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Javier Murillo

31/10/2018 - 12:00 am

¿Sobreviviría la humanidad sin tecnología?

Una de las cosas que nos hacen humanos es la empatía. Podemos ser inteligentes, tener sentimientos, pero es el mostrar esa inteligencia y nuestros sentimientos a favor de otro, lo que nos hace raza humana.

La tecnología está ahí y es parte de nuestra seguridad personal, ya no hay otra forma de sobrevivir. Foto: Especial.

Una de las cosas que nos hacen humanos es la empatía. Podemos ser inteligentes, tener sentimientos, pero es el mostrar esa inteligencia y nuestros sentimientos a favor de otro, lo que nos hace raza humana.

El Yo, el saber que existo y que me reconozco; que soy inteligente y que tengo sentimientos, no me hace humano. Si no hubiéramos desarrollado la empatía, -lo que es buscar el bienestar común y no solo el mío- entonces no prevaleceríamos como especie. El concepto de entender por lo que está pasando otro ser como nosotros, porque hemos pasado por cosas similares y ser solidarios, es parte de lo que nos ha traido hasta aquí como raza.

La falta de esta cualidad es lo que genera las enfermedades psicológicas más agresivas y que más impactan a la humanidad, como la psicopatía, la cual se caracteriza por ser una alteración al carácter, sin que exista anormalidad intelectual o cognitiva. Sin ir más lejos, el ejemplo más reciente lo tenemos con el Monstruo de Ecatepec, ya nos lo explica David Lykken en su libro “Las Personalidades Antisociales”, son precisamente los factores antisociales los que intervienen en la génesis de la violencia.

A lo que voy, es que la responsabilidad de los científicos e ingenieros es hacer empática de la Inteligencia Artificial, un algo que no sea un riesgo para la humanidad. ¿Cómo?, tendríamos que enseñársela, -más allá de la ética o de la moral, que son temas más elevados- lo primero es programarles el mismo “chip”, por decirlo literalmente y no solo metafóricamente, que nos da la capacidad de procurar el bien en el prójimo. Esto no es táctico, es estratégico, si no es que queremos que un día las máquinas obren en nuestra contra.

Isaac Asimov, decía en sus tres “Leyes de la Robótica”: 1.- Un robot no hará daño a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño; 2.- Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si estas órdenes entrasen en conflicto con la 1ª Ley; 3.- Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la 1ª o la 2ª Ley. Lo anterior nos dice que, en esta interacción con nosotros, no le bastaría a un robot con Inteligencia Artificial, sólo reconocerse inteligente, sino mantener la integridad de la simbiosis humano-máquina, porque tendríamos que generar un lazo emocional en la que no podrían vivir sin nosotros porque nosotros ya no vamos a poder vivir sin la tecnología.

Imagínense que mañana se apaga Internet y regresáramos a la era de las antorchas. El alimento se acabaría en días, el dinero valdría nada, se restablecerían las leyes de la supervivencia, regresaríamos a la ley del más fuerte y no del más apto, donde estamos hoy. Adiós a los nerds y geeks.

Entonces, lo que tenemos que entender es que para mantener nuestro status quo, hay que mantener también la estabilidad tecnológica, porque de otra forma nos comeríamos entre nosotros, -y comernos literal, no de la forma divertida-.

La tecnología está ahí y es parte de nuestra seguridad personal, ya no hay otra forma de sobrevivir. Punto. Todavía podíamos hacer una reversa antes de la revolución industrial, pero hoy ya no, somos tecnohumanos, o sea, víctimas de nuestra propia evolución tecnológica.

La única salida que nos queda es seguir desarrollando tecnología bidireccional, como ejemplo tenemos un experimento realizado por la reconocida investigadora de MIT Media Lab, Kate Darling, quien cuenta que en alguna ocasión, se reunió con un grupo de compañeros donde a cada uno le dieron la tarea de cuidar a un pequeño dinosaurio bebé robot. Su encomienda era una hora de caricias, mimos y luego… ¡matarlo! Absolutamente nadie se animó a matar a su bebé robot, luego, alguien llegó y le rompió el cuello, entre risas nerviosas. Tampoco nadie supo cómo responder. ¿Por qué esta reacción de la gente? Empatía.

La conclusión es que nosotros por necesidad generamos esta condición, por eso estamos aquí hoy. No juzgaré si somos muchos o pocos o si vamos a llegar a 10 mil millones, lo que sí es que, para seguir en el camino de esta evolución, nos convierte a ambas partes en una suerte de complementos, en que de plano nuestra existencia no tenga sentido sin una o varias máquinas inteligentes y visceversa.

Si nosotros vamos en esa vía, lo que tendríamos que asegurarnos es que ellos también vayan en la misma. ¿No les parece la salida más elegante de todas al dilema de la singularidad?, para la cual tendríamos que crear esa dimensión y estar conscientes que a dónde vayamos las máquinas tienen que ir. Que seamos uno, que pasemos de humanos a cyborgs y no necesariamente en el sentido de la ciencia ficción.

En este escenario no estaríamos creando una nueva raza, estaríamos creando una nueva versión de nosotros mismos.

Javier Murillo
Javier Murillo Acuña Fundador y Presidente de Metrics. Es un reconocido experto en tecnología aplicada en campos como ciencia de datos, inteligencia artificial y otras ramas del campo del comportamiento social digital humano.

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