El líder de Los Rojos fue detenido a finales de julio en un operativo conjunto de la División de Inteligencia de la Policía Federal y la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) en la sierra de Chichihualco, municipio de Leonardo Bravo.
Ciudad de México, 11 de agosto (SinEmbargo).- Santiago “N”, alias el “El Carrete”, presunto líder del grupo criminal conocido como Los Rojos, ya cuenta con auto de formal prisión. Así lo informó la Fiscalía General de la República (FGR).
"Santiago “M” continuará recluido en el Centro Federal de Readaptación Social (CEFERESO) No. 2 “Occidente” ubicado en Puente Grande, Jalisco, luego de que el pasado primero de agosto, elementos federales cumplimentaron la orden de aprehensión en su contra, solicitada y obtenida por el Ministerio Público Federal", informó en Twitter la dependencia federal.
El pasado 31 de julio, la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana del Gobierno Federal informó sobre la captura de “El Carrete“.
#FGR obtuvo auto de formal prisión en contra de Santiago “M”, por ser probable responsable en la comisión del delito de delincuencia organizada; se le atribuye ser líder de un grupo delictivo con presencia en el estado de #Morelos. https://t.co/ux4ac7eGDa pic.twitter.com/aBbHuWXP7N
— FGR México (@FGRMexico) August 11, 2019
El líder de Los Rojos fue detenido en un operativo conjunto de la División de Inteligencia de la Policía Federal y la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) en la sierra de Chichihualco, municipio de Leonardo Bravo.
LOS 43 Y “EL CARRETE”
Durante años, Los Rojos estuvieron involucrados en luchas territoriales con una pandilla rival, Guerreros Unidos, para tener el control del narcotráfico en las montañas de Guerrero. El área es una de las principales regiones para cultivo de opio en México. En 2014, la policía se alió con Guerreros Unidos y secuestró a 43 estudiantes normalistas porque creían que los jóvenes trabajaban para Los Rojos. Los fiscales afirmaron que hombres armados de Guerreros Unidos mataron a los estudiantes e incineraron sus cuerpos, pero todavía se cuestiona esa hipótesis, ya que los fragmentos de huesos encontrados sólo coincidían con uno o dos de los estudiantes.
“Algunos sospechosos en aquella masacre afirmaron que Mazari pagó a los estudiantes para alterar las actividades normales en la ciudad de Iguala, un baluarte de Guerreros Unidos. Por ese y otros motivos, algunos creen que Mazari podría tener información sobre cómo y en dónde fueron asesinados los estudiantes, o a dónde se llevaron sus cuerpos”, dice Associated Press.
El 26 de septiembre de 2014 desaparecieron 43 estudiantes de la escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, Guerrero, a manos de fuerzas del Estado que los habrían entregado a un grupo criminal, luego de haber tomado de la terminal de Iguala cinco autobuses para trasladarse a un mitin.
El caso, que cimbró al país, no se ha resuelto a pesar de que están por cumplirse cinco años del hecho. Ni siquiera hay una versión creíble de lo que sucedió en aquellas horas. La versión oficial fue desmentida por videos hechos públicos sobre el uso de torturas por parte de las autoridades para obtener declaraciones de los supuestos involucrados.
Uno de las docenas de detenidos es Felipe Rodríguez Salgado, “El Cepillo”, que pertenecía al grupo de Guerreros Unidos, rival de Los Rojos, y uno de los presuntos responsables de ordenar el homicidio de los normalistas. Según la entonces Procuraduría General de la República (PGR, ahora FGR), el hombre de 28 años fue quien señaló a “El Carrete” como el que ordenó a los normalistas “reventar” un acto político que desató los hechos posteriores e incluso habría pagado al director de la Normal.
De acuerdo con la declaración de Rodríguez Salgado, su grupo delincuencial creía que Los Rojos querían tomar la plaza de Iguala, a donde se dirigían los normalistas, a quienes “confundieron” con una operación rival. “Guerreros Unidos” es la organización supuestamente responsable de su desaparición.
El Gobierno mexicano concluyó después de las primeras investigaciones que los jóvenes habían sido asesinados en incinerados en el basurero de Cocula, en Guerrero. La llamada “verdad histórica” fue rechazada a nivel nacional e internacional y hasta ahora no se ha podido localizar a los normalistas ni sus restos.