Esta semana, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional sorprendió al anunciar que asumió el control de 11 territorios pertenecientes a ocho municipios de Chiapas. Especialistas aseguran que el éxito del movimiento es el modelo educativo que ha empleado basado en el socialismo.
Activistas de los derechos humanos en Chiapas celebraron la constitución de nuevos municipios zapatistas pues consideraron que el EZLN "está resistiendo" ante el Gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador, el cual, afirman, "no ayuda en nada a sus derechos".
Por Eduard Ribas i Admetlla
México, 22 ago (EFE).– Tras 25 años del levantamiento en México del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), el movimiento indigenista anticapitalista no solo sigue resistiendo en municipios autónomos del suroriental estado de Chiapas sino que ahora ha incrementado sus áreas de influencia.
El zapatismo, que muchos consideraban en letargo, sorprendió esta semana con un importante anuncio: asumió el control de 11 territorios pertenecientes a ocho municipios de Chiapas, que se sumaron a las 32 zonas zapatistas existentes.
Cuatro de estos nuevos dominios se organizarán como municipios autónomos autogestionados por los habitantes de sus comunidades, mientras que los otros siete se constituirán como "caracoles zapatistas", es decir, albergarán órganos regionales de gobierno indígena.
Esta expansión es una de las más destacadas desde que el EZLN dejó las armas y se centró en la gestión de los territorios obtenidos a raíz del levantamiento del 1 de enero de 1994 en busca de la autonomía de los pueblos indígenas.
"Esto es producto de muchos años de trabajo en estos territorios, no solo en los caracoles sino también en sus zonas de influencia", dijo este jueves a Efe Gilberto López y Rivas, antropólogo y ex asesor del EZLN.
La organización social del zapatismo se basa en las comunidades indígenas autónomas que eligen en asamblea a sus Gobiernos locales, que a su vez eligen a los Gobiernos de los caracoles, sin reconocer la autoridad del Estado.
El éxito de este modelo, apuntó López y Rivas, se debe al sistema educativo impulsado por el EZLN en esta empobrecida región indígena, basado en la construcción de las llamadas escuelitas zapatistas, que educan a la juventud en el socialismo.
En un comunicado, el subcomandante del EZLN Moisés informó que se ha estado trabajando en esta expansión desde octubre de 2016, cuando el movimiento zapatista acordó "pasar a la ofensiva en la defensa del territorio y de la madre tierra".
Reivindicó que han podido "extender la palabra y la acción de resistencia y rebeldía" a pesar de la persecución sufrida por "el mal gobierno, caciques, empresas extranjeras, criminales y leyes".
La cobertura mediática del zapatismo ha perdido peso durante las últimas dos décadas, desde que el Estado mexicano incumplió los Acuerdos de San Andrés (1996) al no reformar la Constitución para dar autonomía a los pueblos originarios.
En este tiempo, el movimiento "se ha dedicado a hacer en lugar de discursar", contó a Efe el filósofo César Valera, lo que explica su expansión mientras muchos lo daban por "desaparecido".
Las zonas indígenas que han adoptado el zapatismo suelen estar delimitados por carteles que avisan "Aquí manda el Pueblo y el Gobierno obedece", y son áreas, aseguró el también antropólogo, donde las autoridades han tenido que aceptar desde hace años que "no tienen el control del territorio".
En rueda de prensa, el Presidente de México, el izquierdista Andrés Manuel López Obrador, dio este lunes la "bienvenida" a la creación de los nuevos municipios autónomos zapatistas porque, según dijo, trabajan "en beneficio de las comunidades y pueblos" indígenas.
Pero el EZLN no tiene ninguna confianza con el mandatario que ha prometido resolver las injusticias del país, tal y como quedó patente en el último comunicado de la organización: "Con el nuevo capataz de México siguió también la persecución y la muerte".
De hecho, la campaña de expansión territorial de la organización ha sido bautizada como "Samir Flores vive", nombre del activista asesinado en febrero pasado que se oponía a la construcción de una termoeléctrica impulsada por el Gobierno de López Obrador.
López Obrador ha negado en varias ocasiones que dicha muerte tenga "algo que ver" con su gestión y ha condenado el crimen.
El malestar afloró este martes cuando miles de indígenas marcharon en la capital de Chiapas, Tuxtla Gutiérrez, para protestar contra los grandes proyectos de infraestructura del Presidente como el Tren Maya, al considerar que amenazan a sus territorios y al medioambiente.
Francisca González, activista por los derechos humanos en Chiapas, celebró en declaraciones a Efe la constitución de nuevos municipios zapatistas porque, dijo, "están resistiendo ante este Gobierno que no viene ayudando en nada a nuestros derechos".
Lejos del letargo, el zapatismo permanece arraigado en las montañas de Chiapas y dispuesto a volver a plantar cara al Estado mexicano.