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Susan Crowley

05/04/2019 - 12:04 am

El difícil arte de sumar talento

. Los días de vino y rosas con López Obrador han quedado atrás y quienes votamos por él, seguimos esperando los cambios anunciados.

Los días de vino y rosas con López Obrador han quedado atrás y quienes votamos por él, seguimos esperando los cambios anunciados. Foto: Galo Cañas, Cuartoscuro.

Seamos sinceros, todos estamos con los nervios de punta, las cosas no están siendo fáciles con este nuevo Gobierno. Los días de vino y rosas con López Obrador han quedado atrás y quienes votamos por él, seguimos esperando los cambios anunciados. Nos desesperamos por algunas “mañaneras” fallidas y por los frecuentes dislates. Con angustia sentimos que nuestro Presidente se está tardando en tomar las decisiones que nos permitan ver cumplidas al menos algunas de las promesas. Hay una sensación creciente de temor ante lo que parecerían anuncios precipitados y sin el debido estudio; el ánimo de muchos se está agotando. Quienes durante tantos años acompañamos a AMLO en su lucha a favor de tantas personas necesitadas, en su combate a la corrupción y a los favoritismos, nos preguntamos ahora cuál será el siguiente paso. Cada vez que se abre un tema, de los muchos urgentes, surge la duda: ¿estamos perdiendo la confianza?

Para el sector cultural las cosas no han sido fáciles. Los lastres que se arrastran por los intereses creados durante años de manejos turbios dentro de las instituciones, la creación de grupúsculos de poder, la fuerza de los sindicatos amañados son un problema real con el que ahora tiene que lidiar Alejandra Frausto, la nueva Secretaria de Cultura. Por otro lado, se asoma la impaciencia de quienes desde la iniciativa privada apoyan proyectos artísticos y culturales (educación, promoción, producción); incluso han tenido que reducir sus expectativas no solo por el recorte presupuestal sino también por la enorme falta de información.

Como nadie, el Presidente está consciente de las necesidades desesperadas de las comunidades aisladas, en las que día a día muchos seres humanos, entre ellos los artistas, abandonan sus oficios para tratar de salir adelante de la forma que sea, incluso sometiéndose al crimen organizado. Su idea de tomar en cuenta y dar oportunidad a toda una sociedad de actores valiosos pero condenados al rezago desde siempre, fue uno de los impulsos que llevó a muchos mexicanos a apoyar el cambio de Gobierno.

Hace un par de semanas, la situación se tornó grave con el anuncio de las nuevas políticas del FONCA, a tal punto que renunció su director, Mario Bellatin.  En las redes sociales el FONCA mudó su nombre a BRONCA. Al margen de que el estilo personal no haya sido el mejor, el cambio que él proponía era necesario; por una parte, había que deshacerse de los vicios adquiridos y por otro revisar los privilegios existentes. Uno de los más complicados gremios en nuestro país, y en cualquier lugar del mundo, es el de los artistas. Combativos, subversivos por naturaleza, son la parte sensible y la única posibilidad de manifestación libre de las ideas. El artista es no solo el cronista de nuestra historia, también es el pulso del paso del tiempo. En las grandes revoluciones, guerras y tragedias, el artista ha sido siempre protagonista; su mente creadora lo ha llevado a campos de batalla, a vivir a brazo partido las desgracias, a ser víctima de la represión. No hay más digno adversario de un sistema autoritario, que un artista. Es y será siempre la voz que surge para denunciar el horror, pero también la imagen que quedará como testimonio de los tiempos por venir. Por todo esto, tratar de convencerlos con salidas fáciles o demagogia es inútil.

