El testigo, en su traje azul de prisionero, fue traído desde una cárcel federal donde hace cuatro años y diez meses espera por su sentencia tras declararse culpable de conspirar para traer drogas desde Centroamérica y países del sur a México, con destino final a Estados Unidos.
Nueva York, 24 de enero (EFE).- El Gobierno de Estados Unidos trajo este jueves a su último testigo cooperante, Isaías Valdez Ríos, en el juicio por narcotráfico contra el mexicano Joaquín "El Chapo" Guzmán Loera, otro de sus cercanos ayudantes que lo identificó en el juicio como líder del cártel de Sinaloa.
Valdez Ríos, conocido como "Memín", que ha sido mencionado antes durante este proceso que se celebra en Nueva York, trabajó diez años para Guzmán Loera, primero en su círculo de seguridad en las montañas de Sinaloa, luego de haber pertenecido a las fuerzas especiales del Ejército mexicano.
El testigo, en su traje azul de prisionero, fue traído desde una cárcel federal donde hace cuatro años y diez meses espera por su sentencia tras declararse culpable de conspirar para traer drogas desde Centroamérica y países del sur a México, con destino final a Estados Unidos.
Recordó que comenzó a trabajar en 2004 como parte de la seguridad de Guzmán Loera, a quien aún se refiere como "el señor", y que en su primer día fue llevado en un avión Cessna por personal del alegado capo a las montañas de Sinaloa, en un campamento que llamaban "el Cielo".
Al llegar a una pista clandestina, vio a unos 30 hombres con ropa de camuflaje, con armas largas y cortas, AK-47, AR-15, lanza cohetes y granadas.
"Se me acercó una persona vestida de civil que me entregó un chaleco táctico con cargadores y una AK-47", dijo el testigo, de 39 años, arrestado en 2014 en el aeropuerto de Bogotá y traído a Estados Unidos para afrontar cargos por narcotráfico.
Recordó además que le entregaron ese equipo porque en ese momento entraba a sustituir a otro de los sicarios de Guzmán Loera, que tras un mes de trabajo descansaban otro mes, trabajo por el que comenzó ganando 100 dólares semanales, luego 400 y finalmente 700 quincenales.
Aseguró que aunque sabía que trabajaría para el cártel de Sinaloa, desconocía hasta ese momento que sería para Guzmán Loera, a quien no podía acercarse, por instrucciones de Fantasma, entonces asistente del acusado.
"Fantasma y los demás me dijeron que no me permitían arrimarme (a Guzmán Loera), que cuando él lo creyera conveniente, él me llamaría, porque no tenía confianza", dijo el mexicano.
El juez Brian Cogan, que preside este caso, cuestionó a la Fiscalía previo al receso del almuerzo, porque repetía las preguntas, y preguntó si iban a mostrar algo nuevo. El Gobierno aseguró que con este testigo mostrarían actos de violencia cometidos por el acusado y sus hijos.