Guadalupe Correa-Cabrera
02/09/2019 - 12:03 am
Los Cinco Principales Retos de la 4T
Los retos son enormes, así como la agenda negativa y el boicoteo de algunos malintencionados y poderosos miembros de la oposición.
Más allá de los logros anticipados y de los buenos deseos esbozados por el Presidente de México en su Primer Informe, así como de la crítica malintencionada y la gran catástrofe vaticinada por los acérrimos enemigos de la 4T, existe una realidad evidente en México que no se puede ocultar. No todo parece ser blanco ni negro; no todo parece ser catastrófico en nuestro país, pero tampoco parece ser que vamos avanzando incondicionalmente hacia el mundo feliz de la cuarta transformación. Existen muchos retos a enfrentar, pero también existe una relativa cohesión social en el país que, aunque puesta a prueba en ocasiones diversas, deber ser capitalizada para dar solución a los problemas inmediatos de México y avanzar en la construcción de una sociedad más justa, más segura y más próspera.
En el contexto que vive actualmente México, es posible identificar las problemáticas clave y trazar líneas de acción concretas. Pero para ello, se requiere de un verdadero compromiso social y férrea voluntad política por parte de la nueva clase gobernante, así como de la participación y fiscalización responsable—más no el boicot, ni la desinformación—por parte de la nueva oposición. Es importante destacar que los poderes fácticos y los grupos de interés continuarán operando en la manera que más les convenga; por lo tanto, se necesita de una gran habilidad política, operada con transparencia y honestidad, por el gobierno de la denominada 4T. Asimismo, se requiere de una oposición que opere por México y para México, dejando de lado resentimientos u objetivos mezquinos que no construyen ni generan cohesión social y mucho menos seguridad o desarrollo, que es lo que realmente necesita nuestro país.
En este texto, se identifican cinco temas prioritarios o problemas fundamentales que enfrenta nuestra nación actualmente y que no pueden resolverse ni con arrogancia o buenos deseos, ni con el afán de descalificar cualquier acción o iniciativa que venga desde el actual gobierno. Estos cinco temas parecen tener la misma importancia, por lo cual es necesario hacer de todos ellos una prioridad y actuar de manera coordinada y efectiva.
La corrupción es quizás uno de los mayores lastres para México, que no se ha podido resolver de forma efectiva a pesar de los arrestos espectaculares que resultan en liberaciones escandalosas y absoluta impunidad. En este tema, el gobierno de la 4T no parece haber avanzado contundentemente, al menos durante los primeros meses del sexenio. Más allá de las buenas intenciones y supuestos logros, se requiere de acciones reales coordinadas y un plan concreto. Hasta ahora, observamos una repetición de lo sucedido en administraciones anteriores: arrestos espectaculares que no representan ni la mínima parte del total de casos de corrupción pendientes; errores clave en la integración de los expedientes e investigaciones deficientes que derivan en la liberación de sujetos culpables a todas luces; así como aparentes pactos de impunidad con algunos actores políticos y económicos clave. Es necesario comprender que la ley debe ser aplicada a todos por igual, no sólo a los enemigos políticos. Además, es preciso trabajar arduamente en la construcción de instituciones y fortalecimiento del Estado de Derecho. A la fecha, y no obstante lo reportado en el Primer Informe de Gobierno, la impunidad parece aún permear en el sistema de impartición de justicia mexicano. En otras palabras, a la fecha se percibe: “mucho ruido y pocas nueces”.
El problema de la seguridad en todas sus dimensiones es un tema fundamental que debe resolverse de manera integral y lo más pronto posible. La discusión del papel y atribuciones de la Guardia Nacional debe continuar y el gobierno de la 4T deberá plantear de manera más clara sus lineamientos de política de seguridad pública, seguridad interior y seguridad nacional. La procuración de justicia y los derechos humanos deben integrarse de forma central a esta discusión. Este tema es complejísimo y simplemente abrir la discusión, ocuparía un espacio extensísimo. La realidad plantea un problema de grandes dimensiones y la necesidad de una enorme voluntad de todos lados del espectro político-ideológico.
La violencia en México no cesa y el crimen organizado avanza en su control de actividades y territorio; además, va mutando y se adapta en forma de células complejas con acceso a armamento de alto calibre. El gobierno actual presume un gran avance en torno a la reforma policial; sin embargo, aún no son claras las acciones concretas y efectivas del gobierno de la 4T en este rubro. Se presume mucho, y pareciera que se avanza muy poco. No obstante lo anterior, es aún muy pronto para calificar acciones del presente gobierno y vaticinar un desastre o crisis de seguridad (como muchos en la oposición, incluyendo algunas ONGs con agenda clara, vienen haciendo). Por último, es preciso recordar que el tema de la amnistía no resuelve el problema, sino que promete agudizarlo. No se puede pactar con criminales. Punto. Pero también debemos considerar las enormes desigualdades sociales que atentan contra la efectiva impartición de justicia en México.