El arte en nuestro país ha caminado siempre al lado de la historia. A partir de 1968 es notable la cantidad de movimientos que fueron condenados a vivir en la clandestinidad (por fin ahora se les hace justicia con retrospectivas en el Museo Universitario). Proyecto Pentágono, Salón Independiente, por mencionar a algunos, son un ejemplo de cómo los jóvenes artistas se resistían a quedarse callados ante la represión, que caracterizó a gobiernos como los de Días Ordaz y Echeverría. Muchos artistas tuvieron que salir del país, ya fuera por sus ideas, o bien porque simplemente no veían un futuro. Muchos artistas hicieron sus carreras lejos, a tal grado que la frase típica de una época fue “lo mejor de México, es irse de México”. Con la posmodernidad surgió un grupo de artistas mexicanos que dejaron atrás los referentes nacionalistas y se atrevieron a experimentar con el conceptualismo. Lo hicieron muy bien y rápidamente se colocaron entre los mejores artistas a nivel internacional. Hoy son figuras que pesan fuerte y que han sabido integrar su visión del mundo con un toque mexicano. Tal vez el más exitoso es Gabriel Orozco.

Una de las mejores ideas de la 4T es convertir a Los Pinos en un centro cultural. Devolver al pueblo un espacio en el que sabemos se han vivido los lujos y los excesos de los últimos gobiernos, es una de las grandes ideas del nuevo régimen. Reaprovechar los edificios y las zonas verdes para crear espacios culturales, permitir que cada uno de los habitantes del país se sienta parte de una idea que suma a todos es una tarea urgente y encomiable. El proyecto está encabezado por Gabriel Orozco. Uno de esos artistas que tuvieron que salir de nuestro país hace años para encontrar las condiciones adecuadas para su trabajo. Coincidiendo con los cambios en el arte mundial y sin dejar de llevar en alto la identidad de artista mexicano, Orozco hizo una carrera impresionante que lo ha llevado a ser una figura internacional relevante. Nunca dejó a México, siempre regresó con el ánimo de compartir lo que había aprendido; es una de las pocas personalidades de las que todos los mexicanos nos sentimos orgullosos.

Triunfador, polémico, criticado por sus atrevimientos, admirado por su talento, su nombre es hoy una marca registrada que quedará asociada a una buena idea. “Él va a dirigir todo este proyecto, lo va a hacer sin cobrar nada, es una aportación”, dice AMLO. Ochocientas hectáreas de ideas, de promoción cultural en las que la imaginación será todo, y si algo tiene Orozco es imaginación. Sabe lo que pasa en el resto del mundo, sabe de las necesidades de los artistas, conoce la intención de los nuevos proyectos que están creándose en cualquier lugar del planeta y que toman en cuenta, no solo a la sociedad, sino también a la ecología, a la movilidad urbana, al contexto histórico.

El que una personalidad de la talla de Gabriel Orozco, se vuelva eje de un tema tan importante es un logro, queda claro que él sumará a una cantidad enorme de artistas y agentes culturales que deben ser incluidos.

Quizá hemos estado demasiado pasivos esperando que el nuevo Gobierno resuelva todos los problemas de México. Orozco ha querido involucrarse poniéndonos un ejemplo de lo mucho que todos podríamos hacer, cada cual desde su trinchera. Que este ejemplo cunda en muchos otros campos y que el Gobierno tenga la capacidad para incluir y dejarse ayudar es lo que se espera. Lo dicho, un acierto notable de parte del Presidente, de su ministra de cultura y del Gobierno de la ciudad. Una buena noticia para recuperar la esperanza.

www.susancrowley.com.mx

@suscrowley

Susan Crowley
Nació en México el 5 de marzo de 1965 y estudió Historia del Arte con especialidad en Arte Ruso, Medieval y Contemporáneo. Ha coordinado y curado exposiciones de arte y es investigadora independiente. Ha asesorado y catalogado colecciones privadas de arte contemporáneo y emergente y es conferencista y profesora de grupos privados y universitarios. Ha publicado diversos ensayos y de crítica en diversas publicaciones especializadas. Conductora del programa Gabinete en TV UNAM de 2014 a 2016.

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