El filme, dirigido por James Mangold, narra la batalla en la década de los años sesenta del siglo pasado del fabricante Ford para doblegar a la italiana Ferrari en la histórica carrera francesa de Las 24 horas de Le Mans.
Por Julio César Rivas
Toronto, 14 de septiembre (EFE).- A pesar de que Ford v Ferrari, estrenada en el Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF), relata una de las victorias deportivas más históricas del fabricante Ford, es también probable que nadie de la familia Ford quiera ir a verla.
El filme, dirigido por James Mangold (Inocencia interrumpida, 1999, Logan, 2017), narra la batalla en la década de los años sesenta del siglo pasado del fabricante Ford para doblegar a la italiana Ferrari en la histórica carrera francesa de Las 24 horas de Le Mans.
Gracias a la dedicación del ingeniero Carroll Shelby, interpretado por Matt Damon, y del piloto británico Ken Miles, al que da vida Christian Bale, Ford creó el GT40 que ganó la carrera cuatro años consecutivos, en 1966, 1967, 1968 y 1969. Nunca más Ford ganó Le Mans.
En Toronto, la película de Mangold se ha ganado la ovación del público y rumores de nominaciones para los Óscar, especialmente por la actuación de Bale.
Pero para una producción épica que lleva a la gran pantalla el gran momento de Ford en la prueba automovilística más prestigiosa del mundo, la representación que Mangold realiza de Henry Ford II y toda su cuadrilla de directivos ha tenido que desquiciar las partes nobles de Dearborn, la sede de Ford en las afueras de Detroit.
De momento, el hijo de Henry Ford II, Edsel Ford II, ya ha señalado en Twitter que no piensa a ir a ver la película: "Sobre la base del tráiler, creo que no iré. Yo estuve en Le Mans en 1966".
Mangold reconoció en una reciente entrevista a Los Ángeles Times que hay un claro paralelismo entre el despreciable mundo de los altos ejecutivos de Ford que retrata la película y la trastienda del mundo del cine, en el que los hombres de los despachos intentan recortar a los artistas.
"Vi una gran cantidad de paralelismos. He tenido reuniones con el estudio en el que se me dijo: 'Este elemento de tu película debe cambiar o no la hacemos'", explicó Mangold para quien el momento histórico que refleja la película está perdido porque ahora todo está dominado por lo que marcan los ordenadores.
"Igual con las películas, Hecho de menos esos días cuando la gente actuaba con sus instintos", añadió.
Mangold considera un halago que Ford v Ferrari haya sido calificada como un drama a la "antigua usanza", con mucha acción pero una atención especial al desarrollo de los personajes.
A Damon tampoco le importa el calificativo.
"Creo que todos crecimos con películas como esta, que son sobre gente, películas de la década de los años 70 con esos increíbles actores y directores que eran tan emocionantes. Es lo que me hizo querer estar en las películas", explicó el actor estadounidense.
Quizás los momentos estelares del filme, basado en la historia real, son las tres o cuatro escenas antológicas que hacen añicos la imagen de Henry Ford II, representado por el actor Tracy Letts, dibujando una persona dominada por la altanería, arrogancia y cobardía.
Empezando por el momento en el que un airado Henry Ford II, enfundado en su caro traje y rodeado por todo un ejército de asustados directivos, se dirige a los trabajadores que están montando automóviles en una de las plantas de Ford.
El presidente de la compañía que lleva su nombre, obliga a parar la maquinaria y recrimina a sus trabajadores el mal momento por el que atraviesa la empresa, la falta de agallas que, en su opinión, exhiben los empleados y les recomienda que vuelvan a casa "andando" para que reflexionen sobre su futuro.
O cuando Henry Ford II decide abandonar Las 24 horas de Le Mans en helicóptero para irse a cenar mientras sus pilotos se juegan la vida en la carrera y el viejo Enzo Ferrari se queda al pie del cañón al borde de la pista para asegurarse que la maquinaria Ferrari rueda a la perfección.
Pero quizás, la escena que más llagas va a levantar entre los Ford es cuando Henry II se sube a duras penas en el GT40 y Shelby le hace una demostración de las capacidades del deportivo que están construyendo.
Basta decir que la prueba termina con un aterrado Henry II incapaz de contener el llanto histérico. Es difícil imaginar a Enzo Ferrari pronunciar la más mínima exclamación en una situación similar.
No es de extrañar que Edsel Ford II haya escrito que Tracy Letts "no es Henry Ford II".
Porque lo que Ford v Ferrari revela es que el mayor éxito deportivo de la historia de Ford fue fruto no del trabajo de uno de los mayores fabricantes de automóviles del mundo, sino al esfuerzo y la dedicación de un pequeño equipo de personas ajenas a la empresa, capitaneados por Shelby y Miles.
Y que si el GT40 triunfó en Le Mans no fue gracias a los directivos de Ford sino pese a todos los obstáculos y conspiraciones de palacio que los hombres de Henry Ford II arrojaron a Shelby y Miles.