Guadalupe Correa-Cabrera
08/05/2019 - 11:33 am
Migrantes como mercancía en el tráfico de órganos
La estricta (y muy entendible) regulación en el tema del intercambio de órganos a nivel internacional refuerza el mercado negro que se manifiesta de varias maneras.
Por Guadalupe Correa-Cabrera y Manuel Arellano*
Una de las actividades ilícitas y criminales más difíciles de investigar es la relacionada con el tráfico de órganos. La demanda por órganos para la realización de trasplantes en casos de “vida o muerte” es infinitamente mayor que la oferta. Algunas fuentes calculan que la oferta legal o donación de órganos cubre únicamente un 10 por ciento de la demanda total por los mismos. Esta cifra es aproximada, pero la gran necesidad crea un mercado negro de enormes dimensiones que genera ganancias millonarias para los que operan y fungen como intermediarios en una red que lucra con la necesidad y vulnerabilidad de otros seres humanos.
Acuerdos internacionales y legislaciones nacionales establecen controles estrictos y penas severas para el intercambio ilegal y la venta de órganos. Entre ellos se encuentran la Declaración de Estambul en 2008—en la cual destaca el papel de la Sociedad de Trasplantes (TTS, por sus siglas en inglés) y la Sociedad Internacional de Nefrología (ISN)—cuyo principal objetivo es detener el turismo para la realización de trasplantes y combatir el tráfico de órganos. La Asamblea Vaticana en 2017, encabezada por el Papa Francisco, también aborda el tema con preocupación dada la crisis de refugiados y la gran vulnerabilidad de este grupo ante las redes de tráfico de órganos. De igual forma, existen centros para realizar trasplantes en algunos países del mundo (como Estados Unidos) donde se establecen mecanismos para que los donantes no reciban pago—a través de entrevistas a participantes, requerimientos de periodos de espera más prolongados y otras prácticas afines.
La estricta (y muy entendible) regulación en el tema del intercambio de órganos a nivel internacional refuerza el mercado negro que se manifiesta de varias maneras. Por un lado, los compradores de órganos en países de mayor ingreso ingresan al mercado ilegal para obtener órganos en naciones menos desarrolladas (del Sur de Asia como Bangladesh, India, Paquistán o Nepal; o países en el Medio Oriente, el Este de Asia, África, Centroamérica y Sudamérica). Esto se da muy frecuentemente a través de intermediarios. La estafa, el engaño y la presión son prácticas frecuentes en este mercado ilegal debido a las precarias condiciones económicas de los vendedores de órganos. Compradores acaudalados de naciones desarrolladas como Estados Unidos, Israel, Australia, países europeos (e incluso de países no tan ricos) pueden salvar sus vidas con ayuda de intermediarios que buscan vendedores desesperados o severamente endeudados (casi siempre en países de menor ingreso) a quienes no les ha quedado más remedio que vender un órgano en condiciones bastante precarias y casi siempre de muy alto riesgo en términos de salud.
La venta ilícita de órganos nos demuestra las contradicciones y grandes desigualdades en un sistema capitalista que victimiza y trata como mercancía al cuerpo humano de los más necesitados. Pero en este mercado negro, más allá de la venta “consensuada” de órganos (muchas veces inducida por la necesidad del que menos tiene), parecen existir prácticas aún más inhumanas donde existe fraude, fuerza o coerción que llega incluso a derivar en el asesinato de la víctima para la extracción de sus órganos. Estaríamos hablando ahora del fenómeno de trata de personas**. De acuerdo a la experiencia internacional, estos casos llegan a involucrar a peligrosas bandas del crimen organizado y se dan en condiciones de extrema vulnerabilidad para las víctimas, quienes muchas veces se encuentran huyendo de sus países de origen por persecución política, guerra, o condiciones de violencia y pobreza extremas.
