Juan Carlos Toriz dice que El amor en tiempos de selfie, su libro, es un aborto que nació. A través de once relatos, el joven autor independiente se desprende de un dolor.
Ciudad de México, 6 de julio (SinEmbargo).– Antonio Blanco Lerín, prologuista de El amor en tiempos de selfie, señala que Juan Carlos Toriz se ubica en el “realismo sucio”, es decir, junto a autores como Charles Bukowski, Raymond Carver o Richard Ford. Sus letras, llenas de rebeldía, pueden lastimar a más de uno.
En El amor en tiempos de selfie, Toriz “nos sumerge en un cuestionamiento sobre el abandono de sí mismo, los encuentros banales donde no queda más, sólo la vaciedad; el encuentro desafortunado de dos personas, el alejamiento del mundo real y al mismo tiempo la creación de una guarida imaginaria que vive en las redes sociales, nos relata página por página, personajes donde podemos reconocernos en la forma en la que viven su sexualidad, la amistad y el amor”, señala Frida Villalobos Guzmán.
En entrevista con SinEmbargo, Juan Carlos habla sobre su obra y sobre lo que significa ser autor independiente en un México en el que las editoriales cierran las puertas.
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–¿Por qué ser un autor independiente? ¿Por qué aventarse?
–Actualmente es difícil que una editorial te publique. Se ha convertido como un Club de Toby en el cual sólo amigos publican a amigos. Es chistoso porque incluso en las editoriales independientes sucede lo mismo. Emulan lo que sucede en las grandes editoriales y sólo se publican entre ellos. Si no eres del grupo de amigos, no te publican. Si tienes algún conflicto con el editor, pues también te cierras las puertas. Ser autor independiente es una forma de rebeldía. Es una manera de poder expresar lo que sientes de una manera escrita.
–¿En qué momento te atreviste?
–Hace como ocho años, nueve, publiqué otro libro con un amigo. Fue un libro pequeño, de 100 páginas; un tiraje también pequeño, de 100 ejemplares. Ahí apenas empezaba. Yo siento que escribía muy mal, aún siento que escribo muy mal, pero fue como esta necesidad que teníamos de expresarnos. Si creemos que podemos publicar, pues vamos a aventarnos. Sacamos los ahorros del colchón y fuimos con una editorial independiente que se llama El Under Ediciones. Así nos aventamos. Tuvo varios lectores, buenos lectores. Mi amigo tenía un status en Facebook. Publicaba sus comentarios y ya había un sector que lo seguía. Yo todavía no sabía poner acentos, pero tenía ideas estructuradas. Nos lanzamos.
–Cuéntanos sobre El amor en tiempos de selfie.
–Es el aborto que nació. Tiene todo un contexto. Cuando decido sacar un libro, fue porque en ese entonces tenía una novia... Ella quedó embarazada. Yo estaba emocionado. Era la relación más larga que había tenido. De pronto me dijo que no lo quería, abortó. Al poco tiempo ella se volvió una dama de compañía. Esa situación me dejó muy lastimado. Me refugié en el alcohol, pero entendí que tenía que salir de alguna forma. Estaba a la mitad de la carrera, tenía varios proyectos, entre los que estaba El amor en tiempos de selfie. Fue una forma de sacar toda la frustración que tenía. Fue una forma de sacar todo el dolor. Salieron once relatos. Según yo, inventé una forma de hacer relatos, la cual se llama “eyaculación de ideas”. Esta forma de hacer relatos consiste en que a amigas de Facebook, amigas de la vida, me mandaban lo que denominan el “pack” y yo les mandaba un relato. Era una metáfora: en lugar de masturbarme, escribía un relato. Ellas revisaban los relatos, lo checaban y si les gustaba, pues entraba ya para el libro.
–Tienes un estilo transgresor. Hay personas a las que les molestaría.
–Tuve problemas con ese libro. Mujeres pensaron que yo golpeaba a las mujeres o que las obligaba, cuando no hay nada así. Todo lo que escribo es consensuado. Nunca he hecho nada fuera de lo común con una mujer.
