Esta mañana de 10 de mayo, Guille marchará en las calles de Hermosillo por primera vez en su vida. Nunca había sentido la necesidad de hacerlo, pero ahora, con una causa que es suya y de muchas otras mujeres en Sonora, está segura de que este Día de las Madres, no tiene nada que celebrar.
Sonora/Ciudad de México, 10 de mayo (SinEmbargo).- El colectivo la absorbió. Dar entrevistas, organizar a sus compañeras y atender a gente que a diario pide información, la orillaron a dejar su trabajo en la limpieza de casas, para dedicarse de lleno a ser una Guerrera Buscadora de Sonora.
Con el dolor a cuestas, Guillermina Girón Quintana, de 38 años, no tiene otra opción que mantenerse firme no sólo para encontrar a José Cristian, su hijo desaparecido, sino para conservar de pie a su familia, con un esposo y cuatro hijos más.
Y ahora, con todas las responsabilidades que ha asumido y aunque no lo desea, se perfila como la coordinadora de la extensión Hermosillo del colectivo, para acompañar y apoyar a María Teresa Valadéz Kinijara, líder de las Guerreras a nivel estatal, agrupación que se dedica a buscar a personas víctimas de desaparición forzada en fosas clandestinas.
“Yo preferí dejar de trabajar, porque ahorita me importa más estar en esto, en la búsqueda de mi hijo”, narra Guille en la cocina de su casa, sentada sobre un mueble adornado por imágenes de la Virgen de Guadalupe y San Judas Tadeo, “va a ser mi primer 10 de mayo que voy a estar pasando esta situación”.
José Cristian Piña Girón, de 21 años, desapareció el 30 de agosto de 2018. Fue “levantado”, cuenta su madre -con el lenguaje que ha permeado en la sociedad para llamar a los secuestros que ejecuta el crimen organizado- cuando iba a visitar a una amiga suya.
Jornalero agrícola y albañil fueron sus últimos trabajos. Ya no vivía en la casa de su familia desde hacía un par de meses, sin embargo, José Cristian siempre estaba en comunicación y les visitaba casi a diario. Cuando le dijeron que no lo habían visto, ella ya lo sabía.
“Porque ya sientes tú, sientes que están en peligro”, aseguró, “el mismo día que desapareció me avisaron, en la tarde noche me dijeron que no sabían de él; y el compañero con el que vivía le avisó a mi sobrino. Cuando me dijeron, sentí morirme en ese momento".
"Los primeros días son los más duros, al saber esta noticia; pero, gracias a Dios, he podido salir adelante, más que nada, por mis otros hijos; cuando desaparecen a alguien, desgraciadamente, acaban con la familia de esta persona”.
Del último lugar donde lo vieron, en una colonia de Hermosillo, Guillermina buscó hasta en el monte, los hospitales, la cárcel… el Servicio Médico Forense (Semefo), allí, en los meses siguientes, agarró por costumbre ir cualquier día a revisar los gruesos volúmenes de fotografías con rostros y características de los cuerpos sin identificar.
“Cuando iba a Semefo, esperaba no encontrarlo de esa manera… pero no descartas ni una posibilidad; ahí no te enseñan los cuerpos; te enseñan un libro con imágenes de las personas que están ahí… sí es algo muy duro ver todo eso”.
NO A LA RESIGNACIÓN
En medio de la maleza Guillermina busca. Junto a otras veinte mujeres, esta madre empuñó una varilla, por primera vez, para encajarla entre la tierra, sacarla y encontrar el olor a muerte. Guille es una de las dos únicas mujeres hermosillenses que hasta ahora han recibido entrenamiento para buscar cuerpos enterrados.
El Campo 30, en Cajeme, fue su prueba de fuego: en su única visita, colaboró para encontrar 27 de los 38 cuerpos que fueron exhumados en esa zona.
“Sí iba con la mentalidad de que íbamos a encontrar algo, pero no así… tantos tesoros”, contó, “es algo que una no se puede imaginar nunca, jamás pensé estar en esos momentos".
"En ese momento sientes mucha emoción, tristeza… todo se junta, sientes algo, un hueco en el estómago, algo en el pecho; pero también significa poder darles tranquilidad a esas familias… esa tranquilidad que quisiera una”.
Esta mañana de 10 de mayo, Guille marchará en las calles de Hermosillo por primera vez en su vida. Nunca había sentido la necesidad de hacerlo, pero ahora, con una causa que es suya y de muchas otras mujeres en Sonora, está segura de que este Día de las Madres, no tiene nada que celebrar.
“Marcharemos a las nueve de la mañana, de la plaza Emiliana de Zubeldía hacia Catedral, donde tendremos una misa para recordar a nuestros tesoros y, quien quiera, puede sumarse”, invitó, “es una marcha pacífica, es importante ir.
"Ya después le daré una vuelta a mi mamá, pero ya no será como antes; siento esa tristeza de no saber de un hijo tuyo; te cambia la vida”.
Guillermina inició en el colectivo de Guerreras Buscadoras de Sonora a través de las redes sociales, con una amiga que la invitó al grupo de WhatsApp que ahora incluye a más de 60 mujeres que buscan a sus seres queridos en Hermosillo.
A casi dos meses de distancia, en esta agrupación ha encontrado fortaleza, pues se ha visto reflejada y acompañada en la historia de cada una de las mujeres que lo integran.
“Es diferente”, dice, “te sientes más apoyada por alguien más que esta pasando por esto, porque no es fácil, hay personas que te dicen que te comprenden, pero no pasan por una situación así".
"Pero aquí estamos en el mismo dolor, buscando a nuestros seres queridos: Sientes más, te abres más y agradeces mucho, sientes motivación de platicar y te sientes más relajada”.
En Hermosillo, hay bastantes sitios dónde buscar, afirmó, porque las filas de personas desaparecidas se engrosan cada vez más en la capital.
Pero, ¿hasta dónde piensa llegar?
“Muchos me hacen una pregunta: ¿Y si llegas a encontrar a tu hijo, vivo o muerto, vas a seguir en esto? Yo les contesto que sí, yo quiero seguir en esto, aunque yo lo encuentre, pase lo que pase, quiero seguir ayudando a muchas personas”.