Al día de hoy nuestras ciudades presentan varios problemas que influyen de manera directa en el medioambiente. La contaminación del aire se extiende con rapidez por todo nuestro país, la falta de información oportuna y accesible de lo que se respira sigue siendo una constante en muchas ciudades mexicanas cuya configuración las ha hecho excluyentes para las personas.

Los sistemas de movilidad son un termómetro que ilustra perfectamente esta cuestión. Las calles dan prioridad a un sector que es ocupado por la minoría, mientras que la mayor parte de la población carece de alternativas para transportarse en condiciones de calidad y seguridad. Esta desigualdad se refleja también en lo presupuestal.

Más del 80 por ciento de la población se mueve diariamente en transporte público, bicicleta o caminando; mientras que sólamente el 19 por ciento (2) del presupuesto público destinado a movilidad en nuestras ciudades está enfocado a esta modalidad.

Por si fuera poco, el aire que respiramos se contamina por este modelo basado en la quema de combustibles, que, dicho sea de paso, es una las raíces que alimentan el cambio climático -el reto más grande que tendremos que enfrentar como especie- ya que el sector que más energía que consume (energía generada prácticamente en su totalidad por combustibles fósiles en nuestro país) es el del transporte.

Nuestras ciudades tienen que virar hacia lo colectivo, el amplio sentido de este término. Vivimos de una forma fragmentada, que solo se une y construye cuando ocurre una tragedia devastadora, así como ocurrió hace casi dos años cuando la tierra nos sacudió e hizo que nos hermanáramos como hacía mucho tiempo no lo hacíamos. Pero lo colectivo tiene que permear también en la manera en que nos movemos, la manera en que se han configurado nuestras ciudades ya no es útil y tampoco posible, todas y todos somos testigos que moverse por nuestras ciudades (ya no importa desde dónde leas esto) es cada vez peor, más lento y, en realidad, tortuoso.

Es por eso que proyectos como el trolebici, proyectos que buscan redefinir la manera en que compartimos el espacio en la calle, son más necesarios que nunca. Ahora mismo, en nuestras ciudades, tratar de moverte de otra manera puede resultar peligroso, incómodo y difícil, pero esto no tiene por que ser así, nuestras ciudades pueden y deben encaminarse hacia otro lado. Está muy bien documentado que espacios libres de emisiones reducen la exposición de las y los usuarios del transporte a contaminantes que resultan dañinos a la salud. Así lo muestra un estudio relizado por el MIT que indica que a 4.5 metros del tránsito vehicular, el conteo de partículas (PM) se redujo en un 50 por ciento (3)

De este modo, proyectos como el trolebici resultan fundamentales para generar alternativas de movilidad, tanto activa como pública, que esté libre de contaminantes, pero que también colabore al combate contra el cambio climático, ya que según estudios realizados, este corredor significaría una disminución de de emisiones de gases efecto invernadero de hasta 756kg de CO2 por pasajero en cada trayecto.

Por tanto, el proyecto de Trolebici es una de las soluciones más viables, eficaces, rápidas y baratas para implementar, y que podrían generar una significativa disminución en los autos particulares que circulan por las calles diariamente, por lo que Greenpeace reitera su respaldo a este proyecto y espera que pronto se materialice en su totalidad, como un primer paso para transformar la movilidad hacia un modelo sustentable que garantice la salud de las personas y del planeta.

(1) https://www.dgcs.unam.mx/boletin/bdboletin/2017_384.html
(2) Invertir para Movernos. ITDP, 2018.
(3) https://www.jornada.com.mx/2014/02/26/sociedad/041n2soc

Greenpeace

https://www.sinembargo.mx/author/greenpeace/

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