–¿Qué dijeron cuando ya estaba el libro?
–Muchas renuentes a leerlo, pero ya cuando empezaron dijeron que estaba chido. Si se habla de cosas bastante deprimentes, todos los finales tienen algo bastante deprimente, pero también está presente el amor, el amor en tiempos de selfie. Parece que en las redes sociales uno encuentra el suplemento del amor. Hay gente que sube fotos y parece que está enamorada, pero nunca entra en contacto directo. Está sólo la imagen. ¿Qué hay atrás de la imagen? De hecho es el sentido que le quisimos dar a la portada. ¿Cuál sería la otra cara de la chica? Es una chica muy guapa, pero detrás de esa mata de pelo, ¿qué hay? Parece que hay dolor, podredumbre, deseo de salir.
–Háblanos sobre el proceso que hay después de tener el libro digital. ¿Es difícil?
-Busqué en varios lugares. En unos siempre tienes que poner dinero. En unos debes poner más dinero de lo que vas a obtener. Yo no buscaba el dinero, sino publicar. Toqué varias puertas. Unos me dijeron que no entraba en el concepto que tenían. Regresé a la editorial donde publiqué mi primer libro. Ahí me dijeron que sí, sólo tenía que pagar. Fueron 6 mil 500 pesos por 100 ejemplares. Supuestamente los editores te hacen un corrección de estilo, pero ya publicado encontré varias erratas. Es parte de publicar de manera independiente. Le pedí dinero a mis amigos para publicar, al final lo publiqué.
–¿Es redituable o no importa?
–Redituable en otros aspectos. De repente hay experiencias o contactos que te da escribir un libro. De pronto vas a un lugar y te invitan una chela. Se va compensando. Es redituable.
–¿Es más fácil escribir desde el dolor?
–No creo que sea más fácil. Es necesario. Cuando estás muy lastimado, haces algo o te quedas. Yo tenía una urgencia para hablar. Cuando era niño tartamudeaba mucho, ahora un poco. Esa necesidad te orilla. Un maestro decía que el deseo te arrastra. A mí me arrastró el deseo de aprender. No sé si es fácil o difícil, para mí fue preciso. Fue el momento que necesitaba para contar una anécdota, un dolor que me carcomía.
–Además de ser un autor independiente y psicólogo, ¿quién es Juan Carlos Toriz?
–Guillermo Fadanelli, que es uno de mis autores favoritos, pasó por el rechazo de las editoriales fuertes, creó su propia editorial en la que publicaba y publicaba a gente que ahora es de renombre, pero en su momento sólo eran borrachínes. Una frase de Fadanelli dice: “Estudié lo que no quería estudiar. Amé a las mujeres inconvenientes. Tuve amigos que me iban a traicionar y leí muchos libros. Al final me hice un escritor”. Yo me proyecto en esa frase porque así me considero. Estudié Psicología porque así lo quisieron mis padres. No me gustaban las clases. Se me hacía tedioso, sólo quería salir de ahí. Eso sí: en Psicología tienes otro tipo de experiencias. Yo me enfoqué en el psicoanálisis. Fue interesante. Tuve la oportunidad de trabajar con pacientes con esquizofrenia. Son personas que te enseñan cosas. Escuchas historias que luego plasmas, sin citar el nombre.
–¿Qué le dirías a alguien que quiere publicar, pero no sabe cómo hacerle o está soñando que un día lo llamará una editorial?
–Que lo intente. Que lo haga. Que busque la manera. Encontrar espacios donde pueda publicar. Que no desista. Si realmente quiere publicar, hasta las últimas consecuencias.
–¿Cuál es tu opinión, como joven, del México de hoy?
–Me parece que el Presidente, el que impulsa la Cuarta Transformación, tiene un reto difícil. Sobre todo porque 30 años de gobiernos de derecha dejaron al país destruido. No creo que AMLO sea la esperanza. Creo que podrá hacer algunos cambios. Pero habría que buscar otras opciones. Dependiendo del contexto, habría que apostar a buscar nuevas cosas.