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Susan Crowley

16/11/2018 - 12:03 am

Queen y el problema generacional

¿Quién es mejor, Queen o Beatles?

Cuando creí que después de las elecciones habíamos dejado atrás los debates apasionados y la rasgadura de vestiduras, resulta inesperado verme envuelta en una charla de sobremesa en la que se cruzaron insultos y aspavientos: ¿Quién es mejor, Queen o Beatles?

La música, como las demás artes tiene algo de sublime, es la expresión de un pensamiento individual elevado a universal; adecuación de múltiples posibilidades en una, irrepetible y única, también es el espejo en el que se ven reflejados los procesos de cambio de cualquier grupo social. En la música podemos encontrar la suma de lo que somos, sentimos y vivimos. Nada mejor que una canción para ilustrar los diversos momentos en los que la sociedad ha tomado en sus manos el curso de la historia. Conflictos políticos, raciales, militares, cambios generacionales, etcétera, han sido plasmados con letras, notas, ritmo, instrumentos que terminan por ser emblemas de una era. Tal vez por eso el gusto por la música es cuestión de generaciones.

Acabo de ver la película Bohemian Rhapsody. Sin duda Queen fue una de las bandas más importantes de la historia. Desde que el tráiler apareció sentí una emoción enorme, aunque también tuve cierta reticencia a verla. En general, detesto las biografías. Es muy difícil plasmar en una obra la vida de un personaje sin caer en la sensiblería, en lugares comunes atroces, en el morbo para forzar la lagrimita del espectador. Al final, nos compenetramos más con la anécdota de sus tragedias que con la sustancia que alimenta su genialidad. La oportunidad de explorar la vida privada y los motivos de un artista implican un arduo trabajo de historiadores e investigadores, por no hablar de la puesta de escena que exige a directores de arte reproducir un cierto estilo en atuendos, mobiliario, utilería, etc., y un director que narre la esencia de un momento, los modales y expresiones propias de quién vivió y fue parte de una determinada era. Todo esto ocurre con la biografía de Queen y especialmente, con el diario de la vida y la muerte de uno de los más grandes ídolos de la música de todos los tiempos: Freddy Mercury.

Este filme nos permite conocer la trayectoria de los músicos ingleses que, con su peculiar estilo, aportaron cambios fundamentales en la manera de hacer rock y lo llevaron a romper fronteras. De una manera inteligente nos adentra a una era en la que los jóvenes crearon un mundo propio lejos de las estructuras impuestas por las generaciones adultas. También nos hace parte de una camada que vivió el triunfo de la aceptación a la diversidad pero también la condena a muchos jóvenes homosexuales víctimas del SIDA.

Para 1976 había quedado atrás el agotamiento de las estructuras anquilosadas de la posguerra, el fracaso de Vietnam y las consecuencias de la lucha estudiantil de 1968. Sexo, drogas y rock and roll fue el emblema de liberación que precedió a una pandemia que cambiaría por completo nuestra manera de ver la vida. La doble moral puritana acusó de degenerados y culpó a quienes contrajeron el virus. De un momento a otro empezaron a registrarse las muertes de lo mejor de nuestra generación en todo el mundo: artistas plásticos, cantantes, actores, fotógrafos, bailarines, modelos. Uno de ellos fue Freddy Mercury, una voz que, por su calidad, tesitura y potencia, es insuperable, nadie jamás ha podido cubrir el sitio de este cantante.
Después de 134 minutos de acompañar a Freddy cantando y tocando el piano junto con Brian May en la guitarra, Roger Taylor en la batería y John Deacon en el bajo podemos revivir toda esa época alocada y llena de claroscuros, posicionarnos como una generación que amó la música, que se identificó con ella y la tomó como fondo de todas sus inquietudes, para bien y para mal. Solo los que éramos jóvenes entendíamos ciertas inflexiones, frases, ritmos pues eran el reflejo de lo que estábamos viviendo.

Tratando de expresar mi emoción y yéndome de bruces en mis halagos a la película me topo con personas de otras generaciones. Desde el beatleano de hueso colorado hasta la joven reggetonera. Me ubican de inmediato en la realidad: Queen, aunque yo los quiera convencer, no es lo más grande que ha dado la historia de la música. Trato de ser justa, vuelvo a escuchar Sargent Pepper. Pasados todos estos años, entiendo los valores que imprimieron los Beatles a la música y que los hace precursores del rock de los ochenta de Queen. Pero no dejo de sentir un sonido un poco avejentado. La música siempre acompañando a las letras y las intervenciones sinfónicas como simples comparsas. Escucho una y otra vez a Queen y en especial Bohemian Rhapsody y confirmo por qué me gusta tanto. Es el rock en todos sus subgéneros, psicodélico, experimental, barroco, ácido, hard rock, progresivo, llevado a una instancia mucho más universal y exigente: la ópera. Con distintos movimientos y pensada desde su origen para ser ejecutada por instrumentos sinfónicos, con una letra que ponía en pausa todos los valores anteriores, Mamma, just killed a man, put a gun against his head, pulled my trigger, now he´s dead... con un desdoblamiento de voces en coros que jamás se había escuchado antes: (Galileo) Galileo, (Galileo) Galileo, Galileo figaro magnifico/ (Let him go) Bismillah! We will not let you go/ (Oh mamma mia, mamma mia) Mama mia, let me go/ Beelzebub has a devil put aside for me, for me, for me. Es monumental, rebasa el tiempo y las modas, no solo imponiendo un estilo; cuando el arte es auténtico y con valores intrínsecos deviene atemporal, trasciende su momento y entonces podemos llamarlo clásico. ¿Lo más genial de Queen? ¿Quién tiene el atrevimiento de componer una canción en homenaje a su bicicleta y volverla una obra maestra: Bicycle bicycle bicycle/ I want to ride my bicycle /I want to ride my bicycle/
I want to ride my bike…

Pensar que lo mejor del rock se dio en mis épocas es aceptar que el gusto musical sí es cuestión de generaciones. Mientras para mí lo más elevado pertenece a Queen para la mayoría de los sesenteros, Sargent Pepper fue y será, por siempre, el mejor disco de la historia; sin embargo, a los milenials no les dice nada ni una ni otra. En cambio, no dudan en mover sus cuerpos al ritmo del, para mí, empobrecido género musical, basura de la industria, llamado reggetón; este, dolorosamente, ¿también ganará un sitio en la historia?, ¿problema generacional? ¿Y tú a quién prefieres, Beatles Queen o Maluma? (si te parece que el mejor es Luis Miguel, por favor abstente de comentar).

www.susancrowley.com
@suscrowley

Susan Crowley
Nació en México el 5 de marzo de 1965 y estudió Historia del Arte con especialidad en Arte Ruso, Medieval y Contemporáneo. Ha coordinado y curado exposiciones de arte y es investigadora independiente. Ha asesorado y catalogado colecciones privadas de arte contemporáneo y emergente y es conferencista y profesora de grupos privados y universitarios. Ha publicado diversos ensayos y de crítica en diversas publicaciones especializadas. Conductora del programa Gabinete en TV UNAM de 2014 a 2016.

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