La oaxaqueña de 25 años cuenta cómo ha sido su vida desde que fue elegida por Alfonso Cuarón -del que no había oído hablar- para protagonizar Roma. Sin experiencia previa como actriz, ahora dice que sería "bonito" ir a los Óscar.
Por Rafael Cores
Ciudad de México, 13 de diciembre (LaOpinión/SinEmbargo).- Ella no se considera actriz, pero Yalitza Aparicio acaba de ser incluida por los críticos de The New York Times en la lista de mejores actores de 2018 y ya es una de las nominadas a Mejor Actriz para los Critics’ Choice Awards.
Esta mexicana de 24 años está viviendo un sueño que arrancó en el pueblo oaxaqueño de Tlaxiaco, cuando se presentó de casualidad al casting de Roma, la última película de Alfonso Cuarón. Tuvimos la oportunidad de hablar con Aparicio pocos días antes del estreno del film, disponible en Netflix a partir del 14 de diciembre.
- ¿Qué hacías antes de Roma?
- Apenas había terminado de estudiar para maestra de preescolar, estaba recién egresada. Así que no sé si es correcto decir que soy maestra, porque no he ejercido la carrera.
- ¿Aún quieres ser maestra o dedicarte al cine solamente?
- Aún no lo he pensado. Ser maestra siempre me ha llamado la atención, es algo que me gusta. Pero he descubierto que el cine no es tan lejano a la educación, porque también es una forma de enseñar.
- Fue tu hermana la que te llevó al casting de Roma en Tlaxiaco, tu pueblo en Oaxaca.
- A ella la habían invitado al casting porque canta y yo la acompañé porque estaba delicada en su embarazo y había que cuidarla. Al llegar allí teníamos miedo de que la pusieran a hacer algún tipo de movimientos que no pudiera, pues ambas desconocíamos totalmente cómo era un casting. Así que ella me pidió que yo entrara y pensé, “no creo que me pase nada y no pierdo nada por entrar y ver cómo hacen un casting y ya”.
- ¿Y tu hermana no hizo la prueba?
- Cuando salí, Graciela Villanueva, que estaba haciendo el casting, se acercó a ella a decirle que también lo hiciera. Igual Miguel Ángel, el director de la Casa de la Cultura donde se hacía el casting. Le dijeron que era algo bien tranquilo, sólo unas fotos y unas preguntas. Y lo hizo.
- Pero te eligieron a ti…
- A ella la llamaron para el personaje de la amiga, pero había quedado muy delicada con el bebé, con mi sobrino, y debido a eso no pudo viajar para hacer las siguientes pruebas.
- ¿Cuándo te dicen que te han elegido para el personaje de Cleo?
- Un día después del nacimiento de mi sobrino me llamaron y me dijeron si podía ir a hacer otra prueba a la Ciudad de México. Esa segunda prueba era con Alfonso y ahí conocí a Marina de Tavira [Sofía, la madre de la familia para la que trabaja Cleo]. Nos dejaron mucho tiempo solas y tuvimos tiempo para platicar y conocernos un poco. En cuanto llegó Alfonso nos hicieron unas pruebas de vestuario y unas fotos juntas. Después Alfonso pidió hablar con nosotras y fue ahí donde nos comentó que iba a ser una película muy personal y si teníamos el tiempo de trabajar con él.
- ¿Alfonso Cuarón personalmente te dijo que contaba contigo?
- Sí, fue directamente él quien nos invitó a ambas estando juntas.
- ¿Qué fue lo primero que sentiste?
- Pues la verdad no entendía yo nada. Me da pena a veces recordarlo, pero mi respuesta fue: “Sí, no estoy haciendo nada ahora”. No tenía trabajo aún recién terminada la carrera, así que para mí estaba bien. Cuando ambas dijimos que sí, nos presentó con el equipo de casting y todos nos felicitaron. Yo no lo podía creer. Hasta el primer día de llamado no me di cuenta que sí, sí voy a estar en la película.
- ¿Cómo te preparó Alfonso para interpretar a Cleo?
- Antes de empezar el rodaje tuve una charla con Alfonso donde me contó cómo era Libo [Liboria Rodríguez fue la nana de Cuarón en la que se basa el personaje] y después tuve la oportunidad de hablar con ella personalmente. Me contó cosas de su vida hasta el punto en que comenzaba la historia en la película. De ahí no me contó nada más. Todo lo que se fue grabando eran cosas nuevas que fui descubriendo. Yo sabía que los cuidaba, que quería mucho a la familia. Pero una preparación como tal no hubo.
- ¿Qué fue lo que más te gustó del rodaje?
- Ir descubriendo todo el trabajo que hacían para rodar algunas escenas, cómo transformaban algunos espacios en segundos, cómo podían crear lugares.
- ¿Y lo más complicado?
- Lo más complicado fue no sentir tantos nervios frente a la cámara, olvidarme que estaba la cámara ahí y todas las personas alrededor.
- La película ya es una de las favoritas para los Premios Óscar. ¿Estás preparada para ir a la gala?
- Pues aún no, jajaja. No sé. Estaremos viendo que salgan las nominaciones, pero lo que venga será para mí increíble. Sería bonito ir, pero si no ocurriera igual estoy feliz con todo lo que ya estoy viviendo y descubriendo. Estoy inmensamente feliz porque he tenido la oportunidad de conocer a grandes personas y al mismo tiempo muchas personas me han escrito diciendo que se sienten motivadas de seguir luchando por lo que desean.
- Hiciste una sesión de fotos para la revista Vogue de la que se habló mucho…
- Fue una experiencia increíble. Nunca había soñado con que me tomaran unas fotos para una revista. Fue totalmente nuevo al igual que todo lo que he estado viviendo. He recibido muchos comentarios donde me escriben que están muy felices de ver a alguien diferente en las revistas, que se pueda mostrar esta diversidad que existe en México. Eso me pone muy contenta.
- ¿Conocías el cine de Cuarón?
- No conocía sus películas ni tampoco sabía quién era él. Cuando él me preguntó, le dije la verdad, que yo nunca había visto sus películas. Me dijo que estaba perfecto, que no las viera porque no quería que se ensuciara mi mente.
- ¿Y ahora después de rodar ya las viste?
- Alguna que otra. No he podido ver todas, aunque me encantaría. Pero es increíble ver todo el empeño que le ha puesto a su trabajo.
- ¿Sigues la política?, ¿qué te parece el nuevo presidente de México?
- Es algo que yo creo que a todos nos interesa. Siento que este cambio no se va a ver reflejado realmente hasta que no cambiemos nosotros, si así lo deseamos. Si queremos exigir algo, necesitamos también poner de nuestra parte, no dejar hacer el trabajo a una sola persona.