Apolinar Hernández Hernández guardó silencio por miedo. Se enteró que Tomás, su hijo, fue de los jóvenes que se llevaron en camionetas que traían escudos policíacos, y prefirió no denunciar durante dos años... Hoy lo busca en Soledad de Doblado, Veracruz, pues no pudo cargar más con la tristeza y porque recibió el apoyo de otras familias de desaparecidos.
Por Ignacio Carvajal
Veracruz, 9 de diciembre (BlogExpediente/SinEmbargo).- Tuvieron que pasar 24 meses para que Apolinar Hernández Hernández, de 60 años, perdiera el miedo para salir a denunciar la desaparición de su hijo, Tomás Sosa Hernández.
Tomás actualmente cuenta con 24 años y fue sustraído mediante la violencia la tarde del 23 de octubre de 2016, en Soledad de Doblado, en Veracruz. Él se encontraba en compañía de otras tres personas a quienes también se llevaron.
En total, en aquellos tiempos, se reportaron ocho casos de jóvenes desaparecidos en la cabecera de Soledad de Doblado. Así cerró el duartismo sus últimos para la historia de Veracruz.
Todas las versiones señalaban a camionetas blancas, con escudos de corporaciones policiacas, como las responsables del “levantón”.
Esos hombres armados, se desconoce si eran policías, sembraron el terror durante días en Soledad de Doblado. El pueblo se volvió peligroso para los jóvenes entre el 23 y 26 de octubre, que es cuando se reportan esas ocho desapariciones.
¿QUÉ PASABA EN ESOS RUMBOS?
Se desató la pelea intestina en el Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) y la aparición de un nuevo generador de violencia, la célula denominada “Jarochos Unidos”, encabezaba por el finado comandante Otilio Vergara Sánchez, quien operaba entre Soledad de Doblado y Manlio Fabio Altamirano.
Ese mismo año, en agosto, cinco personas fueron masacradas en Soledad de Doblado, en el mismo contexto de violencia y disputas entre los grupos dominantes.
Esa violencia no se había visto en Soledad desde noviembre del 2009, cuando fuera abatido por la Marina Braulio Arellano Domínguez, El Gónzo o El Verdugo, fundador de Los Zetas y quien desde ahí controlaba a varios estados de la república.
Apolinar Hernández Hernández, de origen humilde, dice que por temor, no ponía la denuncia sobre la desaparición de su hijo, pero sabe que en esas fechas, un total de ocho chicos corrieron el mismo destino.
Algunos de los que se sabe siguen desaparecidos de ese brote de violencia en Soledad, son: Ernesto Santos Morales, Andrés Ignacio Valero Flores, Andrés Jesús Valero Olmo, Daniel García Tapia y Alberto Guerrero Gutiérrez.
Todos fueron desaparecidos por personas fuertemente armadas que se transportaban en camionetas que durante esos días recorrieron comunidades y calles de Soledad de Doblado.
La madre de Tomás Sosa Hernández relata que éste trabajaba en un taller de motocicletas donde ganaba muy poquito, que tenía tres hijas pequeñas que hasta la fecha siguen esperando que su padre regrese para ayudarlas a salir adelante.
Apolinar Hernández Hernández dice que durante mucho tiempo no tuvo el valor para salir a decir lo que pasaba con su ser amado, y cargó con esa tristeza hasta que supo del colectivo Solecito de Veracruz.
Cuenta su historia en una reunión de madres del colectivo Solecito, quienes la miran de igual a igual.
Pese a su origen mucho más humilde, hacen a un lado sus ropas y se miran en el mismo espejo, el del dolor y por el ausente.
Las mamás le toman la mano, la acarician, la abrazan y tratan de devolverle el amor propio reconociendo su valentía para superar el miedo y luchar por su tesoro.
La mujer adulta se ha acercado a las madres veracruzanas para buscar un poco de luz, y empezar a buscar a su hijo, lo primero, poner la denuncia formal por su ausencia.