Por su parte, el tema migratorio debe atenderse de forma mucho más efectiva, y quizás estemos aún a tiempo de cambiar el rumbo. En primer lugar, la política migratoria de México no debería estar determinada por las agendas de Estados Unidos. Al mismo tiempo, es necesario apelar al interés nacional, por lo cual tampoco es posible sucumbir a la presión de organizaciones supranacionales ni de ONGs internacionales con agendas específicas que afecten nuestra soberanía y capacidad para atender de manera efectiva la problemática nacional y aquella de las personas migrantes que transitan por territorio mexicano.
Recordemos que los derechos humanos a nivel internacional se defienden a través de acuerdos en los que las partes responsables deben absorber la mayor parte de los costos y en donde no hay lugar para la manipulación o desestabilización para lograr objetivos político-electorales o geopolíticos. Reconocemos la complejidad del fenómeno migratorio actual en México (y en el hemisferio en general), y también el papel fundamental que juega nuestro país por su ubicación geográfica. Esta es una discusión complejísima que requiere de mucho más espacio, de una gran planeación, de voluntad por parte de todos los países involucrados, y de cohesión social al interior de cada una de estas naciones (lo que claramente no existe ahora mismo).
En mi opinión, este tema será incluso de mayor importancia en los meses venideros derivado de las elecciones presidenciales en Estados Unidos en el 2020. Cabe destacar que mucho de lo que observamos ahora con respecto al tema migratorio—tanto los flujos migratorios masivos provenientes de dentro y fuera del continente, como las presiones a México por parte del gobierno estadounidense y la sociedad civil transnacional, parecen responder, en gran medida, a procesos político-electorales y a cuestiones complejas de geopolítica. El tema migratorio se debe atender con ética, justicia y un enfoque en derechos humanos, sin olvidar que son los países más desarrollados (y muchas veces los responsables de guerras y tragedias humanitarias) los que deben absorber la mayor parte de los costos. Hay todo un sistema que pone a México en el frente del problema y lo obliga a responder sin contar con los recursos materiales ni humanos adecuados. Al mismo tiempo, el gobierno mexicano debe recordar que también es preciso enfocar acciones en la lucha por los derechos de nuestros connacionales en Estados Unidos y atender las necesidades de los miles de deportados que han llegado al país en los últimos años. La negociación con Estados Unidos en el tema migratorio debe también considerar a nuestros “migrantes olvidados”.
Los principales retos que enfrenta el país, incluyendo el tema migratorio, sólo pueden resolverse con políticas de desarrollo efectivas. El gobierno de la 4T propuso, desde un inicio, un mayor enfoque hacia los mercados nacionales y el fomento a la inversión nacional y extranjera a través de sus muy publicitados megaproyectos como la construcción de la refinería Dos Bocas, el aeropuerto de Santa Lucía y el Tren Maya. El éxito de dichos proyectos, y de la política de desarrollo mexicana en general, dependen de una buena planeación y ejecución, así como del combate efectivo a la corrupción. Asimismo, el gobierno mexicano debería recordar, en todo momento, que nos encontramos ya en el medio de un mundo multipolar. Es necesaria la diversificación de riesgos y es posible una mejor negociación con nuestro vecino del norte si miramos hacia otros países (que prometen ser potencias) en vez de enfocarnos únicamente en quedar bien con los Estados Unidos.
El desarrollo adecuado de los temas mencionados anteriormente necesita de mucho más espacio y reflexión, por lo cual, en entregas posteriores, se delinearán mayores detalles y se realizará un análisis más profundo de todos los temas y todos los puntos. Los retos que enfrenta nuestro país son enormes y para una efectiva resolución de los principales problemas que aquejan a nuestro país debemos empezar por una mejor planeación, mejor coordinación y mayor cohesión social. Es verdad que nuestro país se encuentra dividido y lograr la unidad nacional es el quinto reto fundamental para lograr una verdadera transformación del país.
La izquierda y la derecha mexicanas, en lugar de gravitar hacia el centro parecen dirigirse, en algunos temas, hacia los extremos. Es innegable que la oposición al actual gobierno es fuerte y podría ser efectiva para continuar boicoteando proyectos y dividiendo a la sociedad. Se requiere de críticos constructivos, no de promotores de la fragmentación y menos aún de la balcanización de México. Sin embargo, se registra aún un enorme apoyo al gobierno de la 4T y, principalmente, al Presidente de México. El nivel de aprobación al actual gobierno no se ha desplomado y se mantiene en niveles bastante elevados. Ésta, representa una gran oportunidad para México que no puede ser desaprovechada. Al mismo tiempo, se empiezan a apreciar ya algunos riesgos claros y limitaciones concretas del nuevo gobierno de México. Incapacidad, corrupción y división se asoman a distintos niveles en el gobierno de la 4T.
Los retos son enormes, así como la agenda negativa y el boicoteo de algunos malintencionados y poderosos miembros de la oposición. Hacemos un llamado a expresidentes y algunos empresarios y organizaciones—bien identificados, pero no mencionados aquí por nombre—a que luchemos por México. Si le va mal al gobierno de la 4T, le irá mal a todo el país. Por su parte, es la responsabilidad del Presidente, de su partido y su gabinete, dirigirse a la nación con todo respeto, profesionalismo y sin arrogancia, contribuyendo también a la unión y no a la división de México.
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