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Dolia Estévez

24/09/2019 - 12:05 am

Grito de mujer

"La celebración mostró el poder de convocatoria que ha logrado la Embajada en la corta vida del Gobierno de López Obrador".

El festejo en Baltimore. Foto: Consulado de México en Washington

Washington, D.C.— La presencia de la 4T se dejó sentir en las orillas del Potomac. Las celebraciones de la Independencia de México fueron austeras y sencillas, con menos de un tercio de los invitados de otros años. Se regresó al esquema de dar El Grito en el histórico edificio de mármol de la OEA y no en el impersonal Museo Nacional de Arquitectura. La música no ensordeció. La comida no fue un abundante bufete tipo crucero. Los músicos y cadetes no fueron importados de México. El Salón de las Américas tampoco parecía discoteca. Atrás quedó el show al estilo “Siempre en Domingo” amenizado por personajes televisivos. Se marcó un antes y un después.

Pero el cambio de mayor trascendencia fue otro. Por primera vez en la historia, el festejo lo protagonizaron dos mujeres: la Embajadora Martha Bárcena y la Representante Permanente de la Misión ante la OEA, Embajadora Luz Elena Baños. Tras la arenga de vivas de Bárcena que invadió el salón de una voz femenina profunda, Baños dio los campanazos con igual aplomo (video). Bárcena sumó a la lista de vivas a Ortiz de Domínguez y Leona Vicario (una de las primeras periodistas de México). Nunca antes el representante ante la OEA había tenido un papel activo. Siempre en segundo plano. Las mujeres por lo general somos más solidarias.

No fue fácil alcanzar el peldaño donde están. Se lo ganaron escalafón por escalafón. Golpe a golpe. Ambas son diplomáticas de carrera no a la carrera. Fueron momentos emocionantes para los que vivimos fuera de México y para esta periodista comprometida con la equidad de género. Grito con perfume de mujer.

Otro cambio fue el atuendo. Con excepción de las esposas de los militares--que en Washington tienen la presencia más nutrida de todo el mundo--las mujeres, sobre todo las mexicanas, suelen ir con vestidos “fifí” o de diseñador. Bárcena lució orgullosamente un imponente huipil de gasa de algodón blanco con hilo matizado guinda, rosa y amarillo muy fino, elaborado con la técnica del telar de cintura por las mujeres amuzgas del municipio de Xochistlahuaca, en la costa rica de Guerrero. Parecía flotar cuando dio la media vuelta para tomar la bandera que le entregaba la guardia militar. En las celebraciones comunitarias del fin de semana también vistió huipil. Me animé a rescatar el mío del baúl de los recuerdos. Lo compré hace 20 años. No lo había usado porque se decía que era ir disfrazada. Me acordé de Chavela Vargas. “Hermoso huipil llevabas…”.

El festejo en Washington, D,C,. Foto: Dolia Estévez

La celebración mostró el poder de convocatoria que ha logrado la Embajada en la corta vida del Gobierno de López Obrador. Un secretario de Estado interino (Trabajo), dos subsecretarios, de Seguridad (McAleenan se disculpó a última hora), y de Defensa; el segundo de USTR y el equipo completo que negoció el TMEC; la subdirectora de Protocolo del Departamento de Estado; la subdirectora para América Latina en el NSC; funcionarios de los departamentos de Justicia y de Estado. El vicepresidente de la Cámara de Comercio, el director de OPIC, el presidente de la Asociación de Transportistas; staffers de la oficina de Nancy Pelosi y del Comité de Medios. Los ex embajadores Wayne y Jacobson, la esposa del Embajador Landau; embajadores de Latinoamérica y Rusia; el director general de la OEA, el director del Colegio Interamericano de Defensa, periodistas y representantes de think tanks.

El número de invitados se redujo de 2 mil a 640. Se dejó fuera a casi todo el personal de la Embajada y del Consulado en Washington lo que provocó malestar. Bárcena compensó la exclusión con una recepción con motivo del día de los Niños Héroes en el Instituto Cultural Mexicano exclusivamente para el personal y sus familias. Además, hubo criticas de propios y extraños porque las invitaciones fueron individuales, sin acompañantes, como en el pasado.

Por primera vez un Embajador salió de la capital para dar el grito ante comunidades mexicanas en los suburbios de Washington. Solían darlos los cónsules. Bárcena dio gritos en Bladensburg, un pequeño poblado con una enorme clase obrera mexicana, y en Baltimore, la capital de Maryland. Se oyeron vivas a López Obrador.

En Bladesburg. Foto: Consulado de México en Washington

Con la partida extra por 16 mil dólares que recibió la Embajada para el festejo se cubrieron la renta del salón y la comida. Se contrató a un servicio de comidas que ofreció una variedad de antojitos mexicanos (tacos, tamales, flautas, elotes y pambazos). Los aguacates fueron donados por los productores de México y el postre por el restaurante Oyamel. Las bebidas las patrocinaron la compañía Constellation Brands y el Consejo Regulador del Tequila.

En 2018, la celebración costó 165 mil dólares. No fueron fondos públicos. El Embajador Gerónimo Gutiérrez fue autorizado por la SRE de Luis Videgaray a pasar la charola entre las empresas privadas de ambos países para crear un fideicomiso de patrocinio para El Grito y la recepción del 5 de mayo. Alrededor de 30 empresas fondearon la factura de las extravagancias de los últimos años del peñismo. Al margen de quién pague, El Grito debe ser una celebración cívica y no una pachanga multitudinaria con margaritas y comida gratis al por mayor. “Vine porque mi amiga tenía un boleto extra, pero no sé bien para quién es la fiesta”. Es para México, respondí. Bienvenido el cambio.

Twitter: @DoliaEstevez

Dolia Estévez
Dolia Estévez es periodista independiente en Washington, D.C. Inició su trayectoria profesional como corresponsal del diario El Financiero, donde fue corresponsal en la capital estadounidense durante 16 años. Fue comentarista del noticiero Radio Monitor, colaboradora de la revista Poder y Negocios, columnista del El Semanario y corresponsal de Noticias MVS. Actualmente publica un blog en Forbes.com (inglés), y colabora con Forbes México y Proyecto Puente. Es autora de El Embajador (Planeta, 2013). Está acreditada como corresponsal ante el Capitolio y el Centro de Prensa Extranjera en Washington.

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