Hasta ahora Austin, la capital de Texas, era el lugar de peregrinaje del progresismo tejano, pero en los últimos años El Paso se ha convertido en una alternativa prometedora para muchas personas del sur de Estados Unidos. Sobre todo para un montón de paseños que, en lugar de emigrar, han decidido quedarse y romper la diáspora que ha definido a otras tantas generaciones.
Por Benja Villegas
España, 4 de agosto (ElDiario.ES).- "Hey bro, we're ok. It's crazy, unbelievable and heartbreaking". Este es el mensaje literal con el que mi amigo Greg Adams responde a la pregunta de si están bien. Joel, americano, hijo de mexicanos y tan bilingüe como el ochenta por ciento de la población de El Paso dice: "Sí todos bien. ¡Gracias!". Me enteré de lo sucedido por los mensajes que me llegaron y que hacían referencia a la última hora del tiroteo en el centro comercial Cielo Vista de El Paso, Texas. Lo hacían porque seguramente no conocen a ningún otro español que haya pasado temporadas allí. Yo, sin embargo, me puse en contacto con mis amigos americanos para confirmar que estaban salvo.
Siempre imaginé que mi primera vez en EU sería en Nueva York o Los Ángeles pero, cosas de la vida, después de recorrer la mitad de Texas, acabé en esta ciudad atípica del Estado de la estrella solitaria. Mi cometido era documentar la escena punk paseña en los ochena y noventa. En mi relación de amor con "El Chuco" (como se conoce allí a la ciudad) fue clave que allí nadie penalizara mi precario nivel de inglés. Es, quizás, una de las ciudades más bilingües de Estados Unidos. La frontera no divide dos países, sino una sola ciudad. Ciudad Juárez y El Paso comparten avenidas y el tránsito entre ambos núcleos urbanos es tan sencillo y fluido que rompe muchos de los clichés que el cine americano nos ha instalado. Luna me contó que era habitual parir en Estados Unidos si una madre juarense podía permitírselo. Su hijo, Luca, de hecho, es americano de nacimiento. Manuel, músico y productor, describía cómo cruzaba la frontera a diario desde México para poder estudiar en Estados Unidos. Entraba en América por las mañanas y volvía a Ciudad Juárez a dormir.
Ni El Paso ni el centro comercial Cielo Vista destacan por aglutinar un porcentaje alto de población hispana, porque lo extraño allí es no serlo. La mezcla en el antiguo Paso del Norte se cuenta por generaciones. Tuvimos la suerte de entrevistar al ex congresista por Texas y actual candidato a la presidencia Beto O'Rourke y alucinamos con su nivel de Español. Beto formó parte de la escena punk de la ciudad en los noventa y no se me ocurre un político más representativo de los valores y la realidad paseña. Un tejano de nacimiento, demócrata y defensor del seguro médico universal y el control de armas, es el reflejo perfecto de una ciudad grande, abierta, antirracista e históricamente progresista que está viviendo un crecimiento paralelo al de la popularidad de su candidato.
Hasta ahora Austin, la capital de Texas, era el lugar de peregrinaje del progresismo tejano, pero en los últimos años El Paso se ha convertido en una alternativa prometedora para muchas personas del sur de Estados Unidos. Sobre todo para un montón de paseños que, en lugar de emigrar, han decidido quedarse y romper la diáspora que ha definido a otras tantas generaciones.
Por eso es tan importante remarcar que el pistolero del centro comercial Cielo Vista no es oriundo de El Paso. Se me hace imposible pensar que nadie en la ciudad pudiera llevar a cabo una atrocidad así. El camino entre Dallas y El Paso es largo. Yo lo he hecho, y tienes tiempo de sobras para reflexionar sobre muchas cosas, a la vez que el entorno se erosiona y pasa del verde del este de Texas al desierto y al marrón del oeste. El asesino tuvo muchísimas oportunidades para arrepentirse y no lo hizo. Ese trayecto te obliga a traspasar un huso horario. Porque El Paso es tan diferente al resto del estado que tiene una hora distinta al resto de ciudades. Y eso es lo que quiso aniquilar con su AK-47, la diferencia. El odio a lo diferente es gasolina para la extrema derecha. La política de Trump también lo es. Es complicado no pensar en Donald Trump y en Beto O'Rourke. El segundo quiere reformar y mejorar su ciudad, su estado y su país. El primero parece que no.
Recuerdo cuando en 2014 empecé a documentarme sobre El Paso y enseguida memoricé datos demográficos, históricos y sociales que la hacían tremendamente atractiva. Ahora, hay que sumarle el del tiroteo más sanguinario de 2019. Una pena. En solo tres años de visitas regulares he visto una ciudad cada vez más bella. La remodelación del downtown, Montecillo o la apuesta por el béisbol y el fútbol han cohesionado una comunidad bilingüe y mestiza que, seguro, nos dará un ejemplo en la gestión humana de la tragedia.