Ejemplos claros de esta situación se pueden encontrar en algunos países del Medio Oriente, como Siria, y algunos países de nuestra región, como los del llamado Triángulo Norte de Centroamérica. Si los casos judicializados sobre venta ilegal de órganos son muy escasos y la información al respecto es muy limitada, los casos de trata de personas para la extracción de órganos vinculados a delincuencia organizada son infinitamente más difíciles de encontrar y documentar. En general, cualquier actividad relacionada al tráfico de órganos se invisibiliza debido a las grandísimas ganancias que genera este mercado negro, así como a las redes de corrupción que involucran a conocidas y poderosas personalidades en los sistemas de salud públicos y privados de los países relevantes.
El caso de la trata de migrantes y refugiados para la extracción de órganos constituye una tragedia humana de dimensiones que son difíciles de imaginar. Existen múltiples testimonios al respecto, pero muy escasas evidencias y pareciera ser que poca voluntad para investigar por parte de las autoridades de los países en los que esto sucede. No obstante lo anterior, y considerando la dificultad al realizar las investigaciones y lo bien protegidas que parecen estar las redes dedicadas al tráfico de órganos, existen algunos casos clave y testimonios que se van extendiendo y que nos van dando luz para comprender mejor este fenómeno e integrar expedientes judiciales de forma más efectiva.
La tragedia de los refugiados sirios ha recibido importantes reflectores, aunque las investigaciones son aún incipientes. Los casos de trata de personas para la extracción de órganos de migrantes centroamericanos y de aquellos que transitan por México buscando asilo en Estados Unidos constituyen un fenómeno complejo y muy delicado. En la era actual, es preciso prestarle especial atención al fenómeno dadas las recientes migraciones en masa inducidas por las terribles condiciones en los países de origen o alentadas por las nuevas redes de traficantes de personas y organizadores de caravanas. El número de jóvenes, niños y mujeres que transitan por las peligrosas rutas migratorias de México se ha multiplicado de forma exponencial. Ellos parecen ser las víctimas más vulnerables y las preferidas por los traficantes de órganos.
El fenómeno de la trata de migrantes y refugiados centroamericanos para fines de extracción de órganos no es un fenómeno nuevo. Se ha ido documentado parcialmente en los últimos años, desde que iniciamos nuestra labor académica y de defensoría (respectivamente) a lo largo de las rutas migratorias y para conocer la operación del crimen organizado en México. En este proceso, apreciamos y documentamos la conformación de la cadena delictiva en contra de las personas migrantes. Como parte de esta secuencia criminal, los migrantes son primeramente tratados como mercancía al ser asaltados, extorsionados, secuestrados (para cobros de rescates) y utilizados con fines de explotación sexual o laboral. Un segmento subsecuente en esta cadena delictiva es el sicariato forzado para varones y los trabajos forzados para mujeres en casas de seguridad del crimen organizado.
Es eslabón final de la cadena se manifiesta en la forma más inhumana de explotación. Después de toda la serie de abusos anteriormente mencionados, el crimen organizado se llega a aprovechar de lo último y más valioso que le queda al migrante: sus órganos. Existen varios testimonios por parte de las víctimas que se han recopilado directamente en los albergues y por defensores de derechos humanos en las rutas migratorias. Dichos testimonios se han cotejado con los hallazgos en fosas clandestinas ubicadas principalmente en Veracruz y Tamaulipas—y en menor medida en Coahuila, Michoacán y en la frontera sur de México. Según algunas investigaciones preliminares y testimonios de defensores de derechos humanos y otros miembros de la sociedad civil, se han encontrado cuerpos desmembrados (muy posiblemente de migrantes en su mayoría) sin vísceras y sin algunos de sus órganos más importantes (por ejemplo: riñones, pulmones, páncreas; incluso huesos y piel). Según estos testimonios, participan directamente el crimen organizado, médicos especializados y autoridades corruptas de distintos niveles.
A simple vista, esto pareciera ser imposible o inexplicable, debido a la muy alta complejidad en lo que se refiere a la preservación de los órganos. Las autoridades mexicanas han negado sistemáticamente la existencia de este fenómeno en el país, considerándolo un mito o catalogando los testimonios respectivos de fantasiosos. Para un trasplante exitoso de órganos se requiere de compatibilidad, así como del compromiso por parte de médicos especializados (nefrólogos, cirujanos, anestesiólogos) y la participación de otros proveedores de servicios (técnicos de laboratorio, técnicos farmacéuticos, administradores de hospital, etc.). Los casos judicializados de venta de órganos—como el de Costa Rica—nos muestran la complejidad de estas operaciones, así como el involucramiento de personal de hospitales y médicos de gran prestigio. Autoridades y compañías privadas también juegan un papel importante.
