El orondo realizador de papada prominente, nacido en Essex el 13 de agosto de 1899, construyó una filmografía sin parangón a lo largo de seis décadas.
Por Antonio Martín Guirado
Madrid, 13 de agosto (EFE).- Este martes se cumplen 120 años del nacimiento de Alfred Hitchcock, uno de los mayores genios en la historia del cine, autor de películas para la eternidad, considerado como el gran maestro del suspense y aún plenamente vigente como influencia de los más brillantes autores modernos del género.
Desde Jordan Peele (Get out, Us) hasta David Fincher (Gone girl, Panic room), pasando por Martin Scorsese (Cape fear, Shutter island), gran parte de la trayectoria de Brian de Palma e incluso David Lynch (Mulholland drive), las referencias al cine de Hitchcock se suceden en tramas que convierten al espectador en voyerista, con falsos acusados, víctimas rubias e identidades dobles.
François Truffaut aseguraba, incluso, que Hitchcock se encontraba al nivel de artistas como Kafka, Dostoyevsky y Edgar Allan Poe a la hora de describir la ansiedad del hombre.
“Hitchcock es puro cine, influencia ‘a fuego’ en el género y fuente de inspiración para tantos cineastas”, dijo a Efe el director español Francisco Javier Gutiérrez (Rings), un gran admirador de Hitchcock al que rindió homenaje con el cortometraje Norman’s room, que giraba en torno a la célebre secuencia de Psycho en la ducha, “de brillante ejecución e impacto”.
Aquel asesinato de Marion Crane es para Gutiérrez “referente y objeto de fascinación casi obsesiva”, un “momento irrepetible” del séptimo arte que logró “clavar en la retina” de los espectadores.
Nominado al Óscar en cinco ocasiones como mejor director (Rebecca, Lifeboat, Spellbound, Rear window y Psycho, 1960), únicamente recibió el reconocimiento de la Academia de Hollywood con la estatuilla honorífica que se le hizo entrega en 1968 de manos de Robert Wise. Además, cuatro de sus obras obtuvieron la nominación como mejor película (Foreign correspondent, Suspicion, Spellbound y Rebecca, que se llevó el galardón).
Pero su talento iba mucho más allá de lo que los premios podían atestiguar.
El orondo realizador de papada prominente, nacido en Essex el 13 de agosto de 1899, construyó una filmografía sin parangón a lo largo de seis décadas.
Sus inicios en la época del cine mudo dejaron perlas como The Lodger, en la que comenzó a labrar su peculiar capacidad para crear tensión y suspense (el denominado estilo hitchcockian), esta vez con una historia en la que una mujer sospecha que uno de sus huéspedes es un temido asesino en serie conocido como El vengador.
Además, la cinta es recordada por ser la primera ocasión en que el director hizo acto de presencia en la pantalla, una seña que se convertiría en característica de su cine.
Su primer trabajo hablado fue Blackmail, un film rodado originalmente en mudo y que, posteriormente, fue reeditado con sonido.
Y antes de dar el gran salto a Hollywood convencido por el productor David O. Selznick (con quien firmó un contrato por cinco películas y 800 mil dólares), dejó dos de los mejores thrillers británicos de la historia (The 39 steps y The lady vanishes) con elementos tan recurrentes de su cine como el espionaje y la confusión de identidades.
Con su marcha a EU se vio al Hitchcock más brillante y no pudo comenzar esa andadura con mejor pie que con un clásico en toda regla como Rebecca (1940), una película protagonizada por Laurence Olivier y Joan Fontaine que obtuvo 11 candidaturas a los Óscar. Fontaine, un año después, se llevó el premio de la Academia por Suspicion, algo que ningún otro actor (hombre o mujer) logró con una película del cineasta británico.
Esa cinta supuso también su primer trabajo con Cary Grant, con quien volvió a colaborar en Notorious, To catch a thief y la mítica North by northwest, cuya escena del avión acechando al protagonista pasa por ser una de las más recordadas del celuloide.
Rope (1948), su primera película en color, fue también el inicio de sus trabajos con James Stewart, con quien filmó después Rear window, The man who knew too much y Vertigo.
Y en ese catálogo faltan aún por mencionar títulos como la célebre The birds, Topaz, Torn curtain, Strangers on a train, Dial M for murder o Marnie, entre otros, además del famoso formato televisivo Alfred Hitchcock presents, cuya inolvidable sintonía daba paso a la aparición de perfil del celebrado realizador.