Era mediodía, el sol caía a plomo y les obligaron a ponerse dos chamarras gruesas y a sostener el cuerno de chivo en posición de disparo durante una hora. Bajo ninguna circunstancia podían moverse. Les acercaron los restos de los pollos asados a los pies y, al momento, las hormigas rojas comenzaron a trepar por sus piernas.
Esa prueba de resistencia al dolor les serviría, según los comandantes, para prepararles en caso de resultar heridos en un enfrentamiento. Si querían salvar la vida era fundamental, decían, apartar el dolor de su mente.
SinEmbargo lleva a sus lectores esta entrevista exclusiva con Telemundo, en acuerdo con la televisora estadounidense.
Por Aldo Meza
Nueva York, Estados Unidos, 23 de mayo (Telemundo).– Francisco fue uno de los 19 alumnos de la “escuela del terror” del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) de abril a junio de 2018. Según cuenta, a medida que avanzaban en los entrenamientos, las pruebas se hacían cada vez más insoportables dentro del campamento mexicano de Talpa de Allende, Jalisco.
Un día, el jefe de plaza ordenó traer unos pollos asados: “Hoy vamos a empezar una prueba de todo lo que han aprendido. Serénense, por favor. No quiero matar a nadie”.
Era mediodía, el sol caía a plomo y les obligaron a ponerse dos chamarras gruesas y a sostener el cuerno de chivo en posición de disparo durante una hora. Bajo ninguna circunstancia podían moverse. Les acercaron los restos de los pollos asados a los pies y, al momento, las hormigas rojas comenzaron a trepar por sus piernas.
“Nos empezaron a picar horrible”, recuerda Francisco. El escozor hizo que uno de los hombres levantara un pie.
-¿Quién te dijo que levantaras el pie? -le recriminó el jefe de plaza. Si lo haces, se te va a ir un tiro y vas a matar a un compañero.
“Yo sentí que mi pie se durmió de tantos piquetes de hormiga, pero no podía bajar el rifle. Ellos pasaban por detrás, mirándote, y te pegaban: ¡Sube más el rifle! ¿Quién te dijo que lo bajaras? Y lo pies colorados con piquetes de hormigas. Escuchas el cerrojo de su rifle que truena. Sabes que, si no lo haces, te matarán”.
Esa prueba de resistencia al dolor les serviría, según los comandantes, para prepararles en caso de resultar heridos en un enfrentamiento. Si querían salvar la vida era fundamental, decían, apartar el dolor de su mente.
Francisco se acuerda de las hormigas de fuego y de las noches heladas. A medianoche, con temperaturas de dos o tres grados centígrados, los instructores llenaron unos tanques con agua. Les metieron dentro del tanque, en posición de disparo. “El frío en tus pies, imagínate. Cuando salí, media hora después, me tuvieron que ayudar porque no podía poner un pie en el suelo. Yo sentía que los dedos se me iban a quebrar”.
Otras veces, les obligaban a armar y desarmar el arma con los ojos vendados:
“Decían: a ver tú, desármame la beretta (un arma corta usada en todo el mundo por cuerpos policiales y militares) ¿Ya están todas las piezas? Ahora, la vuelves a armar”. Golpeaban a quienes no lo conseguían. Francisco lo logró en 40 minutos.
Además de sufrir los rigores de los entrenamientos, los reclutas debían respetar siempre lo que los comandantes llamaban las “reglas de oro” impuestas por el líder del cártel, Nemesio Oseguera, “El Mencho”:
-No ser chismoso.
-Matar a los chismosos.
-No consumir alcohol ni drogas.
-No encariñarse con ningún compañero.
-Decir siempre la verdad.
-No mostrar el arma en público.
-No matar sin una orden del jefe.
-No reclutar a mujeres o a niños menores de 12 años.
Los encargados de hacer respetar la disciplina eran expertos en tácticas militares contratados por “El Mencho”. Eran, según Francisco, desertores de fuerzas de seguridad mexicanas y extranjeras. “El alto mando se había comprado a marinos de un grupo de élite. Hay 'navys' de los Estados Unidos, hay fuerzas Delta, hay de todo ahí”.
Consultado por Noticias Telemundo Investiga, el Departamento de Defensa estadounidense respondió en un correo electrónico que “desconoce las actividades de los militares que ya no están en activo”, como los que conoció Francisco.
Un ex comandante de investigaciones de la policía mexicana, con experiencia en la lucha contra este cártel, aseguró a Noticias Telemundo Investiga bajo condición de anonimato que entre los adiestradores también hay miembros de las fuerzas del orden de México: “El entrenamiento que reciben en los campamentos es profesional. También se sabe que hay policías en activo que pertenecen al cártel”.
En octubre de 2018, el Departamento de Justicia de los Estados Unidos clasificó al cártel como una de las cinco organizaciones criminales más peligrosas del mundo. Comparte el podio con la MS-13, el Cártel de Sinaloa, el Clan del Golfo y Hizbollah. En su historial criminal hay secuestros y asesinatos, y sus métodos de propaganda, haciendo circular videos de decapitaciones y cuerpos desmembrados, recuerdan a los que usa Estado Islámico (ISIS) para aterrorizar a la población y a los cárteles rivales.
El cártel tampoco se ha amedrentado cuando el adversario es el Ejército mexicano o la policía. Prueba de ello son los ataques que han perpetrado en Jalisco, como el de Guachinango en 2014, con un resultado de cuatro soldados muertos; la emboscada en San Sebastián del Oeste en 2015, con un saldo de 15 oficiales caídos y, el mismo año, un ataque a la policía federal en Ocotlán que acabó con la vida de cinco hombres.
Este nivel de violencia sólo es posible con un ejército de reclutados. Art Fontes, agente retirado del la Oficina Federal de Investigaciones estadounidense (FBI, en inglés) calcula que “sólo en Jalisco, en los años 2013 y 2014, “El Mencho tenía a tres mil hombres trabajando para él”.
El CJNG ha conseguido crecer hasta desplazar al Cártel de Sinaloa y, después de que Joaquín Guzmán Loera “El Chapo” fuera encarcelado, Nemesio Oseguera, “El Mencho” de 52 años, se ha convertido en el hombre más buscado en México. En Estados Unidos, el Departamento de Justicia ha puesto a su cabeza un precio de 10 millones de dólares.
Cualquiera que tenga información que pueda conducir a su captura, puede enviarla a la dirección de correo electrónico [email protected] .
Desde el año 2011, el CJNG se disputa el territorio mexicano con Los Zetas, y Francisco ha sido testigo de ello: “Los secuestros de Los Zetas habían golpeado duro al estado de Jalisco. Estando en el campamento, empezó a llegar armamento que yo nunca había visto: granadas, cohetes, y todo eso. Empezaron a llegar equipos tácticos, pecheras, lentes infrarrojos, miras telescópicas. Todo listo para una guerra”.
Durante un enfrentamiento reciente entre ambos grupos, 13 personas perdieron la vida -entre ellas un bebé de un año- en Minatitlán, Veracruz, el pasado abril.
A pesar de lo feroz del cártel, Francisco también habla de los buenos momentos, como la “fiesta de graduación” al terminar su entrenamiento: “Nos devolvieron el teléfono y nos dijeron: No cometan pendejadas. Llegamos al pueblo (Talpa) y había meseros, grupos norteños, puro whisky etiqueta azul, camarones, carnes, quesadillas y 20 mujeres pagadas que eran prostitutas”.
Esa noche Francisco lo celebró. Hasta aquella fecha, mayo de 2018, aún no había matado a nadie.