Artes de México

REVISTA ARTES DE MÉXICO | El hombre que sabía mirar

10/11/2018 - 12:03 am

Si la fotografía, como menciona Susan Sontag, es un modo de conocimiento, el ensayo fotográfico plantea una visión del mundo obtenida mediante la interpretación del ojo del fotógrafo. En este sentido, el libro de más reciente de Rafael Doníz, De Gigantas y otras quimeras, es una cosmovisión del espacio urbano, en especial de la Ciudad de México.

Por Carlos Augusto Torres

Ciudad de México, 3 de noviembre (SinEmbargo).- El punto de partida de Doníz son los gigantes, seres que habitan las grandes urbes de manera furtiva, ocultos en los enormes anuncios espectaculares, vallas publicitarias o en murales clandestinos en las calles. Estos personajes, a través de sus interacciones con los habitantes de la ciudad, son los protagonistas del libro. Y a pesar de que estos seres llevan años mezclados con las densas capas del ecosistema citadino, pocos fotógrafos se han adentrado en la fauna quimérica de los gigantes. Para estos monstruos no aplica el conocido precepto del mítico Robert Capa: “Si la fotografía no es lo suficientemente buena es porque no te has acercado lo suficiente”. Ya que ellos son enormes, sólo hace falta, como Cartier-Bresson, encontrar el momento exacto en el que los elementos se relacionen de manera orgánica para lograr la toma deseada.

De esta forma, se logran fotografías que generan un diálogo entre los elementos que la componen y el lector que las observa. Así existe obras como Coreografía de barrio, tomada cerca del pueblo de Palenque en Chiapas, donde un transeúnte va brincando entre los retratos de dos fieras que saltan del muro para cazar su alimento, provocando una invitación a la complicidad del ataque imposible; El almuerzo, en la cual una gran pancarta con un leopardo acechante se topa con la espalda de un obrero en la colonia Polanco, quien mira y protege celosamente su torta en la hora del almuerzo del animal que lo acecha; La probadita, donde la enorme cabeza de un mapache estira la lengua para obtener una probadita siquiera de la azúcar y canela que el vendedor de churros en la Avenida División del Norte esparció sobre su producto o Vigilada, en la cual la severa mirada de un gigantesco superhéroe se posa sobre una señora que camina sobre Periférico.

La castigada. Vista desde el piso 10 en un edificio de la colonia Polanco, Ciudad de México, 2009. Fotografía: D.R.©Rafael Doníz, 2018.

Si bien estas gigantas y quimeras son espectaculares por su gran tamaño, éstas siguen atadas a la transitoriedad y a su eventual olvido; como elementos ya constitutivos de la identidad de las ciudades, los anuncios poseen casi nulos recuerdos, su existencia se limita a unos pocos días, cumpliéndose así los inevitables versos de José Emilio Pacheco, otro testigo del cambio en la ciudad: “También en la memoria / las ruinas dejan sitio a nuevas ruinas.” Los gigantes dejan sitio a nuevos gigantes, pero ahora ya existe memoria, aunque sea breve, gracias al testimonio de estas fotografías. El mismo Doníz explica: “Lo asombroso de ese tipo de anuncios espectaculares es su fugacidad. Son animales inmensos que a veces sólo viven un día. En el libro hay una fotografía que titulé El ojo del nuevo Dios: un ojo femenino gigantesco que por pupila tiene una moneda. Cubría la fachada de un edificio. Lo fotografié. Pero quería hacer una toma que incluyese a una persona para evidenciar la escala humana. Estuve a punto de irme sin haber hecho un disparo, pero me dije: ‘No, ya estás aquí. Tómalo’. Volví dos días después y el anuncio había desaparecido. Ésa es una de las lecciones que un fotógrafo debe aprender muy bien: lo que no capturas ahí, cuando lo encuentras, tal vez nunca lo vuelvas a ver”.

La piadosa. Colindancia de un edificio en la calle Morelos, muy cerca de Paseo de la Reforma, Ciudad de México, 2014. Fotografía: D.R.©Rafael Doníz, 2018.

Rafael Doníz nació el 29 de agosto de 1948 en la Ciudad de México. Posee más de 60 libros publicados y fue asistente de Manuel Álvarez Bravo y ha colaborado con personalidades como Francisco Toledo. Este libro es uno de sus proyectos más personales e incluye fotografías tomadas entre 1973 y 2017, es decir, desde el inicio de su trayectoria hasta el presente. El trabajo de Rafael Doníz está muy cercano al estado de Oaxaca y a la ciudad de Juchitán, muestra de esto son varios de sus libros: H. Ayuntamiento Popular de Juchitán; ya se va a levantar todo el pueblo de la tierra (1983), en el cual se registra el ataque de un grupo priístas al carro de Doníz, junto a Francisco Toledo y al escritor Víctor de la Cruz. Monte Albán (1990), El mundo mixteco y zapoteco (1992) y Cuevas de Yagul y Mitla: el paisaje cultural eterno (2013) son libros dedicados a la exuberancia de la arqueología e historia oaxaqueña. Dentro de su obra, también hay libros dedicados a la arqueología, la charrería y al arte mexicano. De gigantas y otras quimeras es su primer trabajo dedicado exclusivamente al espacio de la metrópoli, y si bien la principal es la Ciudad de México, en el libro también se encuentran fotografías tomadas en diversos centros urbanos como Hamburgo, Oaxaca, Chiapas, París, entre otras. Este libro es un bestiario fugaz de las múltiples quimeras que habitan las ciudades. La mirada de Doníz es madura, lograda y con un eje temático que estructura de manera extraordinaria el ensayo. La visión de Doníz peina los resquicios de las calles para presentarnos a esos monstruos que seguidamente ignoramos y que, sólo a través de la observación de un ojo sensible y entrenado, podemos apreciar para conocer y ser testigos del cambio que nos envuelve a nosotros y a los espacios que habitamos.

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