Para seguirlos buscando, ha surgido esta iniciativa de emprendedurismo de parte de las rastreadoras de Una Luz de Esperanza en el sur de Sinaloa, ya que muchas de ellas han perdido su empleo y enfrentan problemas económicos a raíz de la desaparición forzada de sus hijos u otros familiares.
Con un pequeño taller de costura se busca generar una fuente de trabajo para las mujeres que se han convertido en rastreadoras para encontrar a sus hijos y carecen de recursos, o necesitan horarios flexibles para realizar las labores de búsqueda.
Por Sibely Cañedo
Mazatlán, Sinaloa, 18 de diciembre (Noroeste/SinEmbargo).- Por la doble jornada que significa el buscar a sus seres queridos o por efectos de la depresión, familiares de personas desaparecidas han perdido su empleo y enfrentado impactos económicos inesperados.
De ahí surge el taller de costura de Una Luz de Esperanza, un pequeño negocio pero con una gran misión: buscar a nuestros desaparecidos.
Con esta iniciativa se busca generar una fuente de trabajo para las mujeres que se han convertido en rastreadoras para encontrar a sus hijos y carecen de recursos, o simplemente necesitan horarios flexibles para realizar las labores de búsqueda.
A nombre del colectivo, que se mantiene activo en el sur de Sinaloa, Míriam Báez Murillo explica cómo cambia la vida de una madre cuando pierde un hijo por culpa de la desaparición forzada.
“La mayoría han perdido su trabajo; ante la pérdida de un hijo a muchas nos gana la depresión, se va el deseo de trabajar porque te llenan de falsas promesas como a mí... La gente es muy cruel con uno, más cuando estás en esa etapa de no saber qué sucedió”.
Míriam encontró a su hijo el 8 de mayo de 2018, y ahora se ha propuesto ayudar a otras mujeres que sufren por esta misma situación.
La falta de dinero no las ha detenido. Con tres máquinas de coser de más de quince años de uso, instalaron su taller costura en las oficinas de Una Luz de Esperanza, ubicadas en calle Tráfico número 15 de la colonia Urías.
“Por nuestra cuenta, nosotras elaboramos un proyecto dentro del colectivo: dar trabajo a la compañera que lo requiera, pero que tengamos la oportunidad de salir a buscar, nosotros hacemos nuestro propio horario, esa es la idea”, detalló la activista e impulsora del proyecto.
Por ahora sólo cuentan con tres máquinas de unos quince años de uso. La idea es que con el tiempo puedan adquirir equipo nuevo que les permita hacer trabajos de mayor calidad, así como buscar capacitación para el resto del grupo.
Mientras tanto, trabajan con las máquinas disponibles y elaboran todo tipo de vestuario para mujeres y hombres, así como reparan prendas dañadas.
“No queremos estirar la mano, sólo que nos ayuden para trabajar y ser autosustentables”, subraya Páez Murillo.
La presidenta del colectivo, Lucía Espinoza Lizárraga, indicó que los ingresos se destinan al trabajo de mapeo y búsqueda de personas desaparecidas, que costean a base de donaciones y dinero propio. Esos gastos incluyen transportación, gasolina, alimentos y herramientas varias, como picos y palas que usan para encontrar fosas clandestinas. Hasta hoy, 84 personas de los municipios de Mazatlán, Elota y Rosario integran Una Luz de Esperanza, a quienes brindan apoyo moral y psicológico, asesoría legal y acompañamiento.
“Queremos que tengan la ayuda que nosotras no tuvimos”, afirmó Lucía.
En México, miles de familias buscan a alguno de sus integrantes desaparecidos de manera forzada. En Sinaloa, son cerca de 3 mil desaparecidos y más de 37 mil en México, según estadísticas del Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas
PARA PEDIR INFORMACIÓN
Si alguna persona desea información sobre el trabajo de costura que realizan integrantes de Una Luz de Esperanza, puede llamar al 6691 10 15 21. En el mismo número se reciben informes de personas desaparecidas o fosas clandestinas, respetando el anonimato.