.

Desafortunadamente, a finales de la década de los cincuenta ya es imposible detener el holocausto dictado por Hitler, o asesinar al bastardo de Stalin; así que Al decide trabajar con lo posible y cercano. Quizá él, un hombre de 2011, pueda evitar la muerte de Kennedy, y con ello —tal vez— impedir la cadena de desgracias (Bobby Kennedy, Martin Luther King Jr., Fred Hampton, Patty Hearst) que hicieron a su país un lugar atroz.

Lee Harvey Oswald, presunto asesino de John F. Kennedy, Nov. 22, 1963. Foto: AP

El problema, bueno, el mayor de los problemas, es que Al tiene cáncer de pulmón. Un padecimiento que para el tiempo en que por fin decide compartir con alguien su fantástica historia está ya bastante avanzado. Lo descubrió precisamente en uno de sus viajes al pasado, luego de toser incontrolablemente y expulsar sangre. Los doctores del siglo XXI no fueron mejores que los del siglo anterior. Para entonces Al ya estaba enfrascado en su misión, la de detener al presunto asesino de Kennedy, Lee Harvey Oswald, pero como el túnel al pasado se reinicia con cada viaje, y como éste se reinicia siempre en el mismo lugar y momento, aún se encontraba a varios años de que sucediera todo aquello, y claramente su cuerpo no iba a aguantar el tiempo necesario.

Es entonces que decide contar todo aquello a nuestro protagonista, Jake Epping, un modesto profesor de bachillerato de una escuela local, y cliente asiduo de la hamburguesería. ¿Por qué él? Porque la misión requeriría de un hombre inteligente, soltero y sin compromisos, y porque en realidad no tenía a nadie más a quien confiarle dicha misión, dicha oportunidad.

Epping habrá de seguir con el plan trazado por su colega viajero espacio-temporal, o quizás, intentar primero ajustar cierto momento en el pasado que lo perturba…

22/11/63, la novela que inspira este artículo no es de terror, sino de suspenso. Más aún, las novelas de terror de King son, ante todo, novelas de suspenso. Porque esa “suspensión”, ese secuestro de atención es lo que mejor hace King: si eres capaz de superar las primeras páginas en las que el autor posiciona el entorno de sus personajes, por qué se encuentran incómodos, qué les preocupa, a qué se dedican y por qué, pronto te encuentras con el escenario ideal de todo lector, una historia deliciosa, interesantísima, apasionada y apasionante, sobre los sentimientos y los pensares más profundos de los que somos capaces como humanidad.

El amor. La venganza. La traición.

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  1. D. Como (casi) cada obra de King, la novela obtuvo su tratamiento visual en formato de miniserie televisiva. De la mano del productor J. J. Abrams, la serie se estrenó en febrero de 2016 como contenido exclusivo de la plataforma Hulu en Estados Unidos. No es fácil de encontrar, pero Amazon —vía Prime Video— la distribuye alrededor del mundo bajo el concepto de renta temporal. ¿Se te antoja? A mí también, seguro que está genial.

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