Javier Murillo
28/11/2018 - 12:03 am
Queridos millennials, tenemos que hablar
El problema de la alimentación en el mundo, no se soluciona produciendo más alimentos, ya está demostrado que desperdiciamos una muy buena parte de los que producimos todos los días.
El problema de la alimentación en el mundo, no se soluciona produciendo más alimentos, ya está demostrado que desperdiciamos una muy buena parte de los que producimos todos los días. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, (FAO, por sus siglas en inglés), nos dice que, “el hambre sigue siendo uno de los desafíos más urgentes del desarrollo, pero el mundo produce alimentos más que suficientes”. La misma FAO tiene una iniciativa que se llama Save the Food, que colabora con organismos internacionales, el sector privado y la sociedad civil, “para permitir que los sistemas alimentarios reduzcan la pérdida y el desperdicio de alimentos, tanto en los países en desarrollo como en el mundo industrializado”.
Y es aquí donde se juntan varios problemas, como la desconexión de la oferta y la demanda, lo que quiere decir que la mayor parte de los alimentos se distribuyen en los países ricos que, en consecuencia, son los que desperdician más. De hecho, hasta un tercio de los alimentos se echa a perder o se desperdicia.
El Departamento de Agricultura de los Estados Unidos analizó datos desde el 2014, y publicó un estudio en el que aseguró que cada norteamericano desperdicia 450 gramos de comida diariamente, lo que equivale al 30% de las calorías de consumo promedio. Este alimento sería suficiente para alimentar sanamente a 300 millones de personas al día. Y esto sólo es en Estados Unidos.
El estudio no deja nada bien parados a los millennials, que se supondría son los más conscientes con el medio ambiente, y en este caso con el desperdicio de alimento, sin embargo, buena parte de ese desperdicio es propiciado por la tendencia sana de alimentación, ya que los productos más desperdiciados son frutas y verduras, que aunque requieren menos tierra para su producción, necesitan de más agua.
En este problema, sí hay niveles y los países ricos son los más “echados a perder”, el problema de fondo es el sobreabastecimiento, la cadena de valor y consumo de estos países es disfuncional, todos se sobreabastecen, lo cual se relaciona con la cultura de consumo, entre más a largo plazo se pueden comprar alimentos, mayor será el desperdicio. Parece una conspiración para destruir al planeta en la que todos estamos involucrados: productores, distribuidores, transformadores y consumidores.
Junto con las ciudades, el crecimiento y boom financiero del planeta, y la concentración de la riqueza, también vino la proliferación de las cadenas de comida rápida, otro nicho donde hay otro gran desperdicio de alimentos. Ya lo dice la FAO, ese alimento que se desperdicia alcanzaría para alimentar al resto de la población del planeta que simplemente llega a un punto de subalimentación. En 2017, 821 millones de personas en el mundo sufrían hambre, o sea una de cada nueve.
El hecho de que erróneamente se crea que al haber más gente las empresas calculen que habrá que aumentar la producción, se empieza a volver peligroso, ¿de dónde vamos a sacar los recursos?, pues de ampliar los lugares de extracción, explotación y ampliar los lugares de crecimiento de desarrollo y producción. El problema es que el planeta ya no da físicamente para eso.
Queridos millennials, tenemos que hablar. El problema requiere solución inmediata, ya que para el 2050 vamos a ser ya no siete mil millones de personas, sino diez mil millones, urge sentarnos a pensar seriamente en el grave problema de alimentación que ya existe y que se agudizará inevitablemente y no lo digo yo, lo dice el Fondo de Población de las Naciones Unidas. La buena noticia es que ya producimos alimento para que todos estemos bien alimentados, el problema es que no lo distribuimos bien.
Parece que nuestra salvación es tecnológica y está asociada a la Inteligencia Artificial. Un grupo de jóvenes agrónomos alemanes creó Planex, una app que tiene la capacidad de detectar plagas o enfermedades en cultivos y dar una posible solución. En otras épocas no había un desperdicio tan grande, pero ahora la verdadera responsabilidad social de quienes se dedican al suministro tendría que estar en la reglamentación de ésta porque ya que se ha vuelto un tema de seguridad planetaria. Recordemos que la seguridad alimentaria es un Derecho Humano.
Por ejemplo Daniel Rodríguez, quien trabaja para Symphony Retail, empresa que, mediante un asistente de Inteligencia Artificial, distribuye productos y detecta las condiciones de consumo de los clientes y su comportamiento comenta que, es la naturaleza tanto del shopper como de las cadenas el sobreabastecerse de productos que en realidad no se necesitan.
Tampoco necesitamos producir más si metemos Inteligencia Artificial desde la producción para aprovechar mejor las estaciones, el agua, la tierra, los árboles, sino también en toda la cadena de suministros, la distribución, logística, incluso en el consumo mismo y hacer una redistribución de la riqueza del planeta. Necesitamos más startups tecnológicas que se dediquen a esto.
Tanto peca el que mata a la vaca, el que le agarra la pata, como el que la tira a la basura.
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