Habitantes de la Península de Yucatán crearon la Alianza Maya por las Abejas con el fin de reducir el uso de plaguicidas, altamente peligrosos para las abejas; detener la deforestación que reduce el área para la apicultura y los espacios de anidación de las abejas, e impulsar estrategias encaminadas al establecer una apicultura y una agricultura sostenibles.
Los apicultores denuncian que antes exportaban a Alemania, pero al detectarse las trazas de transgénicos se promovieron juicios para revocar los permisos de siembra de estos cultivos. El esfuerzo logró que la Suprema Corte de México prohibiera el cultivo de soya transgénica, pero esto a la fecha no ha sido respetado.
Por Patricia Hernández Goñi
Cancún, 4 de abril (EFE).– Leydi Pech, una de las apicultoras más antiguas de la región de Hopelchén, en el estado de Campeche, muestra un puñado de abejas muertas. "Las están matando las fumigaciones aéreas y el uso de agroquímicos que ya están prohibidos en otros países", afirma.
"Y aquí se siguen utilizando en cultivos transgénicos, en específico soya", sostiene.
Con tristeza señala a Efe que en 2018 murieron más de 326 colonias de abejas, principalmente en los estados de Yucatán y Quintana Roo, donde se reportan 42 mil hectáreas de cultivos transgénicos, de acuerdo a un reporte de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural de México.
Además, se deforestan en promedio 60 mil hectáreas de selva al año en la Península de Yucatán (conformada por Campeche, Yucatán y Quintana Roo), lo cual propicia cambios en el clima y aparición de nuevas plagas.
Los apicultores de Hopelchén, explica Leydi, exportaban a Alemania, pero al detectarse las trazas de transgénicos se promovieron juicios para revocar los permisos de siembra de estos cultivos.
El esfuerzo logró que la Suprema Corte de México prohibiera el cultivo de soya transgénica, pero esto a la fecha no ha sido respetado.
Por ello se formó la Alianza Maya por las Abejas de la Península de Yucatán, con el fin de reducir el uso de plaguicidas, altamente peligrosos para las abejas; detener la deforestación que reduce el área para la apicultura y los espacios de anidación de las abejas, e impulsar estrategias encaminadas al establecer una apicultura y una agricultura sostenibles en la Península de Yucatán.
En diciembre pasado, más de 200 comunidades de la Península de Yucatán (sureste) pidieron al nuevo Gobierno federal, que desde el 1 de diciembre encabeza Andrés Manuel López Obrador, disminuir las amenazas derivadas del crecimiento de la agricultura convencional e industrial, así como prohibir la siembra de soya transgénica y el uso de agroquímicos, planteamiento que continúa latente.
En contraparte, existen todavía más de 10 millones de hectáreas de selva y más de 168 mil hectáreas de milpa, lo cual ofrece una gran diversidad de néctar y polen a las abejas, con lo que se logra producir la miel de la selva maya, 100 por ciento orgánica y con calidad reconocida mundialmente como una de las mejores.
En Calakmul, municipio de Campeche, la Unión de Sociedades Apícolas Ecológicas, integrada por productores de nueve ejidos de una reserva natural protegida, han logrado mantener incólumes sus apiarios en más de 6 mil hectáreas de selva, logrando así envasar y colocar la totalidad de la miel -que en 2018 alcanzó 130 toneladas- con un valor agregado.
El presidente de la agrupación, Anastacio Oliveros, explicó a Efe que el cuidado de las abejas es fundamental, por lo que una de las estrategias utilizadas es alimentar a estos pequeños polinizadores con la propia miel que producen en sus colmenas, no con jarabes hechos de agua y azúcar como se estila en algunas zonas rurales de Quintana Roo.
Tampoco usan agroquímicos ni fertilizantes, ni productos que puedan dañar la salud de las abejas, contaminar el polen que extraen de las flores ni la miel producida, logrando así un producto mejor cotizado en los mercados nacional e internacional.
Añadió que como parte de su proceso comercial, cuentan con una planta de procesamiento, distribución y envasado, a donde llega la miel que extraen de las colmenas y es depositada en tambos que fueron sometidos a un proceso de sanitización.
"La miel se calienta entre 30 y 35 grados centígrados y después de 24 horas la espuma, los restos del polen y la cera o las patitas de alguna abeja que quedan flotando son retirados", apuntó Oliveros.
Luego, se envasa la miel en recipientes de 30 gramos, 350 gramos, un kilo, cinco kilos, siete kilos y 27 kilos, "que salen rumbo a Playa del Carmen, municipio de Solidaridad, en Quintana Roo, y otros lugares de la Riviera Maya, en donde son comercializados a grandes hoteles y restaurantes", añadió.
De acuerdo con la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, México ocupó en 2017 el séptimo lugar mundial en producción de miel con 57 mil toneladas, siendo Campeche y Yucatán los principales productores. La miel mejor cotizada, es la de Calakmul.