En resumen, los casos de venta ilícita de órganos existen, pero ha sido sumamente difícil detectarlos. Las investigaciones correspondientes ilustran la enorme dificultad de extraer, preservar y trasplantar órganos. Por lo tanto, las autoridades de diversos países (como las mexicanas) niegan de entrada la existencia de la trata de migrantes para la extracción de sus órganos por parte de grupos criminales como Los Zetas o Los Caballeros Templarios. Sin embargo, los testimonios no son aislados, se multiplican y se acompañan del hallazgo de cuerpos mutilados sin órganos. Vale la pena revisar las declaraciones al respecto del Padre Alejandro Solalinde, fundador del albergue para migrantes Hermanos en el Camino. El Padre Solalinde nos cuenta incluso de una investigación muy seria realizada años atrás por el Buró Federal de Investigaciones (FBI, por su sigla en inglés). Él también ha denunciado la existencia de clínicas clandestinas en el norte de México donde se hacen las extracciones y los trasplantes. Otros defensores y miembros de la sociedad civil que trabajan con migrantes han identificado acontecimientos similares que involucran supuestamente al crimen organizado. Aparentemente sí se han abierto investigaciones de trata de personas para la extracción de órganos en México, como una que involucró a los Caballeros Templarios.
Dada la información que hemos podido recopilar al revisar casos judiciales en otras partes del mundo, el fenómeno de la trata de migrantes para la extracción de órganos podría ser una realidad en México y extenderse a niveles que no imaginábamos. Muchos consideran esto una mera especulación, pero hay elementos que justifican un seguimiento puntual de las líneas de investigación abiertas. Lo dicho aquí se sustenta en la interacción directa con los migrantes y la recopilación de sus testimonios. Recordemos además la investigación por parte del FBI. Es importante también considerar el gran número de migrantes desaparecidos en México y el estado de algunos cuerpos encontrados en fosas clandestinas. Por lo anterior, creemos en la imperante necesidad de continuar las investigaciones ya iniciadas al respecto y colaborar directamente con los países que han iniciados sus propias averiguaciones. El tráfico de órganos es un fenómeno transnacional que involucra aparentemente a personas de mucho poder y prestigio, ofrece ganancias millonarias a los involucrados, y cuya existencia no puede negarse. Cuando hay demanda se crea una oferta. Las leyes del mercado no se pueden cuestionar.
En tiempos de grandes migraciones en lo que puede considerarse una crisis mundial, este delito no debería quedar impune. El papel de los traficantes y tratantes de personas, así como del crimen organizado en general, en las rutas migratorias es cada vez más importante. Ellos se infiltran en las movilizaciones en masa y se aprovechan, junto con las autoridades corruptas, de todo lo que valen los migrantes. El uso político de las caravanas y su parte inorgánica abonan a este problema. Ahora el migrante no vale únicamente como mercancía en vida. Se lucra con su cuerpo en vida, su dinero, su trabajo, con su significado político y hasta con sus órganos. Esta es la gran tragedia del éxodo migrante.
*Manuel Arellano es Abogado Parlamentario, Maestro en Estrategias y Prácticas Anticorrupción y Maestro en Democracia y Parlamento por la Universidad de Salamanca, España. Es además especialista en DDHH y se ha dedicado a la defensoría de las personas migrantes por más de 10 años.
Twitter: @romanolo
Facebook: Manuel Arellano
**En el presente análisis distinguimos dos modalidades en el tráfico de órganos: 1) la venta ilegal de órganos (con el supuesto “consenso” de todas las partes) y 2) la trata de personas para la extracción de órganos (a través de fraude, fuerza, coerción, e incluso tortura y homicidio).
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