“El rostro de Gerardo Santos Iglesias no se mueve. No sonríe, no afirma, no niega. Es la mañana del 15 de diciembre de 2007. Su cabeza está petrificada. Sólo su dedo índice derecho, sin el resto de la mano, permanece dentro de su boca semiabierta. El cuerpo no está...”. A través de la crónica y la investigación documental, Sandra Romandía, David Fuentes y Antonio Nieto muestran cómo creció la violencia y el narcotráfico en la Ciudad de México.
Ciudad de México, 29 de marzo (SinEmbargo).– En la Ciudad de México “cada vez es más fácil matar sin que haya consecuencias para los responsables”, plantean los autores de Narco CdMx: El monstruo que nadie quiere ver.
El crimen creció y rompió “la burbuja” que se creó con los discursos de las administraciones perredistas. En la capital del país comenzaron a operar organizaciones que replican las formas y estructuras de grandes cárteles, indican en el texto Sandra Romandía, David Fuentes y Antonio Nieto.
En más de 160 páginas, los periodistas utilizan la crónica y la investigación documental para mostrar los capítulos sangrientos que pusieron cimientos a la violencia que ahora se vive en la Ciudad de México.
En entrevista con SinEmbargo, Sandra Romandía y David Fuentes coinciden en que el reconocimiento del problema es un paso importante, pero si la administración de Claudia Sheinbaum Pardo no muestra una estrategia clara, los resultados serán los mismos.
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–¿Cuánto tiempo se tardaron en realizar el texto, Sandra?
–Somos tres coautores. Antonio Nieto y David Fuentes son reporteros desde hace muchos años en temas de narcotráfico y crimen organizado. Ellos tenían en su poder expedientes desde hace mucho tiempo. Habían reportado este fenómeno desde años atrás. Ellos tenían historias que habían sido publicadas desde hace años. Yo tuve acceso a un cúmulo de expedientes y compartí con ellos. Así fue que inició la aventura de hacer el libro. A partir de que nosotros creamos el concepto del libro, la investigación completa, el índice y la propuesta a la editorial, un año y medio, más o menos.
–En la contraportada del libro viene el mensaje “El narco inunda el país... ¿excepto la Ciudad de México?”. Ustedes responden la pregunta en el texto. Nos puedes hablar de cómo las autoridades intentaron ocultarlo.
–Nosotros creemos que autoridades y la sociedad, la sociedad capitalina, se habían negado a aceptar durante mucho tiempo que esto estaba ocurriendo. A todos nos duele saber que en la Ciudad de México se cobra piso, a todos nos duele saber que hay extorsión, saber que hay bandas organizadas que venden droga y que están diversificando sus delitos. La autoridad negó durante años el fenómeno, a pesar de las evidencias que hacían ver que había un problema grande. Iniciamos el primer capítulo con un informe de las autoridades federales en el que explicaban que había una alerta de narco en la Ciudad de México. Este informe nunca fue revelado, es una primicia que tenemos en el libro. Desde el 2007, autoridades tenían la información para crear una estrategia mucho más robusta y clara. No se enfrentó el problema. Vino la negación en los discursos, desde Ebrard [Marcelo Ebrard Casaubón] hasta Mancera [Miguel Ángel Mancera Espinosa]. Ahora Claudia Sheinbaum reconoce el problema y dice que lo va a atacar, pero tampoco hay una estrategia clara. Parte de la negación provocó la falta de una estrategia que pudiera contrarrestar el problema. Hay resultados catastróficos que estamos viviendo los ciudadanos ahorita. Hay violencia que no se había visto antes: descabezados, grupos criminales controlando a los vendedores ambulantes. Nos explotó en las manos por la negación y por la falta de estrategia.
–¿Los motivos para no atacar el problema y llamarlo como debe llamarse?
–Es evidente que el discurso tenía el fin de mantener una buena imagen para la Ciudad de México. En el imaginario estaba que en la Ciudad de México no pasaban estas cosas y que es un lugar donde la violencia era “aceptable”. Eran robos, eran otro tipo de cosas, no delitos de alto impacto o delitos relacionados con la delincuencia organizada. La Ciudad de México, en el discurso, estaba blindada. Éramos una burbuja dentro de un país que tenía problemas muy serios de violencia.
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–¿En qué momento los hechos violentos dejan de provocar horror, David?
–Ocurre durante la segunda mitad de la administración de Mancera. Los hechos violentos se volvieron cotidianos. La nota roja comenzó a cobrar más relevancia. Cada día se daba a conocer: “ahora mataron a uno”, “ahora mataron a dos”. La violencia se empezó a normalizar. Ahora ves ejecutados, descabezados, narcomensajes. Es diario.
–Escribir sobre estos temas en un país en el que se agrede y se asesina periodistas.
–Es una situación de la que hemos hablado en diferentes foros para que se nos garantice la seguridad a todos los reporteros en general, pero sobre todo a los que están en los puntos más vulnerables en el país. Nosotros aún tenemos la fortuna de estar en una ciudad en la que, según las autoridades, no pasa nada. Al momento de hacer el libro, y ahora en la distribución y difusión, hemos tomado reservas para evitar ser víctimas.
–Los capos de los cárteles pueden vivir, operar y matar en la Ciudad de México.
–Sí. Ya lo han mostrado. El problema, y es parte de lo que tratamos de explicar en el libro, es que no son los grandes cárteles los que estaban aquí. Fueron pequeños grupos los que empezaron a trabajar. Encontraron un nicho en la impunidad y fueron creciendo. Si cualquier grupo de personas puede desestabilizar la Ciudad, imagina qué podría hacer un cártel transnacional.
–¿Cuáles serían los motivos para borrar del discurso la palabra “cártel”?
–Cuando mencionamos la palabra “cártel”, inmediatamente vienen al inconsciente las entidades en la que se ha hecho mucho daño. Las autoridades intentaron minimizar la situación. Los pequeños grupos tienen la misma estructura de un cártel y poder económico, que les permite sobornar a las autoridades y tener a la capital como está.
–El mito de que sicarios sólo se meten entre sicarios, se rompe en la Ciudad de México.
–Son situaciones que se viven en la Roma, la Condesa, en la Zona Rosa, los comerciantes en la zona centro. Y la situación que ya se vivió en Garibaldi y que se debe destacar: no hubo inocentes lesionadas, pero imagina que estás en un bar, como en Guerrero, Ciudad Juárez o Tamaulipas, y que pudiera haber inocentes. Estaríamos hablando en situaciones equiparables a las que se viven en otras entidades.
–La nueva administración admitió que hay cárteles en la ciudad de México. ¿Cuál es el panorama, Sandra y David?
–David: Hay que destacar que la nueva administración ya reconoció que hay un problema. Si ya se reconoció, deben estar haciendo un estudio para saber qué tan grave es el problema. Deben combatir el problema. Les explota en las manos porque hay incremento en homicidios y otros delitos. Ya se dio un gran paso. Ahora habría que ver si saben cómo combatir el problema.
–Sandra: Van sobre algunas cabezas, pero la estructura continúa. No hemos escuchado como ciudadanos y periodistas, una estrategia clara, contundente y que tenga una metodología para poder enfrentar este problema. ¿Qué va a pasar? No lo sabemos, no lo sé. Lo que sí sabemos es que si no hay una estrategia clara, no pasará nada distinto a lo que venía pasando.