Francisco Javier Pizarro
16/06/2019 - 12:04 am
Las causas y efectos de la crisis migratoria
El plan Integral de Desarrollo y Bienestar, que tiene por ejes brindar educación, empleo y salud a los migrantes que transitan al sureste, es una buena alternativa para atemperar el flujo migratorio, la cual Trump, indudablemente no comparte.
Tengo la impresión que el Presidente Andrés Manuel López Obrador, el Canciller Marcelo Ebrard y la comisión especial a su cargo que se conformó el martes pasado, no han dimensionado los alcances políticos y operativos del compromiso que firmaron de poner freno al flujo migratorio de Centroamericanos a Estados Unidos, en 45 días.
El éxodo migratorio es una hiedra expansiva por múltiples causas, lo que genera efectos diversos y complicados.
AMLO ha reiterado una y otra vez, que “tenemos un plazo para acreditar que es posible con desarrollo y bienestar, atemperar el fenómeno migratorio, que no es el uso de la fuerza alternativa”. “Hay que atender las causas y no los efectos”.
Ciertamente no hay fenómeno sin causa y causa sin efecto. Pero lo que el Presidente no reconoce es que la causa y el efecto no están cercanos en el espacio y en el tiempo.
Las causas de la migración son diversas, complejas e inclusive contrapuestas. Es verdad que la crisis migratoria deriva por lo general de graves problemas sociales como la violencia, la inseguridad, la pobreza.
El plan Integral de Desarrollo y Bienestar, que tiene por ejes brindar educación, empleo y salud a los migrantes que transitan al sureste, es una buena alternativa para atemperar el flujo migratorio, la cual Trump, indudablemente no comparte.
Tan es así que ya el Presidente norteamericano advirtió que en breve comenzará a “restringir o cancelar los servicios educativos, legales y recreativos a los niños migrantes que se encuentran alojados en refugios, debido a las restricciones financieras ocasionadas por “la crisis en la frontera” (New York Times, 6 de junio de 2019)
Ebrard lo dijo muy claro. Las exigencias (en lo obscurito) de Trump de que el Senado modifique la ley migratoria de México, se refieren a que en caso de que la estrategia de desarrollo integral para contener el flujo migratorio no funcionara, “el Senado debería aprobar las bases jurídicas para que México adopte la figura de tercer país seguro”.
Ayer mismo, el rubio xenofóbico declaró que si México no lo aceptara, entraría la segunda fase, de la presión contra México, la cual dijo es mucho mas dura.
Y es justo ahí donde la puerca tuerce el rabo.
El legislador de Morena Porfirio Muñoz Ledo ha advertido a propios y extraños sin tapujo alguno, lo negativo y riesgoso que sería para México aceptar esa figura.
En el mitin celebrado en Tijuana, Baja California, a convocatoria del Presidente Andrés Manuel López Obrador, Muñoz Ledo hizo una contundente advertencia:
“Hoy es un día de celebración pero también de reflexión, de mirada larga hacia el futuro". "Es inmoral e inaceptable el doble rasero entre la frontera norte y la del sur; por una parte exigimos que nos abran las puertas y por el otro sellamos el paso de los centroamericanos para hacerle un favor a los Estados Unidos”.
Y remató: “No podemos aceptar que la migración sea una palabra maldita. La migración es un derecho humano que debe ser respetado, así lo consagran la Constitución y todos los tratados internacionales”
Y tiene toda la razón. Los tratados internacionales como los de la Declaración de Derechos Humanos y la Convención de Ginebra; la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, la Convención Americana de Derechos Humanos, y la Carta de los Derechos fundamentales de la Unión Europea, y por supuesto la Constitución de México, avalan su pronunciamiento.
Muñoz Ledo, fue más allá. Señaló además en la tribuna legislativa que el Canciller Marcelo Ebrard invadió atribuciones de la Secretaría de Gobernación, encargada del tema migratorio en el país, lo cual violenta el artículo 27, fracción 33 de la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, que establece que es competencia de la Segob, “formular y dirigir la política migratoria así como vigilar las fronteras del país y los puntos de entrada al mismo por tierra, mar o aire”.
Y por si fuera poco, adujo-- en respuesta a los cuestionamientos que le hizo su compañera de la bancada de Morena, Dolores Padierna--: “El pase de Centroamérica a México… está totalmente detenido desde el día de ayer (martes 11 de junio). Ayer salieron agentes de la Guardia Nacional a poner nuestro muro, así es, Guardia Nacional que fue creada para combatir delincuentes, no para combatir migrantes. La Guardia Nacional está ahorita de muro mexicano en Chiapas. ¡¡Infórmese por favor!!, le espetó a Dolores Padierna. (Aristegui noticias.com).
Es evidente que en este contexto la coerción que Trump está ejerciendo en contra del Gobierno mexicano no tiene otra finalidad que la de obligarlo ya no sólo a que ponga freno al flujo migratorio centroamericano, que en estos cinco meses del 2019, ascendió a 600 mil personas, 10 mil de los cuales se quedaron en México y 60 mil de los que lograron entrar a Estados Unidos y serán deportados a nuestro país, sino también, a que se asuma como “tercer país seguro”, para que se haga cargo de los migrantes que buscan asilo en Estados Unidos, el cual evidentemente se les va a negar.
La figura del asilo se refiere a una práctica mediante la cual un Estado nacional, garantiza la protección, el amparo y la asistencia de aquellas personas que han huido de su país de origen por diversas razones, generalmente, relacionadas la violación de uno o varios de sus derechos fundamentales.
La petición de asilo se realiza a un segundo o tercer país que ofrezca las garantías de seguridad y protección que el Estado del que procede el solicitante (en este caso Estados Unidos), no está en condiciones de brindar.
En mi modesta opinión, esa es la ruta que va a seguir Trump, en la segunda fase de su amenaza a México.
Espero de todo corazón que eso no ocurra y que tanto el presidente como el Canciller, entiendan que el plazo impuesto por Trump de 45 días para disminuir el flujo migratorio a su país, no es una evaluación como ellos la llaman, sino un recurso más para obligar a México a que doble las manos y se acepte ser “un tercer país seguro”.
El modelo actual de las relaciones económicas binacionales está en crisis. Estados Unidos lo tiene claro y está tratando de imponer su poder legal en todo el planeta. No hay que ser ingenuos.
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