Alejandro Calvillo
11/12/2018 - 12:05 am
La publicidad de chatarra y la pedofilia
En el Senado se ha presentado una propuesta para prohibir la publicidad de alimentos y bebidas no saludables.
En el Senado se ha presentado una propuesta para prohibir la publicidad de alimentos y bebidas no saludables a la que se exponen los niños en nuestro país. La publicidad a niños es una práctica que debe ser prohibida como ya ocurre en varias naciones, especialmente, la publicidad de comida chatarra y bebidas endulzadas.
¿Pero qué relación guarda la publicidad con la pedofilia? Los pedófilos son expertos en la sicología de los niños y las niñas, son expertos en saber cómo aprovecharse de su “credulidad e inexperiencia” para seducirlos y engañarlos, para hacerlos caer en la trampa que muy bien han diseñado. Esta práctica de aprovecharse de la “credulidad e inexperiencia de los niños” no es exclusiva de los pedófilos, también la practican los publicistas que se dirigen a la infancia. Para ello cuentan con miles de millones de dólares, se han vuelto expertos en seducirlos y engañarlos, para hacerles caer en la trampa, en el consumo de los productos que comercializan, una trampa que está causando una de las mayores epidemias globales, la de obesidad y diabetes.
“Los publicistas se han vuelto expertos en niños tanto como los pedófilos” señaló Michael Brody, uno de los mayores expertos en medios e infancia. Brody fue Jefe del Comité de Televisión y Medios de la Academia Americana de Siquiatría Infantil y Adolescente, uno de los siquiatras más reconocidos en analizar las estrategias publicitarias que se dirigen a la infancia. La propia Organización Mundial de la Salud en su Estrategia Global Sobre Régimen Alimentario, Actividad Física y Salud señala que la publicidad de comida chatarra dirigida a la infancia se aprovecha de su “credulidad e inexperiencia” recomendando regularla.
Naciones del norte de Europa y regiones como Quebec han prohibido todo tipo de publicidad dirigida a la infancia por cualquier medio por considerar que esta práctica viola sus derechos, al aprovecharse de su extrema condición de vulnerabilidad. La lista es más larga de las naciones que han regulado la publicidad de alimentos y bebidas dirigida a la infancia. En nuestra región ya lo ha hecho Chile y viene detrás Perú y Uruguay. En México tenemos una regulación establecida en la administración de EPN, que no ha sido más que una simulación., una regulación establecida por la COFEPRIS de EPN en contubernio con la propia gran industria de la chatarra y las bebidas endulzadas.
El paso más importante en este sentido lo ha dado Chile. El senador chileno Guido Girardi, pediatra, expresidente del senado, llevó adelante la ley que advierte a los consumidores, con unos octágonos negros al frente del producto, si el producto es alto en azúcares, grasas, sodio o calorías. Esta advertencia la entienden hasta los niños. Y con que tenga sólo uno de estos octágonos no puede entrar en las escuelas, no puede publicitarse entre 6 y 22 horas en televisión y tampoco con elementos que atraigan a los niños en internet, espacios abiertos y otros medios. Además, los productos que tengan uno de estos sellos no pueden ofrecer regalos, promociones o contener gráficos en el empaque que puedan ser atractivos para los niños. El huevo kínder desapareció de Chile junto con el Tigre Toño y un ejército de personajes utilizados para generar fidelidad en los niños.
El senador Girardi, durante la Segunda Conferencia Mundial de Nutrición, señaló que las grandes corporaciones de alimentos y bebidas se habían convertido en los “pedófilos del siglo XXI” por volverse especialistas en niños para violar sus derechos, aprovechándose de su “credulidad e inexperiencia”. No se trata tan sólo de la publicidad multimillonaria que se aprovecha de la “credulidad e inexperiencia” de los niños, se trata también del propio diseño de los productos que se introducen al mercado dirigidos a los niños, formulas conformadas con ingredientes que tienen la finalidad de atraer su atención buscando ser adictivos, que los niños los consuman más.
En todos los grupos de alimentos y bebidas ultraprocesados (cereales, yogures, panecillos, frituras, bebidas, etc) son los dirigidos a los niños los menos saludables. Es decir, entre la comida chatarra, la más chatarra es la que se dirige a los niños, es la que más azúcar tiene, la que menos fibra contiene y la que ha sido formulada con una mayor cantidad de colorantes, saborizantes, estabilizantes, emulsificantes y demás ingredientes, la mayor parte de ellos sintéticos.
Es en los primeros años de edad en los que se generan los buenos o malos hábitos de alimentación y donde estas corporaciones buscan crear consumidores de por vida. El consumo de las bebidas endulzadas a edad temprana provoca el abandono del agua como fuente esencial de hidratación, el consumo de comida chatarra desplaza el consumo de frutas, verduras, cereales integrales y oleaginosas.
Nuestros niños comen una gran cantidad de productos cuyo sabor es artificial, cuyos colores son sintéticos, parte de ellos derivados del petróleo, con aromas también artificiales, así como una larga lista más de ingredientes que los vuelven atractivos a la vista, al paladar, al olfato. Son procesos que programan sus gustos, que deforman su paladar, y los alejan de la “comida de verdad”.
El consumo de frutas y verduras ha caído un 40%, el de frijol 50% y el consumo de tortilla de maíz ha caído 40%, todo ello en los últimos 30 años. México se ha convertido en el mayor consumidor de productos ultraprocesados (comida chatarra y bebidas endulzadas) en América Latina. Esto nos ha llevado a tener una de las mayores incidencias de diabetes y de sobrepeso y obesidad infantil en el mundo. La tendencia señala que uno de cada dos niños mexicanos va a desarrollar diabetes a lo largo de su vida.
La Estrategia contra la Obesidad de EPN estableció una regulación insignificante de la publicidad dirigida a la infancia que no es más que una simulación; un etiquetado frontal en alimentos, supuestamente para que los consumidores pudieran hacer elecciones más saludables, un etiquetado diseñado por la industria para que ni los estudiantes de nutrición lo entiendan; una regulación de alimentos y bebidas en escuelas que, a pesar de que lleva ya 8 años, la comunidad escolar ni tan siquiera la conoce, no se vigila, no se cumple y no se sanciona.
La iniciativa de prohibir la publicidad a la infancia presentada en el Senado es un gran paso que ir seguido de la reformulación del etiquetado frontal para tener uno como el chileno, tal como lo recomienda la academia en nuestro país, y del compromiso de la SEP de difundir la regulación de alimentos y bebidas en los planteles escolares, haciéndola cumplir.
De no enfrentarse esta situación de forma preventiva, modificando el llamado ambiente obesogénico (publicidad, etiquetados engañosos, chatarra en escuelas, etc), el sexenio de AMLO terminará con números peores que los de EPN, que a su vez fueron peores que los de FCH. Y así seguiremos, hundiéndonos en la catástrofe, ahogados en comida chatarra y bebidas endulzadas, en uno de los países con la mayor diversidad de alimentos y una de las cocinas más preciadas y ricas del mundo.
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