En la imagen, que comprende datos de la cámara de ultravioleta extremo SWAP de Proba-2, pueden verse las huellas de este proceso de ensamblado. La línea que atraviesa el centro se debe a los minúsculos cambios en la atmósfera solar que se produjeron durante el tiempo que se tardó en crear la vista.
Madrid, 4 de diciembre. (EuropaPress).- Una extrapolación de las observaciones a baja latitud del Sol efectuadas por la misión Proba-2 de la Agencia Espacial Europea (ESA) ha servido para reconstruir una vista del polo norte de nuestra estrella.
Aunque los polos no se pueden ver directamente, cuando la nave observa la atmósfera solar, recoge datos de todo lo que aparece en su línea de visión, incluida la atmósfera que se extiende a lo largo del disco solar (el brillo aparente alrededor del disco principal del Sol, que también se extiende por los polos).
A partir de estos datos, los científicos pueden inferir la apariencia de las regiones polares. Para estimar las propiedades de la atmósfera solar por encima de los polos, toman imágenes del disco Solar y recogen pequeños fragmentos de datos de las regiones superiores y exteriores de nuestra estrella durante su rotación, compensando así el hecho de que el Sol no rote a velocidades constantes en todas sus latitudes. Con el tiempo, estos conjuntos de datos se pueden combinar para obtener una vista aproximada del polo, como podemos apreciar en esta vista.
En la imagen, que comprende datos de la cámara de ultravioleta extremo SWAP de Proba-2, pueden verse las huellas de este proceso de ensamblado. La línea que atraviesa el centro se debe a los minúsculos cambios en la atmósfera solar que se produjeron durante el tiempo que se tardó en crear la vista.
Ésta, además, también muestra una protuberancia brillante en la parte superior derecha del Sol: se debe a un agujero coronal de baja latitud que rota alrededor del disco colar. La región del agujero coronal polar, que puede verse en forma de mancha oscura en el centro del disco solar, es una fuente de rápido viento solar. Aquí se ve cómo contiene una sutil red de estructuras en claroscuro, que pueden provocar variaciones en la velocidad del viento solar.
Aunque este tipo de vistas contribuyen enormemente a desvelar los secretos de los polos —como la forma en que las ondas se propagan por nuestra estrella o en que se originan fenómenos como los agujeros y las eyecciones coronales que afectan a la meteorología espacial alrededor de la Tierra—, es necesario contar con observaciones directas de estas regiones para completar los datos recogidos en su momento por Ulysses.
Según un comunicado de la ESA, la sonda Solar Orbiter de la ESA vendrá a cubrir este vacío cuando se lance en 2020. La misión estudiará el Sol con todo detalle desde latitudes lo bastante altas como para explorar las regiones polares. También mostrará cómo el campo magnético solar y las emisiones de partículas afectan a su entorno cósmico, incluida el área del espacio que consideramos nuestro